¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que habéis recibido de Dios y que habita en vosotros? Ya no sois los dueños de vosotros mismos. (1 Corintios 6:19)

Pablo no puede ser más claro al respecto. El antiguo sistema de lugares físicos donde residía la divinidad y a los que había que ir para encontrarse con ella han sido sustituido por un Dios que habita en nuestros corazones por medio de su Espíritu Santo. Eso tiene implicaciones prácticas muy importantes para el tema de la mayordomía. Nuestro cuerpo ya no nos pertenece y, por tanto, hemos de plantearnos cómo nos relacionamos con el mismo. El seguidor de Jesús evita los dos extremos; el culto hedonista al cuerpo y el abandono y la relajación no prestando atención al cuerpo y cuidándolo como una parte de la que deberemos rendir cuentas ante el Señor.

La Cuaresma es una invitación a salir de nosotros mismos y ver en perspectiva cómo estamos relacionándonos con nuestro cuerpo y decidir, en base a esa observación, qué paso, por pequeño que sea, hemos de dar para cambiar.

 


¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que habéis recibido de Dios y que habita en vosotros? Ya no sois los dueños de vosotros mismos. (1 Corintios 6:19)

Pablo no puede ser más claro al respecto. El antiguo sistema de lugares físicos donde residía la divinidad y a los que había que ir para encontrarse con ella han sido sustituido por un Dios que habita en nuestros corazones por medio de su Espíritu Santo. Eso tiene implicaciones prácticas muy importantes para el tema de la mayordomía. Nuestro cuerpo ya no nos pertenece y, por tanto, hemos de plantearnos cómo nos relacionamos con el mismo. El seguidor de Jesús evita los dos extremos; el culto hedonista al cuerpo y el abandono y la relajación no prestando atención al cuerpo y cuidándolo como una parte de la que deberemos rendir cuentas ante el Señor.

La Cuaresma es una invitación a salir de nosotros mismos y ver en perspectiva cómo estamos relacionándonos con nuestro cuerpo y decidir, en base a esa observación, qué paso, por pequeño que sea, hemos de dar para cambiar.

 


¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que habéis recibido de Dios y que habita en vosotros? Ya no sois los dueños de vosotros mismos. (1 Corintios 6:19)

Pablo no puede ser más claro al respecto. El antiguo sistema de lugares físicos donde residía la divinidad y a los que había que ir para encontrarse con ella han sido sustituido por un Dios que habita en nuestros corazones por medio de su Espíritu Santo. Eso tiene implicaciones prácticas muy importantes para el tema de la mayordomía. Nuestro cuerpo ya no nos pertenece y, por tanto, hemos de plantearnos cómo nos relacionamos con el mismo. El seguidor de Jesús evita los dos extremos; el culto hedonista al cuerpo y el abandono y la relajación no prestando atención al cuerpo y cuidándolo como una parte de la que deberemos rendir cuentas ante el Señor.

La Cuaresma es una invitación a salir de nosotros mismos y ver en perspectiva cómo estamos relacionándonos con nuestro cuerpo y decidir, en base a esa observación, qué paso, por pequeño que sea, hemos de dar para cambiar.