Cuando llegaron de nuevo a Jerusalén, mientras Jesús estaba paseando por el Templo, se acercaron a él los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos, y le preguntaron: — ¿Con qué derecho haces tú todo eso? ¿Quién te ha autorizado a hacer lo que estás haciendo? (Mateo 21:23-27)

Dios actúa, y muchísimas veces no lo hace según nuestras expectativas ni siguiendo el guión que noso- tros hemos escrito para Él. No encaja en nuestros estrechos patrones y paradigmas mentales. Es soberano y actúa según desea y considera.

Como consecuencia, podemos tener la tentación de cuestionar a Dios, de pedirle explicaciones, de exi- girle que nos haga saber el porqué de su forma de obrar. Deseamos, necesitamos y exigimos una aclara- ción por su parte que satisfaga nuestra decepción.

El libro de Éxodo nos exhorta a no hacernos imágenes de Dios. Con demasiada frivolidad y facilidad hemos acusado a los católicos de pecar contra ese mandamiento por su adoración a las imágenes, no dándonos cuenta de que tan peligrosas o más son las imágenes mentales que nos creamos de quién es Dios, cómo debe actuar y qué debe hacer por nosotros.

La imagen que tenemos de Dios determina la manera en que nos relacionamos con Él, moldea nuestra espiritualidad y la expresión de nuestra vida cristiana. Si esta imagen no responde al patrón bíblico, si no es un reflejo del auténtico carácter del Señor expresado en las Escrituras, puede llevarnos a estable- cer una relación engañosa y plagada de decepciones, ya que Él no cumplirá las falsas expectativas que nos hemos formado

¿Estás seguro de que tu imagen de Dios responde a lo que enseña la Escritura? ¿Cuál es el peligro de tener una imagen incorrecta de Dios?

¿Has experimentado o estás experimentando en estos momentos en tu vida situaciones de decepción con el Señor? Si es así, ¿Puede que se deba a que tienes expectativas no bíblicas de cómo Él ha de actuar?


 



Cuando llegaron de nuevo a Jerusalén, mientras Jesús estaba paseando por el Templo, se acercaron a él los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos, y le preguntaron: — ¿Con qué derecho haces tú todo eso? ¿Quién te ha autorizado a hacer lo que estás haciendo? (Mateo 21:23-27)

Dios actúa, y muchísimas veces no lo hace según nuestras expectativas ni siguiendo el guión que noso- tros hemos escrito para Él. No encaja en nuestros estrechos patrones y paradigmas mentales. Es soberano y actúa según desea y considera.

Como consecuencia, podemos tener la tentación de cuestionar a Dios, de pedirle explicaciones, de exi- girle que nos haga saber el porqué de su forma de obrar. Deseamos, necesitamos y exigimos una aclara- ción por su parte que satisfaga nuestra decepción.

El libro de Éxodo nos exhorta a no hacernos imágenes de Dios. Con demasiada frivolidad y facilidad hemos acusado a los católicos de pecar contra ese mandamiento por su adoración a las imágenes, no dándonos cuenta de que tan peligrosas o más son las imágenes mentales que nos creamos de quién es Dios, cómo debe actuar y qué debe hacer por nosotros.

La imagen que tenemos de Dios determina la manera en que nos relacionamos con Él, moldea nuestra espiritualidad y la expresión de nuestra vida cristiana. Si esta imagen no responde al patrón bíblico, si no es un reflejo del auténtico carácter del Señor expresado en las Escrituras, puede llevarnos a estable- cer una relación engañosa y plagada de decepciones, ya que Él no cumplirá las falsas expectativas que nos hemos formado

¿Estás seguro de que tu imagen de Dios responde a lo que enseña la Escritura? ¿Cuál es el peligro de tener una imagen incorrecta de Dios?

¿Has experimentado o estás experimentando en estos momentos en tu vida situaciones de decepción con el Señor? Si es así, ¿Puede que se deba a que tienes expectativas no bíblicas de cómo Él ha de actuar?


 



Cuando llegaron de nuevo a Jerusalén, mientras Jesús estaba paseando por el Templo, se acercaron a él los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos, y le preguntaron: — ¿Con qué derecho haces tú todo eso? ¿Quién te ha autorizado a hacer lo que estás haciendo? (Mateo 21:23-27)

Dios actúa, y muchísimas veces no lo hace según nuestras expectativas ni siguiendo el guión que noso- tros hemos escrito para Él. No encaja en nuestros estrechos patrones y paradigmas mentales. Es soberano y actúa según desea y considera.

Como consecuencia, podemos tener la tentación de cuestionar a Dios, de pedirle explicaciones, de exi- girle que nos haga saber el porqué de su forma de obrar. Deseamos, necesitamos y exigimos una aclara- ción por su parte que satisfaga nuestra decepción.

El libro de Éxodo nos exhorta a no hacernos imágenes de Dios. Con demasiada frivolidad y facilidad hemos acusado a los católicos de pecar contra ese mandamiento por su adoración a las imágenes, no dándonos cuenta de que tan peligrosas o más son las imágenes mentales que nos creamos de quién es Dios, cómo debe actuar y qué debe hacer por nosotros.

La imagen que tenemos de Dios determina la manera en que nos relacionamos con Él, moldea nuestra espiritualidad y la expresión de nuestra vida cristiana. Si esta imagen no responde al patrón bíblico, si no es un reflejo del auténtico carácter del Señor expresado en las Escrituras, puede llevarnos a estable- cer una relación engañosa y plagada de decepciones, ya que Él no cumplirá las falsas expectativas que nos hemos formado

¿Estás seguro de que tu imagen de Dios responde a lo que enseña la Escritura? ¿Cuál es el peligro de tener una imagen incorrecta de Dios?

¿Has experimentado o estás experimentando en estos momentos en tu vida situaciones de decepción con el Señor? Si es así, ¿Puede que se deba a que tienes expectativas no bíblicas de cómo Él ha de actuar?