Todo aquel que escucha mis palabras y obra en consecuencia, puede compararse a una persona sensata que construyó su casa sobre un cimiento de roca viva.  Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa; pero no cayó, porque estaba construida sobre un cimiento de roca viva.  En cambio, todo aquel que escucha mis palabras, pero no obra en consecuencia, puede compararse a una persona necia que construyó su casa sobre un terreno arenoso.  Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa que se hundió terminando en ruina total. (Mateo 7: 24-27)


El mismo fenómeno que se da en Palestina y Jesús describe en esta parábola sucede todavía a día de hoy en muchas regiones de mi país, España. Tierra de lluvias estacionales que se descargan con increíble fuerza durante el final del verano y el otoño provocando grandes inundaciones. Ramblas, arroyos, torrentes y ríos que están prácticamente secos durante buena parte del año se convierten en corrientes de aguas impetuosas que se llevan por delante todo aquello que encuentran a su paso. Provocando con demasiada frecuencia muerte y destrucción. Por eso es tan importante escoger bien el lugar donde uno decide construir su vivienda. Aquello que a simple vista parece ser un lugar apacible puede convertirse en una trampa mortal cuando llegan las tormentas y los aluviones. Cualquiera de los oyentes de Jesús podía entender lo que estaba diciendo y podía hacer el salto mental para ver la aplicación espiritual del discurso. 

He parado de escribir mi reflexión, me he ido a correr. Mientras corría he estado pensando sobre las implicaciones de esta parábola y ahora vuelvo a escribir. He pensado que la vida es un auténtico absurdo si Jesús no es Dios hecho ser humano. He pensado que este mundo es un lugar sin sentido a menos que espere el Reino de Dios y éste sea una realidad y no una mera ficción. Porque cuando miro a mi alrededor lo único que me sugiere la realidad es una profunda y triste desesperanza. La maldad, la corrupción económica y política, la pobreza, la violencia ejercida sobre las personas por múltiples e incomprensibles razones, el terrorismo, la injusticia, la manipulación por parte de los poderes económicos, políticos y sociales ¿Cómo es posible vivir en un mundo así? ¿Cómo puede uno levantarse cada mañana y afrontar la vida si no hay esperanza? Y esa esperanza ¿Dónde está basada? Si no es posible cimentarla en Jesús porque, o bien no existió, o si lo hizo fue tan solo un hombre, entonces no hay suelo lo suficientemente sólido para sustentar ningún proyecta vital, todo es arena, todo es una mera y simple quimera. 

Personalmente no puedo vivir sin cimientos, sin un ancla que me fije y me permita vivir en medio de las tormentas de la vida. Sin Jesús y su mensaje del Reino veo la vida y el mundo como un total y absoluto absurdo. Un sin sentido que abre una espiral de escepticismo y desesperanza. Sin Jesús todo pierde sentido, el bien y el mal, lo correcto y lo correcta, la humanidad y la inhumanidad, todo es lo mismo, todo resulta indiferente, todo resulta insoportable. Sólo Jesús, al menos para mí, ofrece un sustento sólido para poder construir esperanza para mi vida, para el presente y el futuro. Entiendo que existen personas que pueden vivir sin un cimiento sólido para su proyecto vital ¡Yo no puedo!


¿Sobre qué cimiento está edificado tu proyecto vital? ¿Qué capacidad de resistencia tiene a los embates de la vida?


Todo aquel que escucha mis palabras y obra en consecuencia, puede compararse a una persona sensata que construyó su casa sobre un cimiento de roca viva.  Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa; pero no cayó, porque estaba construida sobre un cimiento de roca viva.  En cambio, todo aquel que escucha mis palabras, pero no obra en consecuencia, puede compararse a una persona necia que construyó su casa sobre un terreno arenoso.  Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa que se hundió terminando en ruina total. (Mateo 7: 24-27)


El mismo fenómeno que se da en Palestina y Jesús describe en esta parábola sucede todavía a día de hoy en muchas regiones de mi país, España. Tierra de lluvias estacionales que se descargan con increíble fuerza durante el final del verano y el otoño provocando grandes inundaciones. Ramblas, arroyos, torrentes y ríos que están prácticamente secos durante buena parte del año se convierten en corrientes de aguas impetuosas que se llevan por delante todo aquello que encuentran a su paso. Provocando con demasiada frecuencia muerte y destrucción. Por eso es tan importante escoger bien el lugar donde uno decide construir su vivienda. Aquello que a simple vista parece ser un lugar apacible puede convertirse en una trampa mortal cuando llegan las tormentas y los aluviones. Cualquiera de los oyentes de Jesús podía entender lo que estaba diciendo y podía hacer el salto mental para ver la aplicación espiritual del discurso. 

He parado de escribir mi reflexión, me he ido a correr. Mientras corría he estado pensando sobre las implicaciones de esta parábola y ahora vuelvo a escribir. He pensado que la vida es un auténtico absurdo si Jesús no es Dios hecho ser humano. He pensado que este mundo es un lugar sin sentido a menos que espere el Reino de Dios y éste sea una realidad y no una mera ficción. Porque cuando miro a mi alrededor lo único que me sugiere la realidad es una profunda y triste desesperanza. La maldad, la corrupción económica y política, la pobreza, la violencia ejercida sobre las personas por múltiples e incomprensibles razones, el terrorismo, la injusticia, la manipulación por parte de los poderes económicos, políticos y sociales ¿Cómo es posible vivir en un mundo así? ¿Cómo puede uno levantarse cada mañana y afrontar la vida si no hay esperanza? Y esa esperanza ¿Dónde está basada? Si no es posible cimentarla en Jesús porque, o bien no existió, o si lo hizo fue tan solo un hombre, entonces no hay suelo lo suficientemente sólido para sustentar ningún proyecta vital, todo es arena, todo es una mera y simple quimera. 

Personalmente no puedo vivir sin cimientos, sin un ancla que me fije y me permita vivir en medio de las tormentas de la vida. Sin Jesús y su mensaje del Reino veo la vida y el mundo como un total y absoluto absurdo. Un sin sentido que abre una espiral de escepticismo y desesperanza. Sin Jesús todo pierde sentido, el bien y el mal, lo correcto y lo correcta, la humanidad y la inhumanidad, todo es lo mismo, todo resulta indiferente, todo resulta insoportable. Sólo Jesús, al menos para mí, ofrece un sustento sólido para poder construir esperanza para mi vida, para el presente y el futuro. Entiendo que existen personas que pueden vivir sin un cimiento sólido para su proyecto vital ¡Yo no puedo!


¿Sobre qué cimiento está edificado tu proyecto vital? ¿Qué capacidad de resistencia tiene a los embates de la vida?


Todo aquel que escucha mis palabras y obra en consecuencia, puede compararse a una persona sensata que construyó su casa sobre un cimiento de roca viva.  Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa; pero no cayó, porque estaba construida sobre un cimiento de roca viva.  En cambio, todo aquel que escucha mis palabras, pero no obra en consecuencia, puede compararse a una persona necia que construyó su casa sobre un terreno arenoso.  Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa que se hundió terminando en ruina total. (Mateo 7: 24-27)


El mismo fenómeno que se da en Palestina y Jesús describe en esta parábola sucede todavía a día de hoy en muchas regiones de mi país, España. Tierra de lluvias estacionales que se descargan con increíble fuerza durante el final del verano y el otoño provocando grandes inundaciones. Ramblas, arroyos, torrentes y ríos que están prácticamente secos durante buena parte del año se convierten en corrientes de aguas impetuosas que se llevan por delante todo aquello que encuentran a su paso. Provocando con demasiada frecuencia muerte y destrucción. Por eso es tan importante escoger bien el lugar donde uno decide construir su vivienda. Aquello que a simple vista parece ser un lugar apacible puede convertirse en una trampa mortal cuando llegan las tormentas y los aluviones. Cualquiera de los oyentes de Jesús podía entender lo que estaba diciendo y podía hacer el salto mental para ver la aplicación espiritual del discurso. 

He parado de escribir mi reflexión, me he ido a correr. Mientras corría he estado pensando sobre las implicaciones de esta parábola y ahora vuelvo a escribir. He pensado que la vida es un auténtico absurdo si Jesús no es Dios hecho ser humano. He pensado que este mundo es un lugar sin sentido a menos que espere el Reino de Dios y éste sea una realidad y no una mera ficción. Porque cuando miro a mi alrededor lo único que me sugiere la realidad es una profunda y triste desesperanza. La maldad, la corrupción económica y política, la pobreza, la violencia ejercida sobre las personas por múltiples e incomprensibles razones, el terrorismo, la injusticia, la manipulación por parte de los poderes económicos, políticos y sociales ¿Cómo es posible vivir en un mundo así? ¿Cómo puede uno levantarse cada mañana y afrontar la vida si no hay esperanza? Y esa esperanza ¿Dónde está basada? Si no es posible cimentarla en Jesús porque, o bien no existió, o si lo hizo fue tan solo un hombre, entonces no hay suelo lo suficientemente sólido para sustentar ningún proyecta vital, todo es arena, todo es una mera y simple quimera. 

Personalmente no puedo vivir sin cimientos, sin un ancla que me fije y me permita vivir en medio de las tormentas de la vida. Sin Jesús y su mensaje del Reino veo la vida y el mundo como un total y absoluto absurdo. Un sin sentido que abre una espiral de escepticismo y desesperanza. Sin Jesús todo pierde sentido, el bien y el mal, lo correcto y lo correcta, la humanidad y la inhumanidad, todo es lo mismo, todo resulta indiferente, todo resulta insoportable. Sólo Jesús, al menos para mí, ofrece un sustento sólido para poder construir esperanza para mi vida, para el presente y el futuro. Entiendo que existen personas que pueden vivir sin un cimiento sólido para su proyecto vital ¡Yo no puedo!


¿Sobre qué cimiento está edificado tu proyecto vital? ¿Qué capacidad de resistencia tiene a los embates de la vida?