Samuel colocó entonces una piedra entre Mispá y Sen, diciendo: Hasta aquí nos ha ayudado el Señor. Por eso la llamó Eben Ezer. (1 Samuel 7:12)


Era habitual en los tiempos del Antiguo Testamento que las personas erigieran piedras u otros símbolos que les ayudaran a recordar la intervención del Señor en sus vidas, bien individualmente o como pueblo. Era, y es importante, debido a nuestra humana propensión a que los retos y problemas de hoy nos haga olvidar la fidelidad e intervención del Señor en el pasado. La memoria difumina las cosas y, algo que en su momento se manifestó claramente como una intervención de Dios, el tiempo hace que pierda intensidad y que el azar, la casualidad, el tenía que ser, etc., tomen el lugar de lo que fue la presencia y bendición del Señor. Las páginas del Antiguo Testamento están llenas de estos ejemplos como el que el versículo ilustra.

Todos necesitamos nuestro Ebenezer, esos símbolos de que nuestro Dios ha sido fiel en el pasado. Que estamos donde estamos gracias a su intervención, bendición, provisión y cuidado. Que, sin duda, hemos tenido momentos malos pero que incluso en ellos hemos podido ver su mano protectora.


¿Por qué no creas tu propia Ebenezer en casa?







Samuel colocó entonces una piedra entre Mispá y Sen, diciendo: Hasta aquí nos ha ayudado el Señor. Por eso la llamó Eben Ezer. (1 Samuel 7:12)


Era habitual en los tiempos del Antiguo Testamento que las personas erigieran piedras u otros símbolos que les ayudaran a recordar la intervención del Señor en sus vidas, bien individualmente o como pueblo. Era, y es importante, debido a nuestra humana propensión a que los retos y problemas de hoy nos haga olvidar la fidelidad e intervención del Señor en el pasado. La memoria difumina las cosas y, algo que en su momento se manifestó claramente como una intervención de Dios, el tiempo hace que pierda intensidad y que el azar, la casualidad, el tenía que ser, etc., tomen el lugar de lo que fue la presencia y bendición del Señor. Las páginas del Antiguo Testamento están llenas de estos ejemplos como el que el versículo ilustra.

Todos necesitamos nuestro Ebenezer, esos símbolos de que nuestro Dios ha sido fiel en el pasado. Que estamos donde estamos gracias a su intervención, bendición, provisión y cuidado. Que, sin duda, hemos tenido momentos malos pero que incluso en ellos hemos podido ver su mano protectora.


¿Por qué no creas tu propia Ebenezer en casa?







Samuel colocó entonces una piedra entre Mispá y Sen, diciendo: Hasta aquí nos ha ayudado el Señor. Por eso la llamó Eben Ezer. (1 Samuel 7:12)


Era habitual en los tiempos del Antiguo Testamento que las personas erigieran piedras u otros símbolos que les ayudaran a recordar la intervención del Señor en sus vidas, bien individualmente o como pueblo. Era, y es importante, debido a nuestra humana propensión a que los retos y problemas de hoy nos haga olvidar la fidelidad e intervención del Señor en el pasado. La memoria difumina las cosas y, algo que en su momento se manifestó claramente como una intervención de Dios, el tiempo hace que pierda intensidad y que el azar, la casualidad, el tenía que ser, etc., tomen el lugar de lo que fue la presencia y bendición del Señor. Las páginas del Antiguo Testamento están llenas de estos ejemplos como el que el versículo ilustra.

Todos necesitamos nuestro Ebenezer, esos símbolos de que nuestro Dios ha sido fiel en el pasado. Que estamos donde estamos gracias a su intervención, bendición, provisión y cuidado. Que, sin duda, hemos tenido momentos malos pero que incluso en ellos hemos podido ver su mano protectora.


¿Por qué no creas tu propia Ebenezer en casa?