Porque, ¿quién te hace a ti mejor que los demás?, ¿qué tienes que no hayas recibido? Y si todo lo que tienes lo has recibido ¿a qué viene presumir como si fuera tuyo? (1 Corintios 4:7)

Para mí la iglesia es un club de miserables. Personas que deberían de formar parte de ella, que carecen de cualquier calificación que los haga dignos de pertenecer a esa fraternidad. Deshechos de la humanidad, gente inconsistente, de doble ánimo, con permanentes incoherencias y promesas hechas al Señor e incumplidas una y otra vez. Gente, en definitiva, y utilizando las palabras de Dallas Willard, en total y absoluta bancarrota espiritual. 

Y así seguimos, en un constante proceso de recuperación y restauración espiritual en el que un día tocamos las nubes y otro descendemos ¡de nuevo! a los infiernos. Por tanto ¿Cómo tenemos la vergüenza y la osadía de despreciar a un mundo caído? ¿Quiénes nos creemos que somos? ¿Cómo aquello que hemos experimentado la gracia que nos ha permitido entrar en el club de los miserables nos atrevemos a barrar el paso a otros y, ni siquiera juzgarlos?

¿Por qué te crees mejor que los demás?

 


Porque, ¿quién te hace a ti mejor que los demás?, ¿qué tienes que no hayas recibido? Y si todo lo que tienes lo has recibido ¿a qué viene presumir como si fuera tuyo? (1 Corintios 4:7)

Para mí la iglesia es un club de miserables. Personas que deberían de formar parte de ella, que carecen de cualquier calificación que los haga dignos de pertenecer a esa fraternidad. Deshechos de la humanidad, gente inconsistente, de doble ánimo, con permanentes incoherencias y promesas hechas al Señor e incumplidas una y otra vez. Gente, en definitiva, y utilizando las palabras de Dallas Willard, en total y absoluta bancarrota espiritual. 

Y así seguimos, en un constante proceso de recuperación y restauración espiritual en el que un día tocamos las nubes y otro descendemos ¡de nuevo! a los infiernos. Por tanto ¿Cómo tenemos la vergüenza y la osadía de despreciar a un mundo caído? ¿Quiénes nos creemos que somos? ¿Cómo aquello que hemos experimentado la gracia que nos ha permitido entrar en el club de los miserables nos atrevemos a barrar el paso a otros y, ni siquiera juzgarlos?

¿Por qué te crees mejor que los demás?

 


Porque, ¿quién te hace a ti mejor que los demás?, ¿qué tienes que no hayas recibido? Y si todo lo que tienes lo has recibido ¿a qué viene presumir como si fuera tuyo? (1 Corintios 4:7)

Para mí la iglesia es un club de miserables. Personas que deberían de formar parte de ella, que carecen de cualquier calificación que los haga dignos de pertenecer a esa fraternidad. Deshechos de la humanidad, gente inconsistente, de doble ánimo, con permanentes incoherencias y promesas hechas al Señor e incumplidas una y otra vez. Gente, en definitiva, y utilizando las palabras de Dallas Willard, en total y absoluta bancarrota espiritual. 

Y así seguimos, en un constante proceso de recuperación y restauración espiritual en el que un día tocamos las nubes y otro descendemos ¡de nuevo! a los infiernos. Por tanto ¿Cómo tenemos la vergüenza y la osadía de despreciar a un mundo caído? ¿Quiénes nos creemos que somos? ¿Cómo aquello que hemos experimentado la gracia que nos ha permitido entrar en el club de los miserables nos atrevemos a barrar el paso a otros y, ni siquiera juzgarlos?

¿Por qué te crees mejor que los demás?