El Señor estaba en pie sobre ella y le decía: -Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac (Génesis 28:13)

Todo parece indicar que esta es la primera vez que el Señor se revela, se le aparece a Jacob. La verdad es que no tengo ni idea de qué tipo de conocimiento tenía el patriarca de Dios y qué relación, si alguna tenía con Él. Todo en el texto parece indicar que era inexistente, el Señor era un auténtico desconocido para el hijo de Isaac. Además, me da mucho que pensar la presentación que Dios hace de sí mismo, el Dios de Abrahán y también el de Isaac, indica que todavía no era el Dios personal de Jacob, esta era una decisión que, cómo anteriormente había tomado sus padres, también debía de tomarla él. Cada generación debe de tomar su propia decisión, debe determinar su relación con Dios, el pacto y compromiso de las anteriores generaciones puede ayudar, inspirar, mostrar el camino, pero no puede asegurar, garantizar ni obligar a las sucesivas.

Jacob es un espejo para mi propia familia. El Señor es el Dios de mi esposa Sara y el mío propia. Ambos, hace ya muchos años decidimos en este sentido. Sara siguiendo los pasos de sus padres que ya eran seguidores de Jesús. Yo comenzando porque mis padres no conocían a Dios y no tenían, por tanto, una relación personal con Él. Eso no garantiza nada con respecto a mis hijos. Ellos deben decidir si, como nosotros, quieren y desean que el Señor sea su Dios personal. Cada uno de ellos deberá pensar y sopesar si aceptan como propia y asumen de buen grado la herencia espiritual de ser seguidores de Jesús como nosotros somos. Nuevamente, cada generación debe renovar, aceptar o rechazar el pacto con Dios.

Pero me viene otra reflexión al vuelo -al tiro como dirían mis amigos chilenos- Todos nosotros debemos en un momento u otro de nuestras vidas pararnos y pensar si nuestra fe es cultural -porque nuestra familia lo es- o, por el contrario, estamos siguiendo a un Dios al que hemos aceptado como personal, al margen de la cultura y la tradición propia de nuestra familia o entorno, un Dios que quiere ser el Señor y demanda obediencia y sumisión y no ser simplemente un adorno en nuestra idiosincrasia personal y/o familiar.


¿Quién es Dios para ti?



El Señor estaba en pie sobre ella y le decía: -Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac (Génesis 28:13)

Todo parece indicar que esta es la primera vez que el Señor se revela, se le aparece a Jacob. La verdad es que no tengo ni idea de qué tipo de conocimiento tenía el patriarca de Dios y qué relación, si alguna tenía con Él. Todo en el texto parece indicar que era inexistente, el Señor era un auténtico desconocido para el hijo de Isaac. Además, me da mucho que pensar la presentación que Dios hace de sí mismo, el Dios de Abrahán y también el de Isaac, indica que todavía no era el Dios personal de Jacob, esta era una decisión que, cómo anteriormente había tomado sus padres, también debía de tomarla él. Cada generación debe de tomar su propia decisión, debe determinar su relación con Dios, el pacto y compromiso de las anteriores generaciones puede ayudar, inspirar, mostrar el camino, pero no puede asegurar, garantizar ni obligar a las sucesivas.

Jacob es un espejo para mi propia familia. El Señor es el Dios de mi esposa Sara y el mío propia. Ambos, hace ya muchos años decidimos en este sentido. Sara siguiendo los pasos de sus padres que ya eran seguidores de Jesús. Yo comenzando porque mis padres no conocían a Dios y no tenían, por tanto, una relación personal con Él. Eso no garantiza nada con respecto a mis hijos. Ellos deben decidir si, como nosotros, quieren y desean que el Señor sea su Dios personal. Cada uno de ellos deberá pensar y sopesar si aceptan como propia y asumen de buen grado la herencia espiritual de ser seguidores de Jesús como nosotros somos. Nuevamente, cada generación debe renovar, aceptar o rechazar el pacto con Dios.

Pero me viene otra reflexión al vuelo -al tiro como dirían mis amigos chilenos- Todos nosotros debemos en un momento u otro de nuestras vidas pararnos y pensar si nuestra fe es cultural -porque nuestra familia lo es- o, por el contrario, estamos siguiendo a un Dios al que hemos aceptado como personal, al margen de la cultura y la tradición propia de nuestra familia o entorno, un Dios que quiere ser el Señor y demanda obediencia y sumisión y no ser simplemente un adorno en nuestra idiosincrasia personal y/o familiar.


¿Quién es Dios para ti?



El Señor estaba en pie sobre ella y le decía: -Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac (Génesis 28:13)

Todo parece indicar que esta es la primera vez que el Señor se revela, se le aparece a Jacob. La verdad es que no tengo ni idea de qué tipo de conocimiento tenía el patriarca de Dios y qué relación, si alguna tenía con Él. Todo en el texto parece indicar que era inexistente, el Señor era un auténtico desconocido para el hijo de Isaac. Además, me da mucho que pensar la presentación que Dios hace de sí mismo, el Dios de Abrahán y también el de Isaac, indica que todavía no era el Dios personal de Jacob, esta era una decisión que, cómo anteriormente había tomado sus padres, también debía de tomarla él. Cada generación debe de tomar su propia decisión, debe determinar su relación con Dios, el pacto y compromiso de las anteriores generaciones puede ayudar, inspirar, mostrar el camino, pero no puede asegurar, garantizar ni obligar a las sucesivas.

Jacob es un espejo para mi propia familia. El Señor es el Dios de mi esposa Sara y el mío propia. Ambos, hace ya muchos años decidimos en este sentido. Sara siguiendo los pasos de sus padres que ya eran seguidores de Jesús. Yo comenzando porque mis padres no conocían a Dios y no tenían, por tanto, una relación personal con Él. Eso no garantiza nada con respecto a mis hijos. Ellos deben decidir si, como nosotros, quieren y desean que el Señor sea su Dios personal. Cada uno de ellos deberá pensar y sopesar si aceptan como propia y asumen de buen grado la herencia espiritual de ser seguidores de Jesús como nosotros somos. Nuevamente, cada generación debe renovar, aceptar o rechazar el pacto con Dios.

Pero me viene otra reflexión al vuelo -al tiro como dirían mis amigos chilenos- Todos nosotros debemos en un momento u otro de nuestras vidas pararnos y pensar si nuestra fe es cultural -porque nuestra familia lo es- o, por el contrario, estamos siguiendo a un Dios al que hemos aceptado como personal, al margen de la cultura y la tradición propia de nuestra familia o entorno, un Dios que quiere ser el Señor y demanda obediencia y sumisión y no ser simplemente un adorno en nuestra idiosincrasia personal y/o familiar.


¿Quién es Dios para ti?