Mensaje del domingo 3 de agosto de 2025 por Carlos Martínez
Lectura: 2 Timoteo 3:16-17
Título: La Biblia vista como un museo
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Una propuesta del “Salmo 137bis”
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…y escribir tu propio Salmo 137bis.
Luego, si quieres, lo puedes compartir aquí abajo, juntamente con un comentario o pregunta que quieras hacer sobre este mensaje:
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Salmo 137bis – En la Antesala
En el rincón entre el llanto y la alabanza
1 Aquí me detengo, en este umbral sagrado,
donde las lágrimas aún humedecen mis mejillas
pero ya no caen como torrente desbordado.
2 He llorado junto a los ríos del destierro,
he colgado mi arpa en los sauces del dolor,
he conocido el sabor amargo del hierro
que atraviesa el alma del desterrado.
3 Pero en este rincón, Señor, algo se mueve:
una brisa tenue que seca el rostro,
una luz que apenas se atreve
a filtrarse por las grietas del desaliento.
4 No sé aún si puedo cantar,
si mis labios recordarán las melodías
que un día supieron entonar
en los atrios de tu casa.
5 Pero sé que estoy aquí, esperando,
como quien aguarda en la antesala
del médico que puede sanar,
del juez que puede perdonar.
6 Toma mis pedazos rotos, Señor,
estos fragmentos de fe dispersa;
recoge cada gota de mi dolor
y transfórmala en ofrenda.
7 Que mi corazón aprenda de nuevo
a confiar antes de comprender,
a esperar cuando todo parece adverso,
a bendecir antes de recibir.
8 Aquí, en este espacio intermedio,
donde el lamento encuentra al gozo,
preparo mi alma como templo
para el canto que ha de venir.
9 Porque tú, oh Dios, habitas tanto
en el valle de sombra y muerte
como en las alturas del canto;
tanto en el quebranto como en la suerte.
10 Por eso espero en este rincón,
paciente como la aurora
que sabe que después de la oscuridad
viene siempre una nueva hora.
Selah
Para el director del coro. Salmo de transición.
De la aflicción a la alabanza, del llanto al canto.
Por mi parte recordé un pequeño poema que escribí hace años y forma parte de una serie que titulé “Gritos hacia adentro” (Como esos gritos que no se oyen pero están ahí cuando algo duele tanto que no se puede ni gritar)
GRITO Nº 1
La ciudad hoy no duerme la siesta,
todo es ruido, movimiento y confusión
y un manto gris la envuelve, mas no llora,
sólo espera.
¿Cuándo llegará la lluvia bienhechora?
¿He de esperar aún por largo tiempo
que el líquido barnice las aceras?
¿No es el momento?
Mi alma, cual estruendosa urbe,
se siente hoy también envuelta en grises;
y espera, así mismo, una tormenta
que la aclare.
Una tormenta, en fin, que arrase todo,
que barra con la gris monotonía,
que limpie de tristezas a mi espíritu,
que me inunde.
¡Que anegue al corazón en alegría!
Barcelona, diciembre 1996
De los sauces al altar
Junto a los ríos del quebranto,
colgamos nuestras arpas en los sauces,
la memoria era un fuego que no consolaba,
y Babilonia, un eco sin patria.
¿Cómo cantar cuando el alma se deshace?
¿Cómo alabar si la lengua se anuda al llanto?
Jerusalén, te llevábamos en el pecho,
como un latido que no cesa.
Pero en la noche más larga,
una voz se alzó entre las ruinas:
“No temas, yo te he oído.”
Y el polvo se tornó en promesa.
Ahora, Señor, te alabo con todo mi corazón,
ya no hay cadenas en mi canto.
Tu fidelidad me sostuvo en la angustia,
y tu mano extendida me levantó.
De la nostalgia brotó la esperanza,
del exilio, la comunión.
Y en medio de los reyes y los muros,
tu nombre resplandece como sol naciente.
No olvido el sauce ni el río,
pero ahora mi arpa canta en tu templo.
Porque aunque anduve en sombra,
tú me vivificaste con tu luz.
Amén.
(Este Salmo 137bis explora la transición emocional y espiritual entre el Salmo 137 (un canto de exilio, dolor y añoranza) y el Salmo 138 (una afirmación de gratitud, fe y restauración).)