Dios es dueño de toda la tierra y de todo lo que hay en ella; también es dueño del mundo y todos sus habitantes. (Salmo 24:1)

El pasado mes de agosto la tierra entró en déficit ecológico, es decir, consumimos tanto y de manera tan desordenada e inconsciente que agotamos todo lo que la tierra produce en un año y ya estamos gastando lo que producirá a partir del 2021. Sin duda, es una situación insostenible a medio y largo plazo, una herencia gravosa para las generaciones que nos seguirán. 

La Biblia llama la atención a toda la humanidad pero, especial y principalmente a los que somos seguidores de Jesús. Nos invita a no olvidar que todo el universo en general, y la tierra en particular son propiedad del Señor y nosotros simple y llanamente vivimos de prestado, somos mayordomos y como tales seremos llamados a rendir cuentas acerca del uso que le estamos dando a la misma.

Es sorprendente como ciertos temas están escasamente presentes en la agenda del pueblo cristiano. La ecología es uno de ellos a pesar de sus profundas raíces bíblicas como podemos ver en el libro de Génesis y también en este pasaje. A veces pienso que no importa si un tema es bíblico o no, si no se nos ha ocurrido a nosotros lanzarlo a la opinión pública reaccionamos contra este. Deberíamos ser los principales defensores de la herencia de nuestro Padre y, sin embargo, nos inhibimos totalmente.

Pero vamos a aterrizarlo en la vida cotidiana. Hay dos maneras prácticas de enfocarlo. La primera, revisar seriamente nuestros hábitos de consumo e introducir las rectificaciones que sean necesarias. ¿Necesitamos seguir comprando, consumiendo agua, luz, gas y otros recursos de forma inconsciente y sin ningún tipo de intencionalidad, tan sólo siguiendo la corriente social? La segunda, apoyar de forma activa a todo aquel que lucha por la preservación del planeta y sus recursos.


¿De qué forma tu estilo de vida responde a lo que enseña el salmo? ¿Qué cambios vas a introducir?

 



Dios es dueño de toda la tierra y de todo lo que hay en ella; también es dueño del mundo y todos sus habitantes. (Salmo 24:1)

El pasado mes de agosto la tierra entró en déficit ecológico, es decir, consumimos tanto y de manera tan desordenada e inconsciente que agotamos todo lo que la tierra produce en un año y ya estamos gastando lo que producirá a partir del 2021. Sin duda, es una situación insostenible a medio y largo plazo, una herencia gravosa para las generaciones que nos seguirán. 

La Biblia llama la atención a toda la humanidad pero, especial y principalmente a los que somos seguidores de Jesús. Nos invita a no olvidar que todo el universo en general, y la tierra en particular son propiedad del Señor y nosotros simple y llanamente vivimos de prestado, somos mayordomos y como tales seremos llamados a rendir cuentas acerca del uso que le estamos dando a la misma.

Es sorprendente como ciertos temas están escasamente presentes en la agenda del pueblo cristiano. La ecología es uno de ellos a pesar de sus profundas raíces bíblicas como podemos ver en el libro de Génesis y también en este pasaje. A veces pienso que no importa si un tema es bíblico o no, si no se nos ha ocurrido a nosotros lanzarlo a la opinión pública reaccionamos contra este. Deberíamos ser los principales defensores de la herencia de nuestro Padre y, sin embargo, nos inhibimos totalmente.

Pero vamos a aterrizarlo en la vida cotidiana. Hay dos maneras prácticas de enfocarlo. La primera, revisar seriamente nuestros hábitos de consumo e introducir las rectificaciones que sean necesarias. ¿Necesitamos seguir comprando, consumiendo agua, luz, gas y otros recursos de forma inconsciente y sin ningún tipo de intencionalidad, tan sólo siguiendo la corriente social? La segunda, apoyar de forma activa a todo aquel que lucha por la preservación del planeta y sus recursos.


¿De qué forma tu estilo de vida responde a lo que enseña el salmo? ¿Qué cambios vas a introducir?

 



Dios es dueño de toda la tierra y de todo lo que hay en ella; también es dueño del mundo y todos sus habitantes. (Salmo 24:1)

El pasado mes de agosto la tierra entró en déficit ecológico, es decir, consumimos tanto y de manera tan desordenada e inconsciente que agotamos todo lo que la tierra produce en un año y ya estamos gastando lo que producirá a partir del 2021. Sin duda, es una situación insostenible a medio y largo plazo, una herencia gravosa para las generaciones que nos seguirán. 

La Biblia llama la atención a toda la humanidad pero, especial y principalmente a los que somos seguidores de Jesús. Nos invita a no olvidar que todo el universo en general, y la tierra en particular son propiedad del Señor y nosotros simple y llanamente vivimos de prestado, somos mayordomos y como tales seremos llamados a rendir cuentas acerca del uso que le estamos dando a la misma.

Es sorprendente como ciertos temas están escasamente presentes en la agenda del pueblo cristiano. La ecología es uno de ellos a pesar de sus profundas raíces bíblicas como podemos ver en el libro de Génesis y también en este pasaje. A veces pienso que no importa si un tema es bíblico o no, si no se nos ha ocurrido a nosotros lanzarlo a la opinión pública reaccionamos contra este. Deberíamos ser los principales defensores de la herencia de nuestro Padre y, sin embargo, nos inhibimos totalmente.

Pero vamos a aterrizarlo en la vida cotidiana. Hay dos maneras prácticas de enfocarlo. La primera, revisar seriamente nuestros hábitos de consumo e introducir las rectificaciones que sean necesarias. ¿Necesitamos seguir comprando, consumiendo agua, luz, gas y otros recursos de forma inconsciente y sin ningún tipo de intencionalidad, tan sólo siguiendo la corriente social? La segunda, apoyar de forma activa a todo aquel que lucha por la preservación del planeta y sus recursos.


¿De qué forma tu estilo de vida responde a lo que enseña el salmo? ¿Qué cambios vas a introducir?