Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido e hicieron abominable maldad; no hay quien haga el bien. (Salmo 53:1)


El diccionario define al necio como aquel falto de inteligencia o razón. En la Biblia se añade otra matización, aquel que decide organizar su vida al margen de los principios del Señor. El salmo 53 está dedicado precisamente a la necedad y narra el proceso de descomposición moral que se produce en una persona cuando esta toma la decisión de negar a Dios, sea de forma activa -negar su existencia- o de forma pasiva -ser indiferente a la misma-. David habla de corrupción, maldad, dejar de hacer el bien, cometer iniquidad, etc.

El seguidor de Jesús puede cometer la imprudencia de pensar que eso no le afecta a él porque conoce a Dios y tiene una relación personal con Él ¡Craso error! Nosotros no somos inmunes a esa realidad y podemos caer en la misma espiral de corrupción que aquel que no lleva a cabo un seguimiento de Jesús. Como seres humanos estamos sometidos al mismo proceso, en cuanto nos alejamos de Jesús y nos volvemos pasivos en nuestra comunión con Él comienza en nosotros un proceso de corrupción espiritual que, de seguir, nos llevará inevitablemente a la práctica del mal o la omisión del bien. Es un principio espiritual universal, alejarse de Dios equivale a descomposición moral y ética. Si dudamos de que esto sea cierto simplemente tenemos que observar con objetividad nuestra propia experiencia personal y podremos establecer, sin ninguna duda, la relación causa efecto.

Tiene todo el sentido, cuanto más se aleja uno de la luz, menos capacidad para ver y orientarse tiene.


¿Qué evidencias hay en tu vida que puedan mostrar que estás en ese proceso antes descrito?









Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido e hicieron abominable maldad; no hay quien haga el bien. (Salmo 53:1)


El diccionario define al necio como aquel falto de inteligencia o razón. En la Biblia se añade otra matización, aquel que decide organizar su vida al margen de los principios del Señor. El salmo 53 está dedicado precisamente a la necedad y narra el proceso de descomposición moral que se produce en una persona cuando esta toma la decisión de negar a Dios, sea de forma activa -negar su existencia- o de forma pasiva -ser indiferente a la misma-. David habla de corrupción, maldad, dejar de hacer el bien, cometer iniquidad, etc.

El seguidor de Jesús puede cometer la imprudencia de pensar que eso no le afecta a él porque conoce a Dios y tiene una relación personal con Él ¡Craso error! Nosotros no somos inmunes a esa realidad y podemos caer en la misma espiral de corrupción que aquel que no lleva a cabo un seguimiento de Jesús. Como seres humanos estamos sometidos al mismo proceso, en cuanto nos alejamos de Jesús y nos volvemos pasivos en nuestra comunión con Él comienza en nosotros un proceso de corrupción espiritual que, de seguir, nos llevará inevitablemente a la práctica del mal o la omisión del bien. Es un principio espiritual universal, alejarse de Dios equivale a descomposición moral y ética. Si dudamos de que esto sea cierto simplemente tenemos que observar con objetividad nuestra propia experiencia personal y podremos establecer, sin ninguna duda, la relación causa efecto.

Tiene todo el sentido, cuanto más se aleja uno de la luz, menos capacidad para ver y orientarse tiene.


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Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido e hicieron abominable maldad; no hay quien haga el bien. (Salmo 53:1)


El diccionario define al necio como aquel falto de inteligencia o razón. En la Biblia se añade otra matización, aquel que decide organizar su vida al margen de los principios del Señor. El salmo 53 está dedicado precisamente a la necedad y narra el proceso de descomposición moral que se produce en una persona cuando esta toma la decisión de negar a Dios, sea de forma activa -negar su existencia- o de forma pasiva -ser indiferente a la misma-. David habla de corrupción, maldad, dejar de hacer el bien, cometer iniquidad, etc.

El seguidor de Jesús puede cometer la imprudencia de pensar que eso no le afecta a él porque conoce a Dios y tiene una relación personal con Él ¡Craso error! Nosotros no somos inmunes a esa realidad y podemos caer en la misma espiral de corrupción que aquel que no lleva a cabo un seguimiento de Jesús. Como seres humanos estamos sometidos al mismo proceso, en cuanto nos alejamos de Jesús y nos volvemos pasivos en nuestra comunión con Él comienza en nosotros un proceso de corrupción espiritual que, de seguir, nos llevará inevitablemente a la práctica del mal o la omisión del bien. Es un principio espiritual universal, alejarse de Dios equivale a descomposición moral y ética. Si dudamos de que esto sea cierto simplemente tenemos que observar con objetividad nuestra propia experiencia personal y podremos establecer, sin ninguna duda, la relación causa efecto.

Tiene todo el sentido, cuanto más se aleja uno de la luz, menos capacidad para ver y orientarse tiene.


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