Porque el Señor es tu refugio, y has hecho del Altísimo tu amparo. No vendrá sobre ti la desgracia, ni mal alguno alcanzará tu tienda, pues Él ordenará a tus ángeles protegerte en todas sus sendas. Te llevarán en las palmas de sus manos para que tu pie no tropiece en la piedra. (Salmo 91:9-12)


Entonces ¿Qué sucede con todos los seguidores de Jesús que han muerto como consecuencia de la pandemia? ¿Por qué no se cumplen estas palabras en la vida de aquellos hermanos nuestros que están sufriendo persecución por causa de su fe? ¿Qué debe pensar el creyente que hoy no sabe cómo afrontar la alimentación de sus hijos? ¿Cómo debe plantearse estas palabras y las de todo el salmo 91 el joven que no tiene oportunidades laborales?

No es correcto usar estas palabras de la Escritura para generar falsas esperanzas y una falsa sensación de seguridad e inmunidad. Debemos interpretar todos los pasajes del Antiguo Testamento a la luz y por medio del filtro que nos provee Jesús, el Hijo de Dios, hecho ser humano para mostrarnos un camino diferente. Jesús, que como dice proféticamente Isaías en el capítulo 53, es el varón de dolores experimentado en sufrimiento, quien fue tratado con injusticia y a quien el Señor no libro de la muerte a pesar de sus súplicas. Jesús el que se sintió abandonado por el Padre. 

Dios no tiene el propósito de hacernos prosperar en la vida, que vayamos cada vez a más y a más. Su propósito es hacer de nosotros mujeres y hombres nuevos conforme a la imagen de su Hijo, quien se convierte en el hermano mayor de una nueva creación, de una nueva humanidad. Te vas a decepcionar mucho en la vida si consideras que Dios es como las compañías de seguros, listo para evitarte cualquier mal o compensarte si llegara a suceder. 

Tal vez hemos equivocado el llamado del Señor. Un llamado, como ya indiqué a que Jesús sea formado en nuestras vidas y nos convirtamos en colaboradores suyos en el ministerio de la restauración y reconciliación, involucrados en las necesidades de un mundo roto ante las cuales no podemos ser indiferentes. Ahí radicará nuestra felicidad, sentido y propósito. Entonces entenderemos que el Señor no nos libra de nada, pero nos acompaña en todo.

 



Porque el Señor es tu refugio, y has hecho del Altísimo tu amparo. No vendrá sobre ti la desgracia, ni mal alguno alcanzará tu tienda, pues Él ordenará a tus ángeles protegerte en todas sus sendas. Te llevarán en las palmas de sus manos para que tu pie no tropiece en la piedra. (Salmo 91:9-12)


Entonces ¿Qué sucede con todos los seguidores de Jesús que han muerto como consecuencia de la pandemia? ¿Por qué no se cumplen estas palabras en la vida de aquellos hermanos nuestros que están sufriendo persecución por causa de su fe? ¿Qué debe pensar el creyente que hoy no sabe cómo afrontar la alimentación de sus hijos? ¿Cómo debe plantearse estas palabras y las de todo el salmo 91 el joven que no tiene oportunidades laborales?

No es correcto usar estas palabras de la Escritura para generar falsas esperanzas y una falsa sensación de seguridad e inmunidad. Debemos interpretar todos los pasajes del Antiguo Testamento a la luz y por medio del filtro que nos provee Jesús, el Hijo de Dios, hecho ser humano para mostrarnos un camino diferente. Jesús, que como dice proféticamente Isaías en el capítulo 53, es el varón de dolores experimentado en sufrimiento, quien fue tratado con injusticia y a quien el Señor no libro de la muerte a pesar de sus súplicas. Jesús el que se sintió abandonado por el Padre. 

Dios no tiene el propósito de hacernos prosperar en la vida, que vayamos cada vez a más y a más. Su propósito es hacer de nosotros mujeres y hombres nuevos conforme a la imagen de su Hijo, quien se convierte en el hermano mayor de una nueva creación, de una nueva humanidad. Te vas a decepcionar mucho en la vida si consideras que Dios es como las compañías de seguros, listo para evitarte cualquier mal o compensarte si llegara a suceder. 

Tal vez hemos equivocado el llamado del Señor. Un llamado, como ya indiqué a que Jesús sea formado en nuestras vidas y nos convirtamos en colaboradores suyos en el ministerio de la restauración y reconciliación, involucrados en las necesidades de un mundo roto ante las cuales no podemos ser indiferentes. Ahí radicará nuestra felicidad, sentido y propósito. Entonces entenderemos que el Señor no nos libra de nada, pero nos acompaña en todo.

 



Porque el Señor es tu refugio, y has hecho del Altísimo tu amparo. No vendrá sobre ti la desgracia, ni mal alguno alcanzará tu tienda, pues Él ordenará a tus ángeles protegerte en todas sus sendas. Te llevarán en las palmas de sus manos para que tu pie no tropiece en la piedra. (Salmo 91:9-12)


Entonces ¿Qué sucede con todos los seguidores de Jesús que han muerto como consecuencia de la pandemia? ¿Por qué no se cumplen estas palabras en la vida de aquellos hermanos nuestros que están sufriendo persecución por causa de su fe? ¿Qué debe pensar el creyente que hoy no sabe cómo afrontar la alimentación de sus hijos? ¿Cómo debe plantearse estas palabras y las de todo el salmo 91 el joven que no tiene oportunidades laborales?

No es correcto usar estas palabras de la Escritura para generar falsas esperanzas y una falsa sensación de seguridad e inmunidad. Debemos interpretar todos los pasajes del Antiguo Testamento a la luz y por medio del filtro que nos provee Jesús, el Hijo de Dios, hecho ser humano para mostrarnos un camino diferente. Jesús, que como dice proféticamente Isaías en el capítulo 53, es el varón de dolores experimentado en sufrimiento, quien fue tratado con injusticia y a quien el Señor no libro de la muerte a pesar de sus súplicas. Jesús el que se sintió abandonado por el Padre. 

Dios no tiene el propósito de hacernos prosperar en la vida, que vayamos cada vez a más y a más. Su propósito es hacer de nosotros mujeres y hombres nuevos conforme a la imagen de su Hijo, quien se convierte en el hermano mayor de una nueva creación, de una nueva humanidad. Te vas a decepcionar mucho en la vida si consideras que Dios es como las compañías de seguros, listo para evitarte cualquier mal o compensarte si llegara a suceder. 

Tal vez hemos equivocado el llamado del Señor. Un llamado, como ya indiqué a que Jesús sea formado en nuestras vidas y nos convirtamos en colaboradores suyos en el ministerio de la restauración y reconciliación, involucrados en las necesidades de un mundo roto ante las cuales no podemos ser indiferentes. Ahí radicará nuestra felicidad, sentido y propósito. Entonces entenderemos que el Señor no nos libra de nada, pero nos acompaña en todo.

 



Porque el Señor es tu refugio, y has hecho del Altísimo tu amparo. No vendrá sobre ti la desgracia, ni mal alguno alcanzará tu tienda, pues Él ordenará a tus ángeles protegerte en todas sus sendas. Te llevarán en las palmas de sus manos para que tu pie no tropiece en la piedra. (Salmo 91:9-12)


Entonces ¿Qué sucede con todos los seguidores de Jesús que han muerto como consecuencia de la pandemia? ¿Por qué no se cumplen estas palabras en la vida de aquellos hermanos nuestros que están sufriendo persecución por causa de su fe? ¿Qué debe pensar el creyente que hoy no sabe cómo afrontar la alimentación de sus hijos? ¿Cómo debe plantearse estas palabras y las de todo el salmo 91 el joven que no tiene oportunidades laborales?

No es correcto usar estas palabras de la Escritura para generar falsas esperanzas y una falsa sensación de seguridad e inmunidad. Debemos interpretar todos los pasajes del Antiguo Testamento a la luz y por medio del filtro que nos provee Jesús, el Hijo de Dios, hecho ser humano para mostrarnos un camino diferente. Jesús, que como dice proféticamente Isaías en el capítulo 53, es el varón de dolores experimentado en sufrimiento, quien fue tratado con injusticia y a quien el Señor no libro de la muerte a pesar de sus súplicas. Jesús el que se sintió abandonado por el Padre. 

Dios no tiene el propósito de hacernos prosperar en la vida, que vayamos cada vez a más y a más. Su propósito es hacer de nosotros mujeres y hombres nuevos conforme a la imagen de su Hijo, quien se convierte en el hermano mayor de una nueva creación, de una nueva humanidad. Te vas a decepcionar mucho en la vida si consideras que Dios es como las compañías de seguros, listo para evitarte cualquier mal o compensarte si llegara a suceder. 

Tal vez hemos equivocado el llamado del Señor. Un llamado, como ya indiqué a que Jesús sea formado en nuestras vidas y nos convirtamos en colaboradores suyos en el ministerio de la restauración y reconciliación, involucrados en las necesidades de un mundo roto ante las cuales no podemos ser indiferentes. Ahí radicará nuestra felicidad, sentido y propósito. Entonces entenderemos que el Señor no nos libra de nada, pero nos acompaña en todo.