El Señor le preguntó a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel?. —Génesis 4:9

Dios continúa con sus preguntas potentes. La pregunta que le hizo a Adán tenía como finalidad ayudarle a reflexionar acerca de su situación con Dios, la pregunta que el Señor le hace a Caín, como la anterior, no tiene como propósito darle a Dios una información que conoce de sobra, antes bien, favorecer el proceso de reflexión, el inclinarse hacia atrás y ganar distancia y perspectiva que Caín precisa después de haber matado a su hermano Abel.

La Cuaresma, a través de esta pregunta del Señor, nos invita a que pensemos acerca de qué actitud tenemos hacia nuestro prójimo, qué marca la relación con un mundo roto y necesitado, qué nos caracteriza en lo que concierne a ser sensibles a las necesidades de las personas que nos rodean, sean estas físicas, emocionales, materiales, intelectuales, o de otro tipo.

La pregunta, en toda su sencillez, fuerza la reflexión tanto si lo queremos como si no. El mero hecho de evitar reflexionar acerca de nuestra posible indiferencia e insen- sibilidad hacia el prójimo ya es en sí mismo, un beneficio de la pregunta, ya nos muestra y nos da pistas acerca del tipo de persona que somos.

¿Dónde está tu hermano? ¿Cuál es tu responsabilidad hacia él? ¿Qué vas a hacer?

Hoy me levanto,

A través de la fuerza de los cielos,
La luz del sol y el brillo de la luna,
El esplendor del fuego, la rapidez del rayo
Lo inesperado del viento, la profundidad del mar, La estabilidad de la tierra, la firmeza de la roca, Hoy me levanto,
A través de la fortaleza de Dios que es mi navegante El poder de Dios que me sostiene,
La sabiduría de Dios que me guía,
Los ojos de Dios que me ve,
Los oídos de Dios que me escuchan,
La voz de Dios que habla en mí,
La mano de Dios que me guarda,
El camino de Dios que esta frente a mí,
El escudo de Dios que me protege
De la vista del maldad y la tentación de los vicios, De todo aquel que me desee mal,
Lejos o cerca,
Sea uno o una multitud
(Patricio de Irlanda)


 


El Señor le preguntó a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel?. —Génesis 4:9

Dios continúa con sus preguntas potentes. La pregunta que le hizo a Adán tenía como finalidad ayudarle a reflexionar acerca de su situación con Dios, la pregunta que el Señor le hace a Caín, como la anterior, no tiene como propósito darle a Dios una información que conoce de sobra, antes bien, favorecer el proceso de reflexión, el inclinarse hacia atrás y ganar distancia y perspectiva que Caín precisa después de haber matado a su hermano Abel.

La Cuaresma, a través de esta pregunta del Señor, nos invita a que pensemos acerca de qué actitud tenemos hacia nuestro prójimo, qué marca la relación con un mundo roto y necesitado, qué nos caracteriza en lo que concierne a ser sensibles a las necesidades de las personas que nos rodean, sean estas físicas, emocionales, materiales, intelectuales, o de otro tipo.

La pregunta, en toda su sencillez, fuerza la reflexión tanto si lo queremos como si no. El mero hecho de evitar reflexionar acerca de nuestra posible indiferencia e insen- sibilidad hacia el prójimo ya es en sí mismo, un beneficio de la pregunta, ya nos muestra y nos da pistas acerca del tipo de persona que somos.

¿Dónde está tu hermano? ¿Cuál es tu responsabilidad hacia él? ¿Qué vas a hacer?

Hoy me levanto,

A través de la fuerza de los cielos,
La luz del sol y el brillo de la luna,
El esplendor del fuego, la rapidez del rayo
Lo inesperado del viento, la profundidad del mar, La estabilidad de la tierra, la firmeza de la roca, Hoy me levanto,
A través de la fortaleza de Dios que es mi navegante El poder de Dios que me sostiene,
La sabiduría de Dios que me guía,
Los ojos de Dios que me ve,
Los oídos de Dios que me escuchan,
La voz de Dios que habla en mí,
La mano de Dios que me guarda,
El camino de Dios que esta frente a mí,
El escudo de Dios que me protege
De la vista del maldad y la tentación de los vicios, De todo aquel que me desee mal,
Lejos o cerca,
Sea uno o una multitud
(Patricio de Irlanda)


 


El Señor le preguntó a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel?. —Génesis 4:9

Dios continúa con sus preguntas potentes. La pregunta que le hizo a Adán tenía como finalidad ayudarle a reflexionar acerca de su situación con Dios, la pregunta que el Señor le hace a Caín, como la anterior, no tiene como propósito darle a Dios una información que conoce de sobra, antes bien, favorecer el proceso de reflexión, el inclinarse hacia atrás y ganar distancia y perspectiva que Caín precisa después de haber matado a su hermano Abel.

La Cuaresma, a través de esta pregunta del Señor, nos invita a que pensemos acerca de qué actitud tenemos hacia nuestro prójimo, qué marca la relación con un mundo roto y necesitado, qué nos caracteriza en lo que concierne a ser sensibles a las necesidades de las personas que nos rodean, sean estas físicas, emocionales, materiales, intelectuales, o de otro tipo.

La pregunta, en toda su sencillez, fuerza la reflexión tanto si lo queremos como si no. El mero hecho de evitar reflexionar acerca de nuestra posible indiferencia e insen- sibilidad hacia el prójimo ya es en sí mismo, un beneficio de la pregunta, ya nos muestra y nos da pistas acerca del tipo de persona que somos.

¿Dónde está tu hermano? ¿Cuál es tu responsabilidad hacia él? ¿Qué vas a hacer?

Hoy me levanto,

A través de la fuerza de los cielos,
La luz del sol y el brillo de la luna,
El esplendor del fuego, la rapidez del rayo
Lo inesperado del viento, la profundidad del mar, La estabilidad de la tierra, la firmeza de la roca, Hoy me levanto,
A través de la fortaleza de Dios que es mi navegante El poder de Dios que me sostiene,
La sabiduría de Dios que me guía,
Los ojos de Dios que me ve,
Los oídos de Dios que me escuchan,
La voz de Dios que habla en mí,
La mano de Dios que me guarda,
El camino de Dios que esta frente a mí,
El escudo de Dios que me protege
De la vista del maldad y la tentación de los vicios, De todo aquel que me desee mal,
Lejos o cerca,
Sea uno o una multitud
(Patricio de Irlanda)