Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. —Marcos 10:38

La Cuaresma continúa y, poco a poco, nos vamos acercando a lo que se denomina la Semana Santa. Para muchos un tiempo de salir de la ciudad en busca de descanso, para otros, una posibilidad de meditar y vivir más en profundidad el misterio del Cristo hecho ser humano para mostrarnos el camino hacia el Dios Padre.

La invitación del día de hoy es a reflexionar acerca de nuestras oraciones. Imagina por un momento que pudieras prestar atención a tu vida de oración como un observador exter- no ¿Qué ves, qué te llama la atención?

Jesús tuvo que responder a una petición hecha por algunos de sus discípulos que no sabían qué estaban pidiendo. Ni siquiera se habían parado a pensar en la coherencia o incoherencia de aquello que estaban demandándole al Maestro. No habían reflexionado acerca de la posibilidad o imposibilidad de su petición, simplemente verbalizaron algo que, cuando leemos el contexto, sabemos que llevaban tiempo dándole vueltas por la cabeza. Me pregunto cuán a menudo me sucede lo mismo.

¿Cómo es tu vida de oración, qué has observado al tomar distancia y mirar sobre la misma?

¿Es un diálogo con una persona que te ama y a la que amas?

¿Es el Señor como un expendedor automático de auxilio en situaciones difíciles?

¿Qué revela de ti mismo las cosas que le pides?

¿Muestran una comprensión de quién es Dios y su carácter?

¿Estás pidiendo cosas que no tienen sentido y son incoherentes?

¿Tienes unas expectativas totalmente falsas y equivocadas acerca de Jesús?

Finalmente, ¿Qué pone de manifiesto lo que no pides?

Al observar tu vida de oración ¿Qué falta, qué no está presente, qué nunca forma parte de tu diálogo con el Señor?

¿Qué pone eso de manifiesto, qué te enseña sobre ti mismo?


 



Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. —Marcos 10:38

La Cuaresma continúa y, poco a poco, nos vamos acercando a lo que se denomina la Semana Santa. Para muchos un tiempo de salir de la ciudad en busca de descanso, para otros, una posibilidad de meditar y vivir más en profundidad el misterio del Cristo hecho ser humano para mostrarnos el camino hacia el Dios Padre.

La invitación del día de hoy es a reflexionar acerca de nuestras oraciones. Imagina por un momento que pudieras prestar atención a tu vida de oración como un observador exter- no ¿Qué ves, qué te llama la atención?

Jesús tuvo que responder a una petición hecha por algunos de sus discípulos que no sabían qué estaban pidiendo. Ni siquiera se habían parado a pensar en la coherencia o incoherencia de aquello que estaban demandándole al Maestro. No habían reflexionado acerca de la posibilidad o imposibilidad de su petición, simplemente verbalizaron algo que, cuando leemos el contexto, sabemos que llevaban tiempo dándole vueltas por la cabeza. Me pregunto cuán a menudo me sucede lo mismo.

¿Cómo es tu vida de oración, qué has observado al tomar distancia y mirar sobre la misma?

¿Es un diálogo con una persona que te ama y a la que amas?

¿Es el Señor como un expendedor automático de auxilio en situaciones difíciles?

¿Qué revela de ti mismo las cosas que le pides?

¿Muestran una comprensión de quién es Dios y su carácter?

¿Estás pidiendo cosas que no tienen sentido y son incoherentes?

¿Tienes unas expectativas totalmente falsas y equivocadas acerca de Jesús?

Finalmente, ¿Qué pone de manifiesto lo que no pides?

Al observar tu vida de oración ¿Qué falta, qué no está presente, qué nunca forma parte de tu diálogo con el Señor?

¿Qué pone eso de manifiesto, qué te enseña sobre ti mismo?


 



Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. —Marcos 10:38

La Cuaresma continúa y, poco a poco, nos vamos acercando a lo que se denomina la Semana Santa. Para muchos un tiempo de salir de la ciudad en busca de descanso, para otros, una posibilidad de meditar y vivir más en profundidad el misterio del Cristo hecho ser humano para mostrarnos el camino hacia el Dios Padre.

La invitación del día de hoy es a reflexionar acerca de nuestras oraciones. Imagina por un momento que pudieras prestar atención a tu vida de oración como un observador exter- no ¿Qué ves, qué te llama la atención?

Jesús tuvo que responder a una petición hecha por algunos de sus discípulos que no sabían qué estaban pidiendo. Ni siquiera se habían parado a pensar en la coherencia o incoherencia de aquello que estaban demandándole al Maestro. No habían reflexionado acerca de la posibilidad o imposibilidad de su petición, simplemente verbalizaron algo que, cuando leemos el contexto, sabemos que llevaban tiempo dándole vueltas por la cabeza. Me pregunto cuán a menudo me sucede lo mismo.

¿Cómo es tu vida de oración, qué has observado al tomar distancia y mirar sobre la misma?

¿Es un diálogo con una persona que te ama y a la que amas?

¿Es el Señor como un expendedor automático de auxilio en situaciones difíciles?

¿Qué revela de ti mismo las cosas que le pides?

¿Muestran una comprensión de quién es Dios y su carácter?

¿Estás pidiendo cosas que no tienen sentido y son incoherentes?

¿Tienes unas expectativas totalmente falsas y equivocadas acerca de Jesús?

Finalmente, ¿Qué pone de manifiesto lo que no pides?

Al observar tu vida de oración ¿Qué falta, qué no está presente, qué nunca forma parte de tu diálogo con el Señor?

¿Qué pone eso de manifiesto, qué te enseña sobre ti mismo?