Ahora bien, el afán por satisfacer los apetitos desordenados conduce a la muerte; el de hacer lo que es propio del Espíritu lleva a la vida y La Paz. (Romanos 8:6)



Nuestras vidas están gobernadas por paradigmas, es decir, por la forma en que entendemos cómo el mundo funciona o debería funcionar. Son los filtros con los que nos acercamos a la realidad y, por tanto, la percibimos e interpretamos. Todos los tenemos, tanto si somos conscientes de ello como si no. De estos paradigmas internos nacen nuestros valores y estos determinan nuestras conductas. Finalmente, nuestras conductas determinan los frutos que cosechamos en nuestras vidas. Dicho de otro modo: el paradigma genera filtros que, a su vez, dictan lo que es importante o no en nuestras vidas que, determinan nuestras conductas en la vida cotidiana y producen los frutos que recogemos

Aveces, para muchas personas, es difícil pensar en algo tan abstracto como un paradigma y aún más complejo rastrearlo. Por eso, el método más fácil es ir desde el exterior, ¿qué frutos estoy recogiendo en mi vida? ¿qué conductas los generan? ¿qué valores hay detrás de estas? ¿cuál es el paradigma que da a luz a todo este proceso? Identificar este proceso es importante porque es ridículo esperar resultados diferentes en nuestras vidas siguiendo los mismos patrones. O cambia el patrón o no hay esperanza de cambio sostenible en el tiempo de los frutos.

Aunque somos hijos de Dios, amados y aceptados, libre de culpa y condenación, todavía tenemos la autonomía para decidir qué perseguimos en nuestras vidas. El apóstol dice que si nos dejamos llevar por lo que el cuerpo pide, recogeremos muerte en su sentido más amplio. Por el contrario, si nos dejamos llevar por lo que el Espíritu nos pide el resultado será vida en su sentido más amplio también.

¿Qué frutos estás recogiendo en tu vida? ¿Qué conductas los determinan? ¿Qué valores alimentan esas conductas? ¿Qué paradigma o forma de entender la vida hay detrás?   

Ya lo decía Jesús, por sus frutos....







Ahora bien, el afán por satisfacer los apetitos desordenados conduce a la muerte; el de hacer lo que es propio del Espíritu lleva a la vida y La Paz. (Romanos 8:6)



Nuestras vidas están gobernadas por paradigmas, es decir, por la forma en que entendemos cómo el mundo funciona o debería funcionar. Son los filtros con los que nos acercamos a la realidad y, por tanto, la percibimos e interpretamos. Todos los tenemos, tanto si somos conscientes de ello como si no. De estos paradigmas internos nacen nuestros valores y estos determinan nuestras conductas. Finalmente, nuestras conductas determinan los frutos que cosechamos en nuestras vidas. Dicho de otro modo: el paradigma genera filtros que, a su vez, dictan lo que es importante o no en nuestras vidas que, determinan nuestras conductas en la vida cotidiana y producen los frutos que recogemos

Aveces, para muchas personas, es difícil pensar en algo tan abstracto como un paradigma y aún más complejo rastrearlo. Por eso, el método más fácil es ir desde el exterior, ¿qué frutos estoy recogiendo en mi vida? ¿qué conductas los generan? ¿qué valores hay detrás de estas? ¿cuál es el paradigma que da a luz a todo este proceso? Identificar este proceso es importante porque es ridículo esperar resultados diferentes en nuestras vidas siguiendo los mismos patrones. O cambia el patrón o no hay esperanza de cambio sostenible en el tiempo de los frutos.

Aunque somos hijos de Dios, amados y aceptados, libre de culpa y condenación, todavía tenemos la autonomía para decidir qué perseguimos en nuestras vidas. El apóstol dice que si nos dejamos llevar por lo que el cuerpo pide, recogeremos muerte en su sentido más amplio. Por el contrario, si nos dejamos llevar por lo que el Espíritu nos pide el resultado será vida en su sentido más amplio también.

¿Qué frutos estás recogiendo en tu vida? ¿Qué conductas los determinan? ¿Qué valores alimentan esas conductas? ¿Qué paradigma o forma de entender la vida hay detrás?   

Ya lo decía Jesús, por sus frutos....







Ahora bien, el afán por satisfacer los apetitos desordenados conduce a la muerte; el de hacer lo que es propio del Espíritu lleva a la vida y La Paz. (Romanos 8:6)



Nuestras vidas están gobernadas por paradigmas, es decir, por la forma en que entendemos cómo el mundo funciona o debería funcionar. Son los filtros con los que nos acercamos a la realidad y, por tanto, la percibimos e interpretamos. Todos los tenemos, tanto si somos conscientes de ello como si no. De estos paradigmas internos nacen nuestros valores y estos determinan nuestras conductas. Finalmente, nuestras conductas determinan los frutos que cosechamos en nuestras vidas. Dicho de otro modo: el paradigma genera filtros que, a su vez, dictan lo que es importante o no en nuestras vidas que, determinan nuestras conductas en la vida cotidiana y producen los frutos que recogemos

Aveces, para muchas personas, es difícil pensar en algo tan abstracto como un paradigma y aún más complejo rastrearlo. Por eso, el método más fácil es ir desde el exterior, ¿qué frutos estoy recogiendo en mi vida? ¿qué conductas los generan? ¿qué valores hay detrás de estas? ¿cuál es el paradigma que da a luz a todo este proceso? Identificar este proceso es importante porque es ridículo esperar resultados diferentes en nuestras vidas siguiendo los mismos patrones. O cambia el patrón o no hay esperanza de cambio sostenible en el tiempo de los frutos.

Aunque somos hijos de Dios, amados y aceptados, libre de culpa y condenación, todavía tenemos la autonomía para decidir qué perseguimos en nuestras vidas. El apóstol dice que si nos dejamos llevar por lo que el cuerpo pide, recogeremos muerte en su sentido más amplio. Por el contrario, si nos dejamos llevar por lo que el Espíritu nos pide el resultado será vida en su sentido más amplio también.

¿Qué frutos estás recogiendo en tu vida? ¿Qué conductas los determinan? ¿Qué valores alimentan esas conductas? ¿Qué paradigma o forma de entender la vida hay detrás?   

Ya lo decía Jesús, por sus frutos....