No eches en olvido la hospitalidad. (Hebreos 13:2)


La carta a los Hebreos, como tantas epístolas del Nuevo Testamento, acaba con una serie de recomendaciones para la vida cotidiana. Está muy bien la ortodoxia, pero esta debe ir acompañada de la práctica correcta, dicho de otra manera, de una buena ortopraxis. El autor nos habla de la hospitalidad. Podemos, y debemos, acercarnos a ella desde una perspectiva tradicional, acoger al desconocido y extranjero. También, como nos enseña el diccionario, acoger y ministrar al necesitado. Pero también podemos hacerlo desde una visión más amplia, no sólo en términos de abrir nuestra casa, sino también de abrir nuestras vidas, de abrir nuestro corazón, de escuchar, de dedicar tiempo, de estar presentes, de acompañar, de mitigar, en la medida de lo posible la soledad y la necesidad del otro.

Tal vez no tienes una casa que compartir, o no puedes hacerlo con la que posees. Pero si tienes una vida que abrir al otro. Hazlo.



No eches en olvido la hospitalidad. (Hebreos 13:2)


La carta a los Hebreos, como tantas epístolas del Nuevo Testamento, acaba con una serie de recomendaciones para la vida cotidiana. Está muy bien la ortodoxia, pero esta debe ir acompañada de la práctica correcta, dicho de otra manera, de una buena ortopraxis. El autor nos habla de la hospitalidad. Podemos, y debemos, acercarnos a ella desde una perspectiva tradicional, acoger al desconocido y extranjero. También, como nos enseña el diccionario, acoger y ministrar al necesitado. Pero también podemos hacerlo desde una visión más amplia, no sólo en términos de abrir nuestra casa, sino también de abrir nuestras vidas, de abrir nuestro corazón, de escuchar, de dedicar tiempo, de estar presentes, de acompañar, de mitigar, en la medida de lo posible la soledad y la necesidad del otro.

Tal vez no tienes una casa que compartir, o no puedes hacerlo con la que posees. Pero si tienes una vida que abrir al otro. Hazlo.



No eches en olvido la hospitalidad. (Hebreos 13:2)


La carta a los Hebreos, como tantas epístolas del Nuevo Testamento, acaba con una serie de recomendaciones para la vida cotidiana. Está muy bien la ortodoxia, pero esta debe ir acompañada de la práctica correcta, dicho de otra manera, de una buena ortopraxis. El autor nos habla de la hospitalidad. Podemos, y debemos, acercarnos a ella desde una perspectiva tradicional, acoger al desconocido y extranjero. También, como nos enseña el diccionario, acoger y ministrar al necesitado. Pero también podemos hacerlo desde una visión más amplia, no sólo en términos de abrir nuestra casa, sino también de abrir nuestras vidas, de abrir nuestro corazón, de escuchar, de dedicar tiempo, de estar presentes, de acompañar, de mitigar, en la medida de lo posible la soledad y la necesidad del otro.

Tal vez no tienes una casa que compartir, o no puedes hacerlo con la que posees. Pero si tienes una vida que abrir al otro. Hazlo.