Poniendo al descubierto los más secretos pensamientos e intenciones. (Hebreos 4:12)


La Palabra de Dios tiene poder por sí misma; por esta razón es arriesgado ponerse a su alcance. Cuando nos exponemos a ella nunca sabemos qué puede suceder en nuestras vidas. El anónimo autor de este libro indica que tiene la capacidad de poner al descubierto nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos y profundos. No se queda en la superficie, no se queda varada en lo aparente, va como un rayo láser a la raíz de las cosas y las pone de manifiesto. 

Para aquel que busca caminar cerca del Señor y amoldarse a su voluntad esto es, aunque pueda resultar doloroso en ocasiones, tremendamente útil. La Palabra nos va mostrando nuestra realidad y, consecuentemente, nos va proveyendo de oportunidades para poder trabajar sobre ella. Para aquel que no quiere aceptar esa voluntad y someterse a la misma, puede encontrar en la Palabra una molestia constante y producir una respuesta de evitarla o ignorarla o ambas cosas a la vez.

Es importante desarrollar el hábito de traer nuestro corazón de forma regular ante la Palabra; darle a esta la oportunidad de que examine pensamientos -la vida intelectual- y las emociones y, naturalmente, responder a sus exigencias.


¿Qué parte de tu vida debes exponer a la Palabra?


Poniendo al descubierto los más secretos pensamientos e intenciones. (Hebreos 4:12)


La Palabra de Dios tiene poder por sí misma; por esta razón es arriesgado ponerse a su alcance. Cuando nos exponemos a ella nunca sabemos qué puede suceder en nuestras vidas. El anónimo autor de este libro indica que tiene la capacidad de poner al descubierto nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos y profundos. No se queda en la superficie, no se queda varada en lo aparente, va como un rayo láser a la raíz de las cosas y las pone de manifiesto. 

Para aquel que busca caminar cerca del Señor y amoldarse a su voluntad esto es, aunque pueda resultar doloroso en ocasiones, tremendamente útil. La Palabra nos va mostrando nuestra realidad y, consecuentemente, nos va proveyendo de oportunidades para poder trabajar sobre ella. Para aquel que no quiere aceptar esa voluntad y someterse a la misma, puede encontrar en la Palabra una molestia constante y producir una respuesta de evitarla o ignorarla o ambas cosas a la vez.

Es importante desarrollar el hábito de traer nuestro corazón de forma regular ante la Palabra; darle a esta la oportunidad de que examine pensamientos -la vida intelectual- y las emociones y, naturalmente, responder a sus exigencias.


¿Qué parte de tu vida debes exponer a la Palabra?


Poniendo al descubierto los más secretos pensamientos e intenciones. (Hebreos 4:12)


La Palabra de Dios tiene poder por sí misma; por esta razón es arriesgado ponerse a su alcance. Cuando nos exponemos a ella nunca sabemos qué puede suceder en nuestras vidas. El anónimo autor de este libro indica que tiene la capacidad de poner al descubierto nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos y profundos. No se queda en la superficie, no se queda varada en lo aparente, va como un rayo láser a la raíz de las cosas y las pone de manifiesto. 

Para aquel que busca caminar cerca del Señor y amoldarse a su voluntad esto es, aunque pueda resultar doloroso en ocasiones, tremendamente útil. La Palabra nos va mostrando nuestra realidad y, consecuentemente, nos va proveyendo de oportunidades para poder trabajar sobre ella. Para aquel que no quiere aceptar esa voluntad y someterse a la misma, puede encontrar en la Palabra una molestia constante y producir una respuesta de evitarla o ignorarla o ambas cosas a la vez.

Es importante desarrollar el hábito de traer nuestro corazón de forma regular ante la Palabra; darle a esta la oportunidad de que examine pensamientos -la vida intelectual- y las emociones y, naturalmente, responder a sus exigencias.


¿Qué parte de tu vida debes exponer a la Palabra?