Si os escribo, no es porque desconozcáis la verdad; de hecho la conocéis y sabéis que mentira y verdad es excluyen mutuamente. (1 Juan 2:21)


La verdad es algo contradictorio. En ocasiones puede ser dolorosa, tanto que preferimos aferrarnos a una mentira que mitigue ese dolor. En ocasiones vivimos esclavos de mentiras; mentiras que han echado raíces en nuestras mentes y que, a efectos prácticos, funcionan como verdades para nosotros. Mentiras que proceden de nuestra educación, de la iglesia, de nuestra cultura. Mentiras acerca de Dios, acerca de nosotros mismos y acerca de la actitud que el Señor tiene hacia nosotros y que provienen directamente de Satanás. No hemos de olvidar que Satanás, como dice la Escritura, es mentiroso desde el principio y es el padre de toda mentira. Por eso Jesús vino lleno de gracia y de verdad, es más, Él es la verdad. Satanás y Jesús son incompatibles y lo mismo lo son los mensajes que provienen de uno y otro. 

Fue el mismo Jesús quien afirmó que la verdad nos haría libres. Hemos de cambiar todas las mentiras que alimentan nuestras vidas por las verdades que proceden de Dios. Hemos de hacer un serio y profundo análisis de qué cosas nos estamos creyendo y asumiendo y que no proceden del Padre sino del maligno. Hemos de evaluar si lo que asumimos como cierto acerca de nosotros mismos, del Señor, de su actitud hacia nosotros, de lo que deberían ser nuestras prioridades y valores, sobre lo que es realmente importante y lo que no, son mentiras o verdades, porque ambas cosas, como dice Juan, son incompatibles. Las verdades que vienen del Padres pueden, en ocasiones, ser dolorosas, pero siempre traen libertad o nos ponen en el camino hacia ella. 


¿Qué mentiras estás creyendo y aceptando en tu vida acerca de Dios, ti mismo, la sociedad, etc.?



Si os escribo, no es porque desconozcáis la verdad; de hecho la conocéis y sabéis que mentira y verdad es excluyen mutuamente. (1 Juan 2:21)


La verdad es algo contradictorio. En ocasiones puede ser dolorosa, tanto que preferimos aferrarnos a una mentira que mitigue ese dolor. En ocasiones vivimos esclavos de mentiras; mentiras que han echado raíces en nuestras mentes y que, a efectos prácticos, funcionan como verdades para nosotros. Mentiras que proceden de nuestra educación, de la iglesia, de nuestra cultura. Mentiras acerca de Dios, acerca de nosotros mismos y acerca de la actitud que el Señor tiene hacia nosotros y que provienen directamente de Satanás. No hemos de olvidar que Satanás, como dice la Escritura, es mentiroso desde el principio y es el padre de toda mentira. Por eso Jesús vino lleno de gracia y de verdad, es más, Él es la verdad. Satanás y Jesús son incompatibles y lo mismo lo son los mensajes que provienen de uno y otro. 

Fue el mismo Jesús quien afirmó que la verdad nos haría libres. Hemos de cambiar todas las mentiras que alimentan nuestras vidas por las verdades que proceden de Dios. Hemos de hacer un serio y profundo análisis de qué cosas nos estamos creyendo y asumiendo y que no proceden del Padre sino del maligno. Hemos de evaluar si lo que asumimos como cierto acerca de nosotros mismos, del Señor, de su actitud hacia nosotros, de lo que deberían ser nuestras prioridades y valores, sobre lo que es realmente importante y lo que no, son mentiras o verdades, porque ambas cosas, como dice Juan, son incompatibles. Las verdades que vienen del Padres pueden, en ocasiones, ser dolorosas, pero siempre traen libertad o nos ponen en el camino hacia ella. 


¿Qué mentiras estás creyendo y aceptando en tu vida acerca de Dios, ti mismo, la sociedad, etc.?



Si os escribo, no es porque desconozcáis la verdad; de hecho la conocéis y sabéis que mentira y verdad es excluyen mutuamente. (1 Juan 2:21)


La verdad es algo contradictorio. En ocasiones puede ser dolorosa, tanto que preferimos aferrarnos a una mentira que mitigue ese dolor. En ocasiones vivimos esclavos de mentiras; mentiras que han echado raíces en nuestras mentes y que, a efectos prácticos, funcionan como verdades para nosotros. Mentiras que proceden de nuestra educación, de la iglesia, de nuestra cultura. Mentiras acerca de Dios, acerca de nosotros mismos y acerca de la actitud que el Señor tiene hacia nosotros y que provienen directamente de Satanás. No hemos de olvidar que Satanás, como dice la Escritura, es mentiroso desde el principio y es el padre de toda mentira. Por eso Jesús vino lleno de gracia y de verdad, es más, Él es la verdad. Satanás y Jesús son incompatibles y lo mismo lo son los mensajes que provienen de uno y otro. 

Fue el mismo Jesús quien afirmó que la verdad nos haría libres. Hemos de cambiar todas las mentiras que alimentan nuestras vidas por las verdades que proceden de Dios. Hemos de hacer un serio y profundo análisis de qué cosas nos estamos creyendo y asumiendo y que no proceden del Padre sino del maligno. Hemos de evaluar si lo que asumimos como cierto acerca de nosotros mismos, del Señor, de su actitud hacia nosotros, de lo que deberían ser nuestras prioridades y valores, sobre lo que es realmente importante y lo que no, son mentiras o verdades, porque ambas cosas, como dice Juan, son incompatibles. Las verdades que vienen del Padres pueden, en ocasiones, ser dolorosas, pero siempre traen libertad o nos ponen en el camino hacia ella. 


¿Qué mentiras estás creyendo y aceptando en tu vida acerca de Dios, ti mismo, la sociedad, etc.?



Si os escribo, no es porque desconozcáis la verdad; de hecho la conocéis y sabéis que mentira y verdad es excluyen mutuamente. (1 Juan 2:21)


La verdad es algo contradictorio. En ocasiones puede ser dolorosa, tanto que preferimos aferrarnos a una mentira que mitigue ese dolor. En ocasiones vivimos esclavos de mentiras; mentiras que han echado raíces en nuestras mentes y que, a efectos prácticos, funcionan como verdades para nosotros. Mentiras que proceden de nuestra educación, de la iglesia, de nuestra cultura. Mentiras acerca de Dios, acerca de nosotros mismos y acerca de la actitud que el Señor tiene hacia nosotros y que provienen directamente de Satanás. No hemos de olvidar que Satanás, como dice la Escritura, es mentiroso desde el principio y es el padre de toda mentira. Por eso Jesús vino lleno de gracia y de verdad, es más, Él es la verdad. Satanás y Jesús son incompatibles y lo mismo lo son los mensajes que provienen de uno y otro. 

Fue el mismo Jesús quien afirmó que la verdad nos haría libres. Hemos de cambiar todas las mentiras que alimentan nuestras vidas por las verdades que proceden de Dios. Hemos de hacer un serio y profundo análisis de qué cosas nos estamos creyendo y asumiendo y que no proceden del Padre sino del maligno. Hemos de evaluar si lo que asumimos como cierto acerca de nosotros mismos, del Señor, de su actitud hacia nosotros, de lo que deberían ser nuestras prioridades y valores, sobre lo que es realmente importante y lo que no, son mentiras o verdades, porque ambas cosas, como dice Juan, son incompatibles. Las verdades que vienen del Padres pueden, en ocasiones, ser dolorosas, pero siempre traen libertad o nos ponen en el camino hacia ella. 


¿Qué mentiras estás creyendo y aceptando en tu vida acerca de Dios, ti mismo, la sociedad, etc.?