Te quiero, Señor, eres mi fuerza. El Señor es mi bastión, mi baluarte, el que me salva; mi Dios es la fortaleza en que me resguardo; es mi escudo, mi refugio y mi defensa. (Salmo 18:1-2)

En este salmo David explica quién es el Señor para él. Lo define con palabras muy potentes, de gran significado. Todos los que conocemos la vida del rey sabemos que esas afirmaciones no eran meras declaraciones pomposas, su vida las demostraban y ponían de manifiesto que eran reales.

¿Quién es Dios para ti? ¿Cómo sabes que eso real en tu vida? Algo que he aprendido a lo largo de los años de trabajo en el mundo de la educación es que las grandes declaraciones acerca de cosas carecen de sentido si no pueden ser identificadas en conductas claras y visibles en la vida cotidiana. Trataré de explicarme. Si yo afirmo que el Señor es mi fortaleza en quien me resguardo, no cabe duda que es una afirmación bonita, digna de ser subrayada en mi Biblia, que incluso puede mover mi corazón a cantarle y darle gracias. Ahora bien ¿Qué conductas demuestran que eso es real en mi vida? Cuando miro a la misma ¿Cómo sé que realmente vivo y tengo incorporada esa realidad?

Jesús lo afirmó de una manera muy clara, por sus frutos los conoceréis. También la Escritura indica que los diablos creen -tienen conocimiento intelectual de cómo es Dios- y tiemblan -son conscientes de las implicaciones- sin embargo, eso no se traduce en su conducta de cada día. Sería un buen ejercicio de honestidad y crecimiento el escribir quién es Dios para mí y, una vez hecho, identificar qué conductas lo demuestran en la vida cotidiana.


¿Cuál sería el resultado si lo hicieras?

 



Te quiero, Señor, eres mi fuerza. El Señor es mi bastión, mi baluarte, el que me salva; mi Dios es la fortaleza en que me resguardo; es mi escudo, mi refugio y mi defensa. (Salmo 18:1-2)

En este salmo David explica quién es el Señor para él. Lo define con palabras muy potentes, de gran significado. Todos los que conocemos la vida del rey sabemos que esas afirmaciones no eran meras declaraciones pomposas, su vida las demostraban y ponían de manifiesto que eran reales.

¿Quién es Dios para ti? ¿Cómo sabes que eso real en tu vida? Algo que he aprendido a lo largo de los años de trabajo en el mundo de la educación es que las grandes declaraciones acerca de cosas carecen de sentido si no pueden ser identificadas en conductas claras y visibles en la vida cotidiana. Trataré de explicarme. Si yo afirmo que el Señor es mi fortaleza en quien me resguardo, no cabe duda que es una afirmación bonita, digna de ser subrayada en mi Biblia, que incluso puede mover mi corazón a cantarle y darle gracias. Ahora bien ¿Qué conductas demuestran que eso es real en mi vida? Cuando miro a la misma ¿Cómo sé que realmente vivo y tengo incorporada esa realidad?

Jesús lo afirmó de una manera muy clara, por sus frutos los conoceréis. También la Escritura indica que los diablos creen -tienen conocimiento intelectual de cómo es Dios- y tiemblan -son conscientes de las implicaciones- sin embargo, eso no se traduce en su conducta de cada día. Sería un buen ejercicio de honestidad y crecimiento el escribir quién es Dios para mí y, una vez hecho, identificar qué conductas lo demuestran en la vida cotidiana.


¿Cuál sería el resultado si lo hicieras?

 



Te quiero, Señor, eres mi fuerza. El Señor es mi bastión, mi baluarte, el que me salva; mi Dios es la fortaleza en que me resguardo; es mi escudo, mi refugio y mi defensa. (Salmo 18:1-2)

En este salmo David explica quién es el Señor para él. Lo define con palabras muy potentes, de gran significado. Todos los que conocemos la vida del rey sabemos que esas afirmaciones no eran meras declaraciones pomposas, su vida las demostraban y ponían de manifiesto que eran reales.

¿Quién es Dios para ti? ¿Cómo sabes que eso real en tu vida? Algo que he aprendido a lo largo de los años de trabajo en el mundo de la educación es que las grandes declaraciones acerca de cosas carecen de sentido si no pueden ser identificadas en conductas claras y visibles en la vida cotidiana. Trataré de explicarme. Si yo afirmo que el Señor es mi fortaleza en quien me resguardo, no cabe duda que es una afirmación bonita, digna de ser subrayada en mi Biblia, que incluso puede mover mi corazón a cantarle y darle gracias. Ahora bien ¿Qué conductas demuestran que eso es real en mi vida? Cuando miro a la misma ¿Cómo sé que realmente vivo y tengo incorporada esa realidad?

Jesús lo afirmó de una manera muy clara, por sus frutos los conoceréis. También la Escritura indica que los diablos creen -tienen conocimiento intelectual de cómo es Dios- y tiemblan -son conscientes de las implicaciones- sin embargo, eso no se traduce en su conducta de cada día. Sería un buen ejercicio de honestidad y crecimiento el escribir quién es Dios para mí y, una vez hecho, identificar qué conductas lo demuestran en la vida cotidiana.


¿Cuál sería el resultado si lo hicieras?