Él sana todos tus males (Salmo 103:3)


Quisiera seguir ahondando en el sentido de la salvación. Una vez más quisiera reseñar que ser salvados es muchísimo más que un boleto de entrada al cielo; es convertirnos en una nueva persona, aquella que nunca hubiéramos dejado de ser. Una persona semejante a Jesús.

Me vas a permitir que cambie la palabra males por traumas. Hay cosas de nuestra conducta actual que tienen su origen en situaciones traumáticas que han ocurrido antes en nuestras vidas, con mucha frecuencia en nuestra niñez. Mensajes que hemos oído una y otra vez acerca de si éramos válidos o no. Amor condicionado a un determinado comportamiento. Daño físico, sexual o emocional -o incluso una combinación de todo ello- por parte de aquellos que se suponía que debían protegernos. Rechazo y/o burlas por nuestro aspecto físico o mental. Habría muchas cosas más que podrían ser señaladas, sirvan estas como muestra para poner de manifiesto que esos traumas sufridos nos han llevado a generar sofisticados mecanismos de defensa que son la explicación de conductas fuertemente arraigadas en nosotros. El origen de estás conductas, con excesiva frecuencia, permanece oculto a nuestra comprensión.

También he notado que Satanás utiliza estos traumas para instalar mentiras en nuestras vidas. No olvidemos que es mentiroso desde el principio y es el padre de todas las mentiras. En lo íntimo de nuestro corazón nos susurra que no somos válidos, que no somos suficientes, que no merecemos amor de otros -mucho menos de Dios-, que debemos protegernos detrás de una coraza porque si conocen nuestro auténtico yo nos dañarán. Que debemos agradar a otros para que, a cambio, nos concedan un poco de su amor. Que tanto logramos tanto valemos. Las mentiras que se sustentan en esos traumas son infinitas.

Bien, la salvación también consiste en ser sanados de esos traumas. Jesús afirmó que conoceremos la verdad y esta nos hará libres. La sanción que Dios promete de esos traumas pasa por conocerlos, reconocerlos y gestionarlos con el Señor. Es un viaje introspectivo acompañado por el Espíritu Santo (y, en ocasiones, con un terapeuta) para entrar en contacto con esos traumas, identificarlos. Ese es el paso previo para poderlos reconocer, que es, a su vez, el paso previo para que sean sanados por Dios.

¿Qué hay detrás de tu conducta? ¿Qué traumas necesitan ser sanados por Dios?



 



Él sana todos tus males (Salmo 103:3)


Quisiera seguir ahondando en el sentido de la salvación. Una vez más quisiera reseñar que ser salvados es muchísimo más que un boleto de entrada al cielo; es convertirnos en una nueva persona, aquella que nunca hubiéramos dejado de ser. Una persona semejante a Jesús.

Me vas a permitir que cambie la palabra males por traumas. Hay cosas de nuestra conducta actual que tienen su origen en situaciones traumáticas que han ocurrido antes en nuestras vidas, con mucha frecuencia en nuestra niñez. Mensajes que hemos oído una y otra vez acerca de si éramos válidos o no. Amor condicionado a un determinado comportamiento. Daño físico, sexual o emocional -o incluso una combinación de todo ello- por parte de aquellos que se suponía que debían protegernos. Rechazo y/o burlas por nuestro aspecto físico o mental. Habría muchas cosas más que podrían ser señaladas, sirvan estas como muestra para poner de manifiesto que esos traumas sufridos nos han llevado a generar sofisticados mecanismos de defensa que son la explicación de conductas fuertemente arraigadas en nosotros. El origen de estás conductas, con excesiva frecuencia, permanece oculto a nuestra comprensión.

También he notado que Satanás utiliza estos traumas para instalar mentiras en nuestras vidas. No olvidemos que es mentiroso desde el principio y es el padre de todas las mentiras. En lo íntimo de nuestro corazón nos susurra que no somos válidos, que no somos suficientes, que no merecemos amor de otros -mucho menos de Dios-, que debemos protegernos detrás de una coraza porque si conocen nuestro auténtico yo nos dañarán. Que debemos agradar a otros para que, a cambio, nos concedan un poco de su amor. Que tanto logramos tanto valemos. Las mentiras que se sustentan en esos traumas son infinitas.

Bien, la salvación también consiste en ser sanados de esos traumas. Jesús afirmó que conoceremos la verdad y esta nos hará libres. La sanción que Dios promete de esos traumas pasa por conocerlos, reconocerlos y gestionarlos con el Señor. Es un viaje introspectivo acompañado por el Espíritu Santo (y, en ocasiones, con un terapeuta) para entrar en contacto con esos traumas, identificarlos. Ese es el paso previo para poderlos reconocer, que es, a su vez, el paso previo para que sean sanados por Dios.

¿Qué hay detrás de tu conducta? ¿Qué traumas necesitan ser sanados por Dios?



 



Él sana todos tus males (Salmo 103:3)


Quisiera seguir ahondando en el sentido de la salvación. Una vez más quisiera reseñar que ser salvados es muchísimo más que un boleto de entrada al cielo; es convertirnos en una nueva persona, aquella que nunca hubiéramos dejado de ser. Una persona semejante a Jesús.

Me vas a permitir que cambie la palabra males por traumas. Hay cosas de nuestra conducta actual que tienen su origen en situaciones traumáticas que han ocurrido antes en nuestras vidas, con mucha frecuencia en nuestra niñez. Mensajes que hemos oído una y otra vez acerca de si éramos válidos o no. Amor condicionado a un determinado comportamiento. Daño físico, sexual o emocional -o incluso una combinación de todo ello- por parte de aquellos que se suponía que debían protegernos. Rechazo y/o burlas por nuestro aspecto físico o mental. Habría muchas cosas más que podrían ser señaladas, sirvan estas como muestra para poner de manifiesto que esos traumas sufridos nos han llevado a generar sofisticados mecanismos de defensa que son la explicación de conductas fuertemente arraigadas en nosotros. El origen de estás conductas, con excesiva frecuencia, permanece oculto a nuestra comprensión.

También he notado que Satanás utiliza estos traumas para instalar mentiras en nuestras vidas. No olvidemos que es mentiroso desde el principio y es el padre de todas las mentiras. En lo íntimo de nuestro corazón nos susurra que no somos válidos, que no somos suficientes, que no merecemos amor de otros -mucho menos de Dios-, que debemos protegernos detrás de una coraza porque si conocen nuestro auténtico yo nos dañarán. Que debemos agradar a otros para que, a cambio, nos concedan un poco de su amor. Que tanto logramos tanto valemos. Las mentiras que se sustentan en esos traumas son infinitas.

Bien, la salvación también consiste en ser sanados de esos traumas. Jesús afirmó que conoceremos la verdad y esta nos hará libres. La sanción que Dios promete de esos traumas pasa por conocerlos, reconocerlos y gestionarlos con el Señor. Es un viaje introspectivo acompañado por el Espíritu Santo (y, en ocasiones, con un terapeuta) para entrar en contacto con esos traumas, identificarlos. Ese es el paso previo para poderlos reconocer, que es, a su vez, el paso previo para que sean sanados por Dios.

¿Qué hay detrás de tu conducta? ¿Qué traumas necesitan ser sanados por Dios?