Hijo único del Padre, lleno de gracia y verdad. (Juan 1:14)


Todas las organizaciones tienen su cultura, y no podemos olvidar que la iglesia también es, además de un ente espiritual, una organización. La cultura se define como el conjunto de valores, normas y pautas de conducta que comparten los miembros de la organización y que se ven reflejados en los comportamientos de estos. Las personas moldean la conducta y después esta les moldea a ellos y a todos lo que en el futuro formarán parte de esa organización. 

Echo de menos una cultura caracterizada por la gracia. Una cultura en la que ésta esté presente y determine las conductas de los seguidores de Jesús hacia ellos mismos, otros y el mundo en general. Es interesante que Juan afirma que Jesús vino lleno de gracia. No vino lleno de juicio y condena. No vino lleno de intolerancia hacia los pecadores. No vino para condenar al mundo sino, en sus propias palabras, para salvar al mundo. En el versículo 17 de su prólogo teológico, Juan afirma que la ley fue dada por Moisés, sin embargo, la gracia y la verdad nos han venido por medio de Jesucristo. 

La Iglesia, en general, no es percibida por la sociedad como una organización llena de gracia, más bien llena de prejuicios, condena y rechazo de todos aquellos que desde su perspectiva son pecadores e indignos de la comunión con los santos. Lo malo es que esta carencia de gracia se extiende también a los miembros de la misma. Seamos honestos y sinceros, nuestras relaciones no están caracterizadas por la gracia, por pensar lo mejor del otro, por la ausencia de juicio, crítica y condena. Todo lo contrario. En este punto, como en tantos otros, no reflejamos el carácter de Jesús quien es la muestra viviente de la gracia de Dios para con la humanidad y a quien se supone que debemos imitar.


¿De qué modo está presente la gracia en tus relaciones con otros miembros de la comunidad? ¿Y con la sociedad?



Hijo único del Padre, lleno de gracia y verdad. (Juan 1:14)


Todas las organizaciones tienen su cultura, y no podemos olvidar que la iglesia también es, además de un ente espiritual, una organización. La cultura se define como el conjunto de valores, normas y pautas de conducta que comparten los miembros de la organización y que se ven reflejados en los comportamientos de estos. Las personas moldean la conducta y después esta les moldea a ellos y a todos lo que en el futuro formarán parte de esa organización. 

Echo de menos una cultura caracterizada por la gracia. Una cultura en la que ésta esté presente y determine las conductas de los seguidores de Jesús hacia ellos mismos, otros y el mundo en general. Es interesante que Juan afirma que Jesús vino lleno de gracia. No vino lleno de juicio y condena. No vino lleno de intolerancia hacia los pecadores. No vino para condenar al mundo sino, en sus propias palabras, para salvar al mundo. En el versículo 17 de su prólogo teológico, Juan afirma que la ley fue dada por Moisés, sin embargo, la gracia y la verdad nos han venido por medio de Jesucristo. 

La Iglesia, en general, no es percibida por la sociedad como una organización llena de gracia, más bien llena de prejuicios, condena y rechazo de todos aquellos que desde su perspectiva son pecadores e indignos de la comunión con los santos. Lo malo es que esta carencia de gracia se extiende también a los miembros de la misma. Seamos honestos y sinceros, nuestras relaciones no están caracterizadas por la gracia, por pensar lo mejor del otro, por la ausencia de juicio, crítica y condena. Todo lo contrario. En este punto, como en tantos otros, no reflejamos el carácter de Jesús quien es la muestra viviente de la gracia de Dios para con la humanidad y a quien se supone que debemos imitar.


¿De qué modo está presente la gracia en tus relaciones con otros miembros de la comunidad? ¿Y con la sociedad?