Algún día seremos semejantes a Él (1 Juan 3:3)


Un año recién acabó y otro, 2018, recién comenzó. Si al final del mismo no somos más semejantes, más parecidos a Jesús, habrá sido un año totalmente perdido como es posible que lo haya sido el que justo pasó. No importa cuántos cultos, estudios bíblicos, reuniones de alabanza, ayunos y oraciones hayamos acumulado; si todo ello no nos ha ayudado a que Jesús sea más evidente en nuestra vida y así lo puedan percibir otros ¡Año perdido!

Desde hace unos pocos años trato de ser intencional en ese sentido. Al comienzo de cada nuevo año, como en estos momentos, pienso en un aspecto del carácter del Maestro, de su vida y ministerio que deseo cultivas e imitar. Naturalmente no voy a despreciar las oportunidades que el diario vivir generé y que me permitan experimentar y desarrollar a Jesús en mí; pero hay algo en lo que deseo ser proactivo, intencional, tenaz. Este año lo declaro para mí el año del Espíritu Santo. Quiero experimentarlo más y mejor. Deseo ser más sensible a su guía, dirección e intervención en mi vida y mi ministerio. Deseo estar más abierto a que actúe en mí y a través mío.

Te invito a que pienses que aspecto de Jesús deseas cultivar este año en tu vida pues como el refrán dice, quien nada busca nada encuentra. Y, si quieres, dímelo en forma de comentario, será un buen motivo para orar por ti.









Algún día seremos semejantes a Él (1 Juan 3:3)


Un año recién acabó y otro, 2018, recién comenzó. Si al final del mismo no somos más semejantes, más parecidos a Jesús, habrá sido un año totalmente perdido como es posible que lo haya sido el que justo pasó. No importa cuántos cultos, estudios bíblicos, reuniones de alabanza, ayunos y oraciones hayamos acumulado; si todo ello no nos ha ayudado a que Jesús sea más evidente en nuestra vida y así lo puedan percibir otros ¡Año perdido!

Desde hace unos pocos años trato de ser intencional en ese sentido. Al comienzo de cada nuevo año, como en estos momentos, pienso en un aspecto del carácter del Maestro, de su vida y ministerio que deseo cultivas e imitar. Naturalmente no voy a despreciar las oportunidades que el diario vivir generé y que me permitan experimentar y desarrollar a Jesús en mí; pero hay algo en lo que deseo ser proactivo, intencional, tenaz. Este año lo declaro para mí el año del Espíritu Santo. Quiero experimentarlo más y mejor. Deseo ser más sensible a su guía, dirección e intervención en mi vida y mi ministerio. Deseo estar más abierto a que actúe en mí y a través mío.

Te invito a que pienses que aspecto de Jesús deseas cultivar este año en tu vida pues como el refrán dice, quien nada busca nada encuentra. Y, si quieres, dímelo en forma de comentario, será un buen motivo para orar por ti.









Algún día seremos semejantes a Él (1 Juan 3:3)


Un año recién acabó y otro, 2018, recién comenzó. Si al final del mismo no somos más semejantes, más parecidos a Jesús, habrá sido un año totalmente perdido como es posible que lo haya sido el que justo pasó. No importa cuántos cultos, estudios bíblicos, reuniones de alabanza, ayunos y oraciones hayamos acumulado; si todo ello no nos ha ayudado a que Jesús sea más evidente en nuestra vida y así lo puedan percibir otros ¡Año perdido!

Desde hace unos pocos años trato de ser intencional en ese sentido. Al comienzo de cada nuevo año, como en estos momentos, pienso en un aspecto del carácter del Maestro, de su vida y ministerio que deseo cultivas e imitar. Naturalmente no voy a despreciar las oportunidades que el diario vivir generé y que me permitan experimentar y desarrollar a Jesús en mí; pero hay algo en lo que deseo ser proactivo, intencional, tenaz. Este año lo declaro para mí el año del Espíritu Santo. Quiero experimentarlo más y mejor. Deseo ser más sensible a su guía, dirección e intervención en mi vida y mi ministerio. Deseo estar más abierto a que actúe en mí y a través mío.

Te invito a que pienses que aspecto de Jesús deseas cultivar este año en tu vida pues como el refrán dice, quien nada busca nada encuentra. Y, si quieres, dímelo en forma de comentario, será un buen motivo para orar por ti.