¿No puedo hacer con lo mío lo que quiera? ¿O es que mi generosidad va a provocar mi envidia? (Mateo 20:16)

La parábola de los jornaleros no es una de las más populares, sin embargo, nos habla de la sorprendente y escandalosa gracia del Señor. En ocasiones, tenemos la convicción de que Dios está en deuda con nosotros. No entendemos que no recibamos aquello que consideramos que merecemos y, consecuentemente, consideramos que el Señor es injusto. Esa sensación de injusticia se agrava cuando nos comparamos con otros y pensamos que reciben más de lo que estamos recibiendo nosotros y, honestamente, no acabamos de entender cómo eso es posible. 

Tal vez debemos de cambiar el enfoque. En primer lugar, Dios no nos debe nada y podemos estar contentos por ello, ya que si nos diera lo que nos merecemos, saldríamos muy mal parados. Por tanto, todo lo que tenemos es pura gracia, es un don inmerecido que viene de Él. En segundo lugar, como dice el refrán, las comparaciones siempre son odiosas. Si estamos agradecidos por aquello que recibimos del Señor no tendríamos ninguna problema en celebrar lo que otros reciben, no habría lugar para sentirnos agraviados.

¿Qué puedes aprender de esta parábola para desarrollar contentamiento en tu vida?