Entonces ¿Qué? Porque ya no estemos bajo el yugo de la ley, sino bajo la acción de la gracia ¿habemos de pecar sin miramientos? ¡De ningún modo! Sabéis de sobra que, si os ponéis al servicio de alguien dispuestos a obedecerle, os convertir en sus esclavos: esclavos del pecado que os llevará a la muerte, o bien esclavos de la obediencia a Dios que os restablecerá en su amistad. (Romanos 6:15-16)


Haber sido declarados justos, haber sido perdonados, el hecho de que el pecado ya no tenga ningún poder legal para condenarnos no implica que debamos pecar sin más ni más, sin miramientos como afirma el apóstol. Técnicamente podemos hacerlo, sin embargo, en mi perspectiva hay dos razones por las cuales no deberíamos llevarlo a cabo. 

La primera es porque ofendemos al Señor y menospreciamos todo lo que ha hecho por nosotros. Cuando has experimentado la gracia el pecado tiene un sentido diferente que cuando no lo has experimentado. Ya no se trata de un quebrantamiento de la ley -que ya ha sido pagado por Jesús- se trata de la tristeza que produce el haberle fallado a alguien que ha hecho tanto y tanto por ti. Ya no es una cuestión legal, ni siquiera moral, es una cuestión de fallo en la confianza que Dios tiene en su relación con nosotros.

La segunda es debido al hecho del poder para esclavizar que tiene el pecado. Cierto, el pecado ya no puede dañarme desde el punto de vista legal porque Jesús ha saldado la cuenta, sin embargo, eso no significa, para nada, que no tenga la capacidad de dañarnos y todos somos conscientes y hemos experimentado el poder esclavizante que tiene y cómo poco a poco va tejiendo una sutil telaraña alrededor nuestro bloqueando nuestra voluntad y adormeciendo nuestra capacidad de decirle no.

Por ambas cosas el apóstol, en esta segunda parte del capítulo seis, vuelve a insistir en poner nuestras vidas al servicio del bien y no del pecado.



¿Qué pecados en forma de acciones, omisiones, pensamientos, actitudes, han llegado a controlar tu vida y te han esclavizado?