Miro el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has fijado ¿Qué es el mortal para que te acuerdes de él, el ser humano para que de él te preocupes? (Salmo 8:4-5)


Dudar es no tener la suficiente información con respecto a un tema; también es no poderle dar sentido a la que tenemos, no poderla encajar en nuestros esquemas personales de comprensión del mundo. Una fe madura encaja y acepta la duda como algo normal, como parte indivisible del creer. Admiro a aquellos que su vida todo son certezas y no hay ningún resquicio para la duda. Los admiro pero debo admitir que -no trato de hacer un juego de palabras- dudo de tanta certidumbre y me pregunto si no es más bien el miedo a que si le dan espacio a la duda, por pequeño que este sea, toda su fe entre en un proceso de cuestionamiento que aterra. 

Dudo de pocas cosas con respecto a la fe, pero tengo una duda recurrente que muchas veces he hablado con el Padre. No me cabe en la cabeza que el Dios que ha creado y mantiene el universo tenga interés en mí. Puedo entender que hay personas virtuosas, llenas de méritos para ser enfocadas por Dios y depositarias de su agrado y atención, pero ¿yo? un ser humano cargado de contradicciones, inconsistencias, inmadureces, sin ningún tipo de influencia, ni posibilidad de tenerla a nivel político, económico o social que permitiera grandes avances a la humanidad. Y reconozco que no me entra en la cabeza, que no tiene sentido, que es disparatado y eso me hace dudar de que todo esto sea verdad. Y cuando entro en ese bucle necesariamente he de pararme, hablarlo con Dios, recordar lo que su Palabra dice acerca del tipo de personas que Él escoge -lo necio y menospreciado- y que todo es un acto de amor por su parte, un amor a pesar de y no debido a.


¿Qué te produce dudas a ti?

 



Miro el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has fijado ¿Qué es el mortal para que te acuerdes de él, el ser humano para que de él te preocupes? (Salmo 8:4-5)


Dudar es no tener la suficiente información con respecto a un tema; también es no poderle dar sentido a la que tenemos, no poderla encajar en nuestros esquemas personales de comprensión del mundo. Una fe madura encaja y acepta la duda como algo normal, como parte indivisible del creer. Admiro a aquellos que su vida todo son certezas y no hay ningún resquicio para la duda. Los admiro pero debo admitir que -no trato de hacer un juego de palabras- dudo de tanta certidumbre y me pregunto si no es más bien el miedo a que si le dan espacio a la duda, por pequeño que este sea, toda su fe entre en un proceso de cuestionamiento que aterra. 

Dudo de pocas cosas con respecto a la fe, pero tengo una duda recurrente que muchas veces he hablado con el Padre. No me cabe en la cabeza que el Dios que ha creado y mantiene el universo tenga interés en mí. Puedo entender que hay personas virtuosas, llenas de méritos para ser enfocadas por Dios y depositarias de su agrado y atención, pero ¿yo? un ser humano cargado de contradicciones, inconsistencias, inmadureces, sin ningún tipo de influencia, ni posibilidad de tenerla a nivel político, económico o social que permitiera grandes avances a la humanidad. Y reconozco que no me entra en la cabeza, que no tiene sentido, que es disparatado y eso me hace dudar de que todo esto sea verdad. Y cuando entro en ese bucle necesariamente he de pararme, hablarlo con Dios, recordar lo que su Palabra dice acerca del tipo de personas que Él escoge -lo necio y menospreciado- y que todo es un acto de amor por su parte, un amor a pesar de y no debido a.


¿Qué te produce dudas a ti?

 



Miro el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has fijado ¿Qué es el mortal para que te acuerdes de él, el ser humano para que de él te preocupes? (Salmo 8:4-5)


Dudar es no tener la suficiente información con respecto a un tema; también es no poderle dar sentido a la que tenemos, no poderla encajar en nuestros esquemas personales de comprensión del mundo. Una fe madura encaja y acepta la duda como algo normal, como parte indivisible del creer. Admiro a aquellos que su vida todo son certezas y no hay ningún resquicio para la duda. Los admiro pero debo admitir que -no trato de hacer un juego de palabras- dudo de tanta certidumbre y me pregunto si no es más bien el miedo a que si le dan espacio a la duda, por pequeño que este sea, toda su fe entre en un proceso de cuestionamiento que aterra. 

Dudo de pocas cosas con respecto a la fe, pero tengo una duda recurrente que muchas veces he hablado con el Padre. No me cabe en la cabeza que el Dios que ha creado y mantiene el universo tenga interés en mí. Puedo entender que hay personas virtuosas, llenas de méritos para ser enfocadas por Dios y depositarias de su agrado y atención, pero ¿yo? un ser humano cargado de contradicciones, inconsistencias, inmadureces, sin ningún tipo de influencia, ni posibilidad de tenerla a nivel político, económico o social que permitiera grandes avances a la humanidad. Y reconozco que no me entra en la cabeza, que no tiene sentido, que es disparatado y eso me hace dudar de que todo esto sea verdad. Y cuando entro en ese bucle necesariamente he de pararme, hablarlo con Dios, recordar lo que su Palabra dice acerca del tipo de personas que Él escoge -lo necio y menospreciado- y que todo es un acto de amor por su parte, un amor a pesar de y no debido a.


¿Qué te produce dudas a ti?