Pero a mí Dios va a rescatarme de la garra del reino de los muertos, si, Él me llevará consigo. No recelaré si alguna se enriquece, si aumenta el prestigio de su casa, pues al morir nada podrá llevarse. (Salmo 49:15-17)


Perspectiva ¡Cuán importante es la perspectiva! ¡Qué difícil se vuelve vivir sin ella! Tenerla o no tenerla hace una gran diferencia en nuestras vidas, se trata de vivir en un pozo, donde no hay salida, o un túnel, que por lejos que esté y oscuro se perciba, sabemos que hay un final y que este llegará. 

Tantos años de materialismo científico han insistido una y otra vez que simplemente somos combinaciones químicas producto del azar y la necesidad. Nada hay de especial en nosotros. Comparados con un árbol o una roca, somos simplemente química mezclada de forma diferente por la pura obra del azar (Véase al respecto Jacques Monod si alguien siente la necesidad de entender esa perspectiva materialista de la vida humana) Consecuentemente, privados de perspectiva eterna solo nos queda el hoy y el aquí.

Parados en el hoy y el aquí, lo único que tenemos por cierto, miramos a nuestro alrededor y observamos que mucha química y mucha historia materialista pero no todos somos igualmente iguales. Unos pisan y otros son pisados, unos tienen de todo y otros no tienen apenas nada, unos mandan y usan el poder para imponerse y otros no tenemos más remedio que someternos. Ese pedazo de química que se supone que somos comienza a rebelarse ante la realidad y a pensar que no parece muy justo lo que vive y experimenta; pero, como carece de perspectiva sólo le queda la frustración, la resignación, la rabia.

El seguidor de Jesús tiene esa perspectiva eterna. Ciertamente está, como cualquier otro ser humano, rodeado de árboles pero, estos, no le impiden para nada poder ver el bosque que hay detrás. Puede vivir en situaciones oscuras, pero tiene la certeza de estar en un túnel, no en un pozo. Esa capacidad nace de la perspectiva eterna que nos genera esperanza y resiliencia.

¿Esperanzado, resiliente?

 



Pero a mí Dios va a rescatarme de la garra del reino de los muertos, si, Él me llevará consigo. No recelaré si alguna se enriquece, si aumenta el prestigio de su casa, pues al morir nada podrá llevarse. (Salmo 49:15-17)


Perspectiva ¡Cuán importante es la perspectiva! ¡Qué difícil se vuelve vivir sin ella! Tenerla o no tenerla hace una gran diferencia en nuestras vidas, se trata de vivir en un pozo, donde no hay salida, o un túnel, que por lejos que esté y oscuro se perciba, sabemos que hay un final y que este llegará. 

Tantos años de materialismo científico han insistido una y otra vez que simplemente somos combinaciones químicas producto del azar y la necesidad. Nada hay de especial en nosotros. Comparados con un árbol o una roca, somos simplemente química mezclada de forma diferente por la pura obra del azar (Véase al respecto Jacques Monod si alguien siente la necesidad de entender esa perspectiva materialista de la vida humana) Consecuentemente, privados de perspectiva eterna solo nos queda el hoy y el aquí.

Parados en el hoy y el aquí, lo único que tenemos por cierto, miramos a nuestro alrededor y observamos que mucha química y mucha historia materialista pero no todos somos igualmente iguales. Unos pisan y otros son pisados, unos tienen de todo y otros no tienen apenas nada, unos mandan y usan el poder para imponerse y otros no tenemos más remedio que someternos. Ese pedazo de química que se supone que somos comienza a rebelarse ante la realidad y a pensar que no parece muy justo lo que vive y experimenta; pero, como carece de perspectiva sólo le queda la frustración, la resignación, la rabia.

El seguidor de Jesús tiene esa perspectiva eterna. Ciertamente está, como cualquier otro ser humano, rodeado de árboles pero, estos, no le impiden para nada poder ver el bosque que hay detrás. Puede vivir en situaciones oscuras, pero tiene la certeza de estar en un túnel, no en un pozo. Esa capacidad nace de la perspectiva eterna que nos genera esperanza y resiliencia.

¿Esperanzado, resiliente?

 



Pero a mí Dios va a rescatarme de la garra del reino de los muertos, si, Él me llevará consigo. No recelaré si alguna se enriquece, si aumenta el prestigio de su casa, pues al morir nada podrá llevarse. (Salmo 49:15-17)


Perspectiva ¡Cuán importante es la perspectiva! ¡Qué difícil se vuelve vivir sin ella! Tenerla o no tenerla hace una gran diferencia en nuestras vidas, se trata de vivir en un pozo, donde no hay salida, o un túnel, que por lejos que esté y oscuro se perciba, sabemos que hay un final y que este llegará. 

Tantos años de materialismo científico han insistido una y otra vez que simplemente somos combinaciones químicas producto del azar y la necesidad. Nada hay de especial en nosotros. Comparados con un árbol o una roca, somos simplemente química mezclada de forma diferente por la pura obra del azar (Véase al respecto Jacques Monod si alguien siente la necesidad de entender esa perspectiva materialista de la vida humana) Consecuentemente, privados de perspectiva eterna solo nos queda el hoy y el aquí.

Parados en el hoy y el aquí, lo único que tenemos por cierto, miramos a nuestro alrededor y observamos que mucha química y mucha historia materialista pero no todos somos igualmente iguales. Unos pisan y otros son pisados, unos tienen de todo y otros no tienen apenas nada, unos mandan y usan el poder para imponerse y otros no tenemos más remedio que someternos. Ese pedazo de química que se supone que somos comienza a rebelarse ante la realidad y a pensar que no parece muy justo lo que vive y experimenta; pero, como carece de perspectiva sólo le queda la frustración, la resignación, la rabia.

El seguidor de Jesús tiene esa perspectiva eterna. Ciertamente está, como cualquier otro ser humano, rodeado de árboles pero, estos, no le impiden para nada poder ver el bosque que hay detrás. Puede vivir en situaciones oscuras, pero tiene la certeza de estar en un túnel, no en un pozo. Esa capacidad nace de la perspectiva eterna que nos genera esperanza y resiliencia.

¿Esperanzado, resiliente?