Hasta que Jesús sea formado en vosotros, Pablo de Tarso.


Vamos a recapitular. La ciencia nos ha enseñado que ser feliz no tiene nada que ver con la loca carrera para huir del dolor y perseguir el placer. Más bien, como nos muestran Maslow, Keagan, Lahey, en ser la mejor versión posible de nosotros mismos y hacer una contribución al mundo, es decir, vivir más allá de nosotros mismos.

Es precisamente lo que el Evangelio nos lleva enseñando desde hace 2000 años. Por eso, quiero desarrollar tres puntos: Primero, la mejor versión posible de nosotros mismos es ser semejantes a Jesús. Segundo, la mejor contribución que podemos hacer al mundo es llevar a cabo nuestra misión construyendo el Reino de Dios. Tercero, en todo ello, el dolor, sufrimiento y pruebas ocupan un lugar clave.

Jesús es el nuevo Adán, el prototipo, el primero de una nueva creación. Jesús es el hombre nuevo que el evangelio desea construir y desarrollar. Cuando nosotros observamos al Jesús hecho hombre del Evangelio podemos ver lo que es ser auténtica y genuinamente humano. Vemos lo que nosotros deberíamos haber sido si el pecado no nos hubiera convertido en el desecho que somos. Jesús nos provee un modelo a imitar, un espejo en el que reflejarnos, una meta a la que aspirar. En la medida en que nos vamos pareciendo más y más a Él nos vamos convirtiendo en más y más humanos, estamos desarrollando esa mejor versión de nosotros mismos sin la cual es imposible ser feliz. 

La salvación no consiste únicamente en adquirir un boleto/ticket/entrada para el cielo. Consiste en que todas y cada una de las dimensiones de nuestra humanidad sea redimida, reconciliada, restaurada. El pecado rompió nuestra relación con Dios, nos rompió interiormente abortando el proyecto creativo de Dios, rompió nuestras relaciones interpersonales y con la creación. Ser salvado implica restaurar todo eso, volver al diseño original que Dios tenía para cada uno de nosotros.

Pablo y el mismo Jesús lo explican de forma radical. El primero habla de ser una nueva creación; el segundo de nacer de nuevo.

No podemos vivir lo que no podemos entender ¿Cuán intencional eres en que Jesús sea formado en ti? ¿Cómo serías de diferente si fueras tu mejor versión? ¿Qué te impide serlo?






 



Hasta que Jesús sea formado en vosotros, Pablo de Tarso.


Vamos a recapitular. La ciencia nos ha enseñado que ser feliz no tiene nada que ver con la loca carrera para huir del dolor y perseguir el placer. Más bien, como nos muestran Maslow, Keagan, Lahey, en ser la mejor versión posible de nosotros mismos y hacer una contribución al mundo, es decir, vivir más allá de nosotros mismos.

Es precisamente lo que el Evangelio nos lleva enseñando desde hace 2000 años. Por eso, quiero desarrollar tres puntos: Primero, la mejor versión posible de nosotros mismos es ser semejantes a Jesús. Segundo, la mejor contribución que podemos hacer al mundo es llevar a cabo nuestra misión construyendo el Reino de Dios. Tercero, en todo ello, el dolor, sufrimiento y pruebas ocupan un lugar clave.

Jesús es el nuevo Adán, el prototipo, el primero de una nueva creación. Jesús es el hombre nuevo que el evangelio desea construir y desarrollar. Cuando nosotros observamos al Jesús hecho hombre del Evangelio podemos ver lo que es ser auténtica y genuinamente humano. Vemos lo que nosotros deberíamos haber sido si el pecado no nos hubiera convertido en el desecho que somos. Jesús nos provee un modelo a imitar, un espejo en el que reflejarnos, una meta a la que aspirar. En la medida en que nos vamos pareciendo más y más a Él nos vamos convirtiendo en más y más humanos, estamos desarrollando esa mejor versión de nosotros mismos sin la cual es imposible ser feliz. 

La salvación no consiste únicamente en adquirir un boleto/ticket/entrada para el cielo. Consiste en que todas y cada una de las dimensiones de nuestra humanidad sea redimida, reconciliada, restaurada. El pecado rompió nuestra relación con Dios, nos rompió interiormente abortando el proyecto creativo de Dios, rompió nuestras relaciones interpersonales y con la creación. Ser salvado implica restaurar todo eso, volver al diseño original que Dios tenía para cada uno de nosotros.

Pablo y el mismo Jesús lo explican de forma radical. El primero habla de ser una nueva creación; el segundo de nacer de nuevo.

No podemos vivir lo que no podemos entender ¿Cuán intencional eres en que Jesús sea formado en ti? ¿Cómo serías de diferente si fueras tu mejor versión? ¿Qué te impide serlo?






 



Hasta que Jesús sea formado en vosotros, Pablo de Tarso.


Vamos a recapitular. La ciencia nos ha enseñado que ser feliz no tiene nada que ver con la loca carrera para huir del dolor y perseguir el placer. Más bien, como nos muestran Maslow, Keagan, Lahey, en ser la mejor versión posible de nosotros mismos y hacer una contribución al mundo, es decir, vivir más allá de nosotros mismos.

Es precisamente lo que el Evangelio nos lleva enseñando desde hace 2000 años. Por eso, quiero desarrollar tres puntos: Primero, la mejor versión posible de nosotros mismos es ser semejantes a Jesús. Segundo, la mejor contribución que podemos hacer al mundo es llevar a cabo nuestra misión construyendo el Reino de Dios. Tercero, en todo ello, el dolor, sufrimiento y pruebas ocupan un lugar clave.

Jesús es el nuevo Adán, el prototipo, el primero de una nueva creación. Jesús es el hombre nuevo que el evangelio desea construir y desarrollar. Cuando nosotros observamos al Jesús hecho hombre del Evangelio podemos ver lo que es ser auténtica y genuinamente humano. Vemos lo que nosotros deberíamos haber sido si el pecado no nos hubiera convertido en el desecho que somos. Jesús nos provee un modelo a imitar, un espejo en el que reflejarnos, una meta a la que aspirar. En la medida en que nos vamos pareciendo más y más a Él nos vamos convirtiendo en más y más humanos, estamos desarrollando esa mejor versión de nosotros mismos sin la cual es imposible ser feliz. 

La salvación no consiste únicamente en adquirir un boleto/ticket/entrada para el cielo. Consiste en que todas y cada una de las dimensiones de nuestra humanidad sea redimida, reconciliada, restaurada. El pecado rompió nuestra relación con Dios, nos rompió interiormente abortando el proyecto creativo de Dios, rompió nuestras relaciones interpersonales y con la creación. Ser salvado implica restaurar todo eso, volver al diseño original que Dios tenía para cada uno de nosotros.

Pablo y el mismo Jesús lo explican de forma radical. El primero habla de ser una nueva creación; el segundo de nacer de nuevo.

No podemos vivir lo que no podemos entender ¿Cuán intencional eres en que Jesús sea formado en ti? ¿Cómo serías de diferente si fueras tu mejor versión? ¿Qué te impide serlo?