Son nubes sin agua arrastradas por el viento; árboles en otoño, pero sin fruto, definitivamente secos, arrancados de raíz. (Judas 12)


No es un secreto que vivimos en un mundo saturado de necesidades. Si todavía no lo habíamos percibido ¡Ya es hora de hacerlo! Por eso, porque vivimos en un mundo roto, Dios envía a su Hijo y establece la Iglesia. Ésta existe a causa del deseo del Señor de restaurar y reconciliar todas las cosas; es un instrumento de bendición para el mundo, una herramienta para construir su Reino. Luz en la oscuridad, sal para preservar, lluvia para producir vida. Si la Iglesia pierde o dejar de ser fiel a su misión carece de sentido y, consecuentemente, no sirve para nada; en palabras del Maestro para ser echada fuera y ser pisada. 

El breve versículo de Judas es una buena descripción de un seguidor de Jesús que no lleva a cabo su misión. Nada hay más frustrante en tiempo de sequía que nubes que no dan lluvia. Nada es más triste -como lo ilustró Jesús en la parábola- que un árbol lleno de hojas y carente de fruto. En eso se puede convertir nuestra vida cuando centrados en nosotros mismos olvidamos nuestro propósito y misión. Con demasiada frecuencia la Iglesia, es decir nosotros, nos hemos convertido en parte del problema y no de la solución de este mundo.


¿Eres solución o problema?



Son nubes sin agua arrastradas por el viento; árboles en otoño, pero sin fruto, definitivamente secos, arrancados de raíz. (Judas 12)


No es un secreto que vivimos en un mundo saturado de necesidades. Si todavía no lo habíamos percibido ¡Ya es hora de hacerlo! Por eso, porque vivimos en un mundo roto, Dios envía a su Hijo y establece la Iglesia. Ésta existe a causa del deseo del Señor de restaurar y reconciliar todas las cosas; es un instrumento de bendición para el mundo, una herramienta para construir su Reino. Luz en la oscuridad, sal para preservar, lluvia para producir vida. Si la Iglesia pierde o dejar de ser fiel a su misión carece de sentido y, consecuentemente, no sirve para nada; en palabras del Maestro para ser echada fuera y ser pisada. 

El breve versículo de Judas es una buena descripción de un seguidor de Jesús que no lleva a cabo su misión. Nada hay más frustrante en tiempo de sequía que nubes que no dan lluvia. Nada es más triste -como lo ilustró Jesús en la parábola- que un árbol lleno de hojas y carente de fruto. En eso se puede convertir nuestra vida cuando centrados en nosotros mismos olvidamos nuestro propósito y misión. Con demasiada frecuencia la Iglesia, es decir nosotros, nos hemos convertido en parte del problema y no de la solución de este mundo.


¿Eres solución o problema?



Son nubes sin agua arrastradas por el viento; árboles en otoño, pero sin fruto, definitivamente secos, arrancados de raíz. (Judas 12)


No es un secreto que vivimos en un mundo saturado de necesidades. Si todavía no lo habíamos percibido ¡Ya es hora de hacerlo! Por eso, porque vivimos en un mundo roto, Dios envía a su Hijo y establece la Iglesia. Ésta existe a causa del deseo del Señor de restaurar y reconciliar todas las cosas; es un instrumento de bendición para el mundo, una herramienta para construir su Reino. Luz en la oscuridad, sal para preservar, lluvia para producir vida. Si la Iglesia pierde o dejar de ser fiel a su misión carece de sentido y, consecuentemente, no sirve para nada; en palabras del Maestro para ser echada fuera y ser pisada. 

El breve versículo de Judas es una buena descripción de un seguidor de Jesús que no lleva a cabo su misión. Nada hay más frustrante en tiempo de sequía que nubes que no dan lluvia. Nada es más triste -como lo ilustró Jesús en la parábola- que un árbol lleno de hojas y carente de fruto. En eso se puede convertir nuestra vida cuando centrados en nosotros mismos olvidamos nuestro propósito y misión. Con demasiada frecuencia la Iglesia, es decir nosotros, nos hemos convertido en parte del problema y no de la solución de este mundo.


¿Eres solución o problema?