Después Jacob hizo esta promesa: -Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que acabo de emprender, si me proporciona alimento para sustentarme y vestido para cubrirme, y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. Esta piedra votiva que he erigido será casa de Dios y le daré el diezmo de todo lo que me de. (Génesis 28:20-22)

He de reconocer que Jacob es un personaje que no me produce  demasiadas simpatías. Conforme más avanzo en el estudio de su persona más cosas que no me gustan aparecen y me producen una reacción contrario. Me pregunto si, a menudo, reaccionó cuando veo en otros el reflejo de lo que no me gusta en mí mismo. ¿Pero qué pensar de esta declaración de Jacob? Se dirige al Señor como si estuviera haciendo un negocio, un contrato con Él. Tú me darás esto y esto –de paso sea dicho, un montón de cosas- y, a cambio, yo generosamente te concederé el privilegio de que seas mi Dios y, eso sí, en un acto de magnánima generosidad te daré el diez por ciento de todo lo que me des. Así pues, Dios, sepas que cuánto más me des, más te daré. Una buena motivación para el Señor para bendecir a Jacob pues podrá recibir el diez por ciento ¡Señores, nada más ni nada menos que un diez por ciento de todo! Fin del contrato. Ahora Dios cumple tu parte si deseas que un servidor cumpla la suya.

¡Cuántos seguidores del Maestro no viven de forma consciente o inconsciente bajo estos mismos parámetros! Su relación con el Señor es contractual y esperan para ellos y sus familias todo tipo de bendiciones emocionales, espirituales, físicas y materiales pues, al fin y al cabo, para eso está Dios y para eso son sus seguidores, para tener un trato de favor de parte de Él. De una manera u otra sus expectativas son las de Jacob y su relación con Dios responde a ese mismo modelo y, consecuentemente, se produce una gran decepción cuando Dios no está a la altura del pacto, acuerdo o contrato que ellos han firmado con Él. Para estas personas lejos queda el Señor que les invita a seguirle pagando precios, tomando cruces, optando por el dolor y el sufrimiento para restaurar y reconciliar a otros, dispuestos a sufrir persecución a causa de vivir piadosamente y haciendo bien a todos de forma intencional e incondicional.

Para los seguidores del modelo de Jacob cualquier problema, dolor, sufrimiento o dificultad propia de la vida es vivida con frustración, con decepción hacia Dios, con una sensación de abandono y de que Él no ha estado a la altura de las expectativas que sobre Él se habían depositado y que ha quebrantado el contrato que nosotros unilateralmente habíamos firmado con el Señor y que pensábamos que le obligaba. ¡Qué equivocados estábamos!



¿Qué tipo de relación has establecido con Dios según el modelo de Jacob o el de Jesús?


Después Jacob hizo esta promesa: -Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que acabo de emprender, si me proporciona alimento para sustentarme y vestido para cubrirme, y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. Esta piedra votiva que he erigido será casa de Dios y le daré el diezmo de todo lo que me de. (Génesis 28:20-22)

He de reconocer que Jacob es un personaje que no me produce  demasiadas simpatías. Conforme más avanzo en el estudio de su persona más cosas que no me gustan aparecen y me producen una reacción contrario. Me pregunto si, a menudo, reaccionó cuando veo en otros el reflejo de lo que no me gusta en mí mismo. ¿Pero qué pensar de esta declaración de Jacob? Se dirige al Señor como si estuviera haciendo un negocio, un contrato con Él. Tú me darás esto y esto –de paso sea dicho, un montón de cosas- y, a cambio, yo generosamente te concederé el privilegio de que seas mi Dios y, eso sí, en un acto de magnánima generosidad te daré el diez por ciento de todo lo que me des. Así pues, Dios, sepas que cuánto más me des, más te daré. Una buena motivación para el Señor para bendecir a Jacob pues podrá recibir el diez por ciento ¡Señores, nada más ni nada menos que un diez por ciento de todo! Fin del contrato. Ahora Dios cumple tu parte si deseas que un servidor cumpla la suya.

¡Cuántos seguidores del Maestro no viven de forma consciente o inconsciente bajo estos mismos parámetros! Su relación con el Señor es contractual y esperan para ellos y sus familias todo tipo de bendiciones emocionales, espirituales, físicas y materiales pues, al fin y al cabo, para eso está Dios y para eso son sus seguidores, para tener un trato de favor de parte de Él. De una manera u otra sus expectativas son las de Jacob y su relación con Dios responde a ese mismo modelo y, consecuentemente, se produce una gran decepción cuando Dios no está a la altura del pacto, acuerdo o contrato que ellos han firmado con Él. Para estas personas lejos queda el Señor que les invita a seguirle pagando precios, tomando cruces, optando por el dolor y el sufrimiento para restaurar y reconciliar a otros, dispuestos a sufrir persecución a causa de vivir piadosamente y haciendo bien a todos de forma intencional e incondicional.

Para los seguidores del modelo de Jacob cualquier problema, dolor, sufrimiento o dificultad propia de la vida es vivida con frustración, con decepción hacia Dios, con una sensación de abandono y de que Él no ha estado a la altura de las expectativas que sobre Él se habían depositado y que ha quebrantado el contrato que nosotros unilateralmente habíamos firmado con el Señor y que pensábamos que le obligaba. ¡Qué equivocados estábamos!



¿Qué tipo de relación has establecido con Dios según el modelo de Jacob o el de Jesús?


Después Jacob hizo esta promesa: -Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que acabo de emprender, si me proporciona alimento para sustentarme y vestido para cubrirme, y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. Esta piedra votiva que he erigido será casa de Dios y le daré el diezmo de todo lo que me de. (Génesis 28:20-22)

He de reconocer que Jacob es un personaje que no me produce  demasiadas simpatías. Conforme más avanzo en el estudio de su persona más cosas que no me gustan aparecen y me producen una reacción contrario. Me pregunto si, a menudo, reaccionó cuando veo en otros el reflejo de lo que no me gusta en mí mismo. ¿Pero qué pensar de esta declaración de Jacob? Se dirige al Señor como si estuviera haciendo un negocio, un contrato con Él. Tú me darás esto y esto –de paso sea dicho, un montón de cosas- y, a cambio, yo generosamente te concederé el privilegio de que seas mi Dios y, eso sí, en un acto de magnánima generosidad te daré el diez por ciento de todo lo que me des. Así pues, Dios, sepas que cuánto más me des, más te daré. Una buena motivación para el Señor para bendecir a Jacob pues podrá recibir el diez por ciento ¡Señores, nada más ni nada menos que un diez por ciento de todo! Fin del contrato. Ahora Dios cumple tu parte si deseas que un servidor cumpla la suya.

¡Cuántos seguidores del Maestro no viven de forma consciente o inconsciente bajo estos mismos parámetros! Su relación con el Señor es contractual y esperan para ellos y sus familias todo tipo de bendiciones emocionales, espirituales, físicas y materiales pues, al fin y al cabo, para eso está Dios y para eso son sus seguidores, para tener un trato de favor de parte de Él. De una manera u otra sus expectativas son las de Jacob y su relación con Dios responde a ese mismo modelo y, consecuentemente, se produce una gran decepción cuando Dios no está a la altura del pacto, acuerdo o contrato que ellos han firmado con Él. Para estas personas lejos queda el Señor que les invita a seguirle pagando precios, tomando cruces, optando por el dolor y el sufrimiento para restaurar y reconciliar a otros, dispuestos a sufrir persecución a causa de vivir piadosamente y haciendo bien a todos de forma intencional e incondicional.

Para los seguidores del modelo de Jacob cualquier problema, dolor, sufrimiento o dificultad propia de la vida es vivida con frustración, con decepción hacia Dios, con una sensación de abandono y de que Él no ha estado a la altura de las expectativas que sobre Él se habían depositado y que ha quebrantado el contrato que nosotros unilateralmente habíamos firmado con el Señor y que pensábamos que le obligaba. ¡Qué equivocados estábamos!



¿Qué tipo de relación has establecido con Dios según el modelo de Jacob o el de Jesús?