Era maltratado y humillado, pero Él no habría su boca: era como cordero arrastrado al sacrificio, como oveja que va a ser esquilada. Detenido sin defensa ni juicio, ¿Quién se ocupó de su suerte? Fue arrancado de la tierra de los vivos, herido por la rebeldía de mi pueblo. Dispusieron su tumba entre malvados, lo enterraron entre malhechores. Aunque nunca cometió violencia ni su boca profirió mentiras. (Isaías 53:7-9)


Nuestro Dios puede entender a aquellos que han sido tratados injustamente, aquellos que llevan permanentemente el estigma de ser diferentes. La sospecha de ser un hijo ilegítimo. La dura experiencia de la emigración y el exilio para salvar la vida. La incomprensión de su gente, incluida su propia familia. La discriminación por provenir de una tierra, Galilea, considerada gentil. El ser objeto de odio y conspiraciones por parte de los poderes políticos y religiosos de su época. Hasta que acabó injustamente ajusticiado sin juicio previo ni derecho a defensa, a pesar de que todos, incluido el gobernador romano -famoso por ser corrupto hasta la médula- pretendió liberarlo consciente de su inocencia, aunque al final, consideraciones políticas le hicieron plegarse a la injusticia. 

Creo que Jesús entiende y empatiza con todos aquellos que sufren injustamente sea por motivos políticos, religiosos, económicos, sociales e incluso de género. Él entiende porque ha estado allá, lo ha experimentado de primera mano. Creo, consecuentemente, que puede ofrecer consuelo a todos ellos. Creo también que a nosotros, sus seguidores, nos debería de hacer reflexionar acerca de cómo reaccionamos ante la injusticia.



Era maltratado y humillado, pero Él no habría su boca: era como cordero arrastrado al sacrificio, como oveja que va a ser esquilada. Detenido sin defensa ni juicio, ¿Quién se ocupó de su suerte? Fue arrancado de la tierra de los vivos, herido por la rebeldía de mi pueblo. Dispusieron su tumba entre malvados, lo enterraron entre malhechores. Aunque nunca cometió violencia ni su boca profirió mentiras. (Isaías 53:7-9)


Nuestro Dios puede entender a aquellos que han sido tratados injustamente, aquellos que llevan permanentemente el estigma de ser diferentes. La sospecha de ser un hijo ilegítimo. La dura experiencia de la emigración y el exilio para salvar la vida. La incomprensión de su gente, incluida su propia familia. La discriminación por provenir de una tierra, Galilea, considerada gentil. El ser objeto de odio y conspiraciones por parte de los poderes políticos y religiosos de su época. Hasta que acabó injustamente ajusticiado sin juicio previo ni derecho a defensa, a pesar de que todos, incluido el gobernador romano -famoso por ser corrupto hasta la médula- pretendió liberarlo consciente de su inocencia, aunque al final, consideraciones políticas le hicieron plegarse a la injusticia. 

Creo que Jesús entiende y empatiza con todos aquellos que sufren injustamente sea por motivos políticos, religiosos, económicos, sociales e incluso de género. Él entiende porque ha estado allá, lo ha experimentado de primera mano. Creo, consecuentemente, que puede ofrecer consuelo a todos ellos. Creo también que a nosotros, sus seguidores, nos debería de hacer reflexionar acerca de cómo reaccionamos ante la injusticia.



Era maltratado y humillado, pero Él no habría su boca: era como cordero arrastrado al sacrificio, como oveja que va a ser esquilada. Detenido sin defensa ni juicio, ¿Quién se ocupó de su suerte? Fue arrancado de la tierra de los vivos, herido por la rebeldía de mi pueblo. Dispusieron su tumba entre malvados, lo enterraron entre malhechores. Aunque nunca cometió violencia ni su boca profirió mentiras. (Isaías 53:7-9)


Nuestro Dios puede entender a aquellos que han sido tratados injustamente, aquellos que llevan permanentemente el estigma de ser diferentes. La sospecha de ser un hijo ilegítimo. La dura experiencia de la emigración y el exilio para salvar la vida. La incomprensión de su gente, incluida su propia familia. La discriminación por provenir de una tierra, Galilea, considerada gentil. El ser objeto de odio y conspiraciones por parte de los poderes políticos y religiosos de su época. Hasta que acabó injustamente ajusticiado sin juicio previo ni derecho a defensa, a pesar de que todos, incluido el gobernador romano -famoso por ser corrupto hasta la médula- pretendió liberarlo consciente de su inocencia, aunque al final, consideraciones políticas le hicieron plegarse a la injusticia. 

Creo que Jesús entiende y empatiza con todos aquellos que sufren injustamente sea por motivos políticos, religiosos, económicos, sociales e incluso de género. Él entiende porque ha estado allá, lo ha experimentado de primera mano. Creo, consecuentemente, que puede ofrecer consuelo a todos ellos. Creo también que a nosotros, sus seguidores, nos debería de hacer reflexionar acerca de cómo reaccionamos ante la injusticia.