Dios quiso poner a prueba a Abrahán. (Génesis 22:1)


El pasaje en que Dios le pide a Abrahán que sacrifique a su hijo no es un pasaje fácil ni de entender ni de justificar. El Señor le pide que entregue a su único hijo, aquel que era el fruto de la promesa y la esperanza de descendencia. ¿Por qué Dios hace algo semejante? Personalmente no creo que el Señor tuviera la necesidad de probar la fe, la confianza de Abrahán. Él es omnisciente y, consecuentemente, sabía cuál podría ser la eventual respuesta del patriarca. Sabía perfectamente que respondería en obediencia y, por tanto, uno se pregunta qué necesidad había de hacerle pasar semejante mal rato al pobre hombre.

Pienso que el objetivo de la prueba no era convencer a Dios de nada, más bien ayudar a que el propio Abrahán pudiera ver y darse cuenta del alcance y profundidad de su confianza y obediencia. Creo que la prueba no le reportaba al Señor ninguna información valiosa que no conociera de antemano, sin embargo, si que le reportó al patriarca una importante y preciosa información acerca de él mismo, del alcance, grado e intensidad de su fe y confianza en el Señor. La prueba, sin ninguna duda, se lo hizo pasar muy mal pero, al mismo tiempo le ayudó a conocerse a sí mismo, a ver el grado de compromiso que tenía con Dios que le llevaba, incluso, a estar dispuesto a sacrificar a su propio hijo.

Porque ese es precisamente el valor de las pruebas, nos dan una importante información acerca de quién y cómo somos. Las pruebas simplemente sacan a la superficie nuestra auténtica realidad ya que es cuando estamos bajo presión y tensión cuando se revela nuestra auténtico yo. Las pruebas que la vida nos trae a los seguidores de Jesús -como a cualquier otro mortal- van sacando a la luz aspectos de nuestra vida que de otro modo nunca tendríamos conciencia de ellos y, al salir a la superficie, podemos hacer algo al respecto, enfrentarlos y, sobre todo trabajar y cambiar aspectos de nuestra vida, nuestro carácter y nuestra relación con el Señor. 

Yo nos busco las pruebas pero cuando vienen les doy la bienvenida y me pregunto a mí mismo ¿Qué quiere el Señor enseñarme por medio de las mismas? ¿Qué aspectos de mi vida y mi carácter están poniendo de manifiesto? ¿Qué debo hacer al respecto?


¿Qué pruebas estás pasando? ¿Qué realidades acerca de ti están evidenciando? ¿Qué puedes aprender de ti mismo?



Dios quiso poner a prueba a Abrahán. (Génesis 22:1)


El pasaje en que Dios le pide a Abrahán que sacrifique a su hijo no es un pasaje fácil ni de entender ni de justificar. El Señor le pide que entregue a su único hijo, aquel que era el fruto de la promesa y la esperanza de descendencia. ¿Por qué Dios hace algo semejante? Personalmente no creo que el Señor tuviera la necesidad de probar la fe, la confianza de Abrahán. Él es omnisciente y, consecuentemente, sabía cuál podría ser la eventual respuesta del patriarca. Sabía perfectamente que respondería en obediencia y, por tanto, uno se pregunta qué necesidad había de hacerle pasar semejante mal rato al pobre hombre.

Pienso que el objetivo de la prueba no era convencer a Dios de nada, más bien ayudar a que el propio Abrahán pudiera ver y darse cuenta del alcance y profundidad de su confianza y obediencia. Creo que la prueba no le reportaba al Señor ninguna información valiosa que no conociera de antemano, sin embargo, si que le reportó al patriarca una importante y preciosa información acerca de él mismo, del alcance, grado e intensidad de su fe y confianza en el Señor. La prueba, sin ninguna duda, se lo hizo pasar muy mal pero, al mismo tiempo le ayudó a conocerse a sí mismo, a ver el grado de compromiso que tenía con Dios que le llevaba, incluso, a estar dispuesto a sacrificar a su propio hijo.

Porque ese es precisamente el valor de las pruebas, nos dan una importante información acerca de quién y cómo somos. Las pruebas simplemente sacan a la superficie nuestra auténtica realidad ya que es cuando estamos bajo presión y tensión cuando se revela nuestra auténtico yo. Las pruebas que la vida nos trae a los seguidores de Jesús -como a cualquier otro mortal- van sacando a la luz aspectos de nuestra vida que de otro modo nunca tendríamos conciencia de ellos y, al salir a la superficie, podemos hacer algo al respecto, enfrentarlos y, sobre todo trabajar y cambiar aspectos de nuestra vida, nuestro carácter y nuestra relación con el Señor. 

Yo nos busco las pruebas pero cuando vienen les doy la bienvenida y me pregunto a mí mismo ¿Qué quiere el Señor enseñarme por medio de las mismas? ¿Qué aspectos de mi vida y mi carácter están poniendo de manifiesto? ¿Qué debo hacer al respecto?


¿Qué pruebas estás pasando? ¿Qué realidades acerca de ti están evidenciando? ¿Qué puedes aprender de ti mismo?



Dios quiso poner a prueba a Abrahán. (Génesis 22:1)


El pasaje en que Dios le pide a Abrahán que sacrifique a su hijo no es un pasaje fácil ni de entender ni de justificar. El Señor le pide que entregue a su único hijo, aquel que era el fruto de la promesa y la esperanza de descendencia. ¿Por qué Dios hace algo semejante? Personalmente no creo que el Señor tuviera la necesidad de probar la fe, la confianza de Abrahán. Él es omnisciente y, consecuentemente, sabía cuál podría ser la eventual respuesta del patriarca. Sabía perfectamente que respondería en obediencia y, por tanto, uno se pregunta qué necesidad había de hacerle pasar semejante mal rato al pobre hombre.

Pienso que el objetivo de la prueba no era convencer a Dios de nada, más bien ayudar a que el propio Abrahán pudiera ver y darse cuenta del alcance y profundidad de su confianza y obediencia. Creo que la prueba no le reportaba al Señor ninguna información valiosa que no conociera de antemano, sin embargo, si que le reportó al patriarca una importante y preciosa información acerca de él mismo, del alcance, grado e intensidad de su fe y confianza en el Señor. La prueba, sin ninguna duda, se lo hizo pasar muy mal pero, al mismo tiempo le ayudó a conocerse a sí mismo, a ver el grado de compromiso que tenía con Dios que le llevaba, incluso, a estar dispuesto a sacrificar a su propio hijo.

Porque ese es precisamente el valor de las pruebas, nos dan una importante información acerca de quién y cómo somos. Las pruebas simplemente sacan a la superficie nuestra auténtica realidad ya que es cuando estamos bajo presión y tensión cuando se revela nuestra auténtico yo. Las pruebas que la vida nos trae a los seguidores de Jesús -como a cualquier otro mortal- van sacando a la luz aspectos de nuestra vida que de otro modo nunca tendríamos conciencia de ellos y, al salir a la superficie, podemos hacer algo al respecto, enfrentarlos y, sobre todo trabajar y cambiar aspectos de nuestra vida, nuestro carácter y nuestra relación con el Señor. 

Yo nos busco las pruebas pero cuando vienen les doy la bienvenida y me pregunto a mí mismo ¿Qué quiere el Señor enseñarme por medio de las mismas? ¿Qué aspectos de mi vida y mi carácter están poniendo de manifiesto? ¿Qué debo hacer al respecto?


¿Qué pruebas estás pasando? ¿Qué realidades acerca de ti están evidenciando? ¿Qué puedes aprender de ti mismo?