Así que si alguno presume de estar firme, esté alerta, no sea que caiga. (1 Corintios 10:12)


La acrópolis de Atenas (en la ilustración) como la Sardis y otras muchas fortalezas de la antigüedad, eran consideradas inexpugnables. Sin embargo, tanto Sardis como Atenas cayeron en manos de los persas que las destruyeron hasta sus cimientos. Lo mismo sucedió con muchas de aquellas construcciones que sus defensores creyeron que no podían ser tomadas al asalto y, consecuentemente, generó en ellos una arrogancia que les condujo a relajar la vigilancia, considerar los puntos débiles o prestar atención a potenciales peligros.

A lo largo de mi seguimiento de Jesús varios de mis amigos han abandonado la fe. En ocasiones, de forma escandalosa, produciendo mucho daño a las personas de su entorno. Cuando esto ha sucedido, siempre me ha creado una sensación de gran fragilidad y vulnerabilidad porque yo podría haber estado en su lugar. Nuestra materia prima es la misma y, si yo no he caído, no ha sido por ser superior, sino más bien por la misericordia del Señor, estrategias de gestión y el apoyo de personas de mi entorno.

Ver caer a otros siempre me ha llevado a tener misericordia de ellos. Una misericordia que nace de la comprensión de la fragilidad de la naturaleza humana. Puedo entenderlos aunque eso no significa que los justifique. Verlos caer me ha llevado a volver a tomar conciencia de la necesidad de preservarme, de asegurarme que cuento con los mecanismos y los apoyos necesarios para, al menos en lo que está en mi mano, prevenir la caída.

¿Cuentas con esos recursos? En caso contrario ¿Qué puedes hacer para generarlos?

 



Así que si alguno presume de estar firme, esté alerta, no sea que caiga. (1 Corintios 10:12)


La acrópolis de Atenas (en la ilustración) como la Sardis y otras muchas fortalezas de la antigüedad, eran consideradas inexpugnables. Sin embargo, tanto Sardis como Atenas cayeron en manos de los persas que las destruyeron hasta sus cimientos. Lo mismo sucedió con muchas de aquellas construcciones que sus defensores creyeron que no podían ser tomadas al asalto y, consecuentemente, generó en ellos una arrogancia que les condujo a relajar la vigilancia, considerar los puntos débiles o prestar atención a potenciales peligros.

A lo largo de mi seguimiento de Jesús varios de mis amigos han abandonado la fe. En ocasiones, de forma escandalosa, produciendo mucho daño a las personas de su entorno. Cuando esto ha sucedido, siempre me ha creado una sensación de gran fragilidad y vulnerabilidad porque yo podría haber estado en su lugar. Nuestra materia prima es la misma y, si yo no he caído, no ha sido por ser superior, sino más bien por la misericordia del Señor, estrategias de gestión y el apoyo de personas de mi entorno.

Ver caer a otros siempre me ha llevado a tener misericordia de ellos. Una misericordia que nace de la comprensión de la fragilidad de la naturaleza humana. Puedo entenderlos aunque eso no significa que los justifique. Verlos caer me ha llevado a volver a tomar conciencia de la necesidad de preservarme, de asegurarme que cuento con los mecanismos y los apoyos necesarios para, al menos en lo que está en mi mano, prevenir la caída.

¿Cuentas con esos recursos? En caso contrario ¿Qué puedes hacer para generarlos?

 



Así que si alguno presume de estar firme, esté alerta, no sea que caiga. (1 Corintios 10:12)


La acrópolis de Atenas (en la ilustración) como la Sardis y otras muchas fortalezas de la antigüedad, eran consideradas inexpugnables. Sin embargo, tanto Sardis como Atenas cayeron en manos de los persas que las destruyeron hasta sus cimientos. Lo mismo sucedió con muchas de aquellas construcciones que sus defensores creyeron que no podían ser tomadas al asalto y, consecuentemente, generó en ellos una arrogancia que les condujo a relajar la vigilancia, considerar los puntos débiles o prestar atención a potenciales peligros.

A lo largo de mi seguimiento de Jesús varios de mis amigos han abandonado la fe. En ocasiones, de forma escandalosa, produciendo mucho daño a las personas de su entorno. Cuando esto ha sucedido, siempre me ha creado una sensación de gran fragilidad y vulnerabilidad porque yo podría haber estado en su lugar. Nuestra materia prima es la misma y, si yo no he caído, no ha sido por ser superior, sino más bien por la misericordia del Señor, estrategias de gestión y el apoyo de personas de mi entorno.

Ver caer a otros siempre me ha llevado a tener misericordia de ellos. Una misericordia que nace de la comprensión de la fragilidad de la naturaleza humana. Puedo entenderlos aunque eso no significa que los justifique. Verlos caer me ha llevado a volver a tomar conciencia de la necesidad de preservarme, de asegurarme que cuento con los mecanismos y los apoyos necesarios para, al menos en lo que está en mi mano, prevenir la caída.

¿Cuentas con esos recursos? En caso contrario ¿Qué puedes hacer para generarlos?