Todas las cosas bajo el sol tienen un tiempo y un momento. (Eclesiastés 3:1)


164 es el número de horas que tiene una semana. A todos los seres humanos se nos concede la misma cantidad de horas; es una decisión de cada persona cómo va a invertir ese recurso tan preciado. Un buen ejercicio consiste en escribir en una columna todo lo que llegamos a hacer durante una semana tipo; cuanto más exhaustivos podamos ser ¡Mucho mejor! Cuando hablo de todo, quiero realmente decir todo lo que seas capaz de recordar, incluidas cosas como: mirar Facebook, transporte desde o hacia el trabajo y/o estudios, televisión, estudio, etc., etc. Después, en otra columna paralela, escribir la cantidad de tiempo que se nos va en dichas actividades. Una vez realizado esto vale la pena observar los resultados y reflexionar acerca de los mismos.

Una primera pregunta sería: ¿Cuánto tiempo hemos dedicado a cultivar y desarrollar nuestro seguimiento de Jesús? Para muchos una excusa socorrida es afirmar que no tienen tiempo. Sin embargo, estoy seguro que una superficial ojeada a los resultados del ejercicio nos mostrará que ¡Sí que tenemos tiempo! pero este es invertido en otras cosas que nos resultan -consciente o inconscientemente- mucho más gratificantes. Incluso el tiempo podemos estar usándolo para actividades religiosas; precisamente una de las confusiones más habituales es pensar que tiempo de religión y tiempo de relación con el Señor son equivalentes. Otra pregunta importante sería: ¿Qué tiempo estoy dedicando a la reflexión personal, a evaluar la forma en que estoy viviendo y actuar en base a esa reflexión? Considero que es una locura e insensatez no tomar un tiempo para pararse de vez en cuando y examinar nuestro estilo de vida. El Señor por medio de profeta Hageo nos invita a reflexionar sobre nuestra forma de vivir (1:7). Aún podríamos hacernos una tercera pregunta: ¿Cuánto tiempo estoy dedicando a mi formación espiritual, intelectual, ministerial? Un líder no puede ni debe permitirse el lujo de no estar en formación y desarrollo constante. Ninguna cantidad de actividades debe apartarle de invertir en su propio desarrollo como persona y líder.

No importa si eres o no líder, este ejercicio puede serte de gran utilidad en tu vida. Aunque no líderes a nadie igualmente posees 164 horas que debes invertir semana a semana. El ejercicio descrito te dará un panorama del modo en que estás gastando tu vida, qué sucede con tu tiempo con Dios, con la familia, con tu propio desarrollo y formación, con el descanso, con tu trabajo como agente de restauración en un mundo roto y necesitado. Puedes pensar que de todas esas horas que teóricamente posees más de 40 están dedicadas a tu trabajo. Lo entiendo, es cierto, pero eso mismo tiene que generarte una reflexión porque desde el punto de vista bíblico tu trabajo es tu ministerio y una acción de alabanza y adoración al Señor. El reto para ti, si estás en esta circunstancia, no es dejar tu trabajo para dedicarle más tiempo a Dios y al ministerio, antes al contrario, aprender a ver la dimensión de alabanza y ministerio del mismo.


¿Estás dispuesto a hacer el ejercicio pedido? En caso contrario ¿Qué te hace pensar el hecho de que no desees hacerlo? ¿Cuál o cuáles pueden ser las razones subyacentes?












Todas las cosas bajo el sol tienen un tiempo y un momento. (Eclesiastés 3:1)


164 es el número de horas que tiene una semana. A todos los seres humanos se nos concede la misma cantidad de horas; es una decisión de cada persona cómo va a invertir ese recurso tan preciado. Un buen ejercicio consiste en escribir en una columna todo lo que llegamos a hacer durante una semana tipo; cuanto más exhaustivos podamos ser ¡Mucho mejor! Cuando hablo de todo, quiero realmente decir todo lo que seas capaz de recordar, incluidas cosas como: mirar Facebook, transporte desde o hacia el trabajo y/o estudios, televisión, estudio, etc., etc. Después, en otra columna paralela, escribir la cantidad de tiempo que se nos va en dichas actividades. Una vez realizado esto vale la pena observar los resultados y reflexionar acerca de los mismos.

Una primera pregunta sería: ¿Cuánto tiempo hemos dedicado a cultivar y desarrollar nuestro seguimiento de Jesús? Para muchos una excusa socorrida es afirmar que no tienen tiempo. Sin embargo, estoy seguro que una superficial ojeada a los resultados del ejercicio nos mostrará que ¡Sí que tenemos tiempo! pero este es invertido en otras cosas que nos resultan -consciente o inconscientemente- mucho más gratificantes. Incluso el tiempo podemos estar usándolo para actividades religiosas; precisamente una de las confusiones más habituales es pensar que tiempo de religión y tiempo de relación con el Señor son equivalentes. Otra pregunta importante sería: ¿Qué tiempo estoy dedicando a la reflexión personal, a evaluar la forma en que estoy viviendo y actuar en base a esa reflexión? Considero que es una locura e insensatez no tomar un tiempo para pararse de vez en cuando y examinar nuestro estilo de vida. El Señor por medio de profeta Hageo nos invita a reflexionar sobre nuestra forma de vivir (1:7). Aún podríamos hacernos una tercera pregunta: ¿Cuánto tiempo estoy dedicando a mi formación espiritual, intelectual, ministerial? Un líder no puede ni debe permitirse el lujo de no estar en formación y desarrollo constante. Ninguna cantidad de actividades debe apartarle de invertir en su propio desarrollo como persona y líder.

No importa si eres o no líder, este ejercicio puede serte de gran utilidad en tu vida. Aunque no líderes a nadie igualmente posees 164 horas que debes invertir semana a semana. El ejercicio descrito te dará un panorama del modo en que estás gastando tu vida, qué sucede con tu tiempo con Dios, con la familia, con tu propio desarrollo y formación, con el descanso, con tu trabajo como agente de restauración en un mundo roto y necesitado. Puedes pensar que de todas esas horas que teóricamente posees más de 40 están dedicadas a tu trabajo. Lo entiendo, es cierto, pero eso mismo tiene que generarte una reflexión porque desde el punto de vista bíblico tu trabajo es tu ministerio y una acción de alabanza y adoración al Señor. El reto para ti, si estás en esta circunstancia, no es dejar tu trabajo para dedicarle más tiempo a Dios y al ministerio, antes al contrario, aprender a ver la dimensión de alabanza y ministerio del mismo.


¿Estás dispuesto a hacer el ejercicio pedido? En caso contrario ¿Qué te hace pensar el hecho de que no desees hacerlo? ¿Cuál o cuáles pueden ser las razones subyacentes?












Todas las cosas bajo el sol tienen un tiempo y un momento. (Eclesiastés 3:1)


164 es el número de horas que tiene una semana. A todos los seres humanos se nos concede la misma cantidad de horas; es una decisión de cada persona cómo va a invertir ese recurso tan preciado. Un buen ejercicio consiste en escribir en una columna todo lo que llegamos a hacer durante una semana tipo; cuanto más exhaustivos podamos ser ¡Mucho mejor! Cuando hablo de todo, quiero realmente decir todo lo que seas capaz de recordar, incluidas cosas como: mirar Facebook, transporte desde o hacia el trabajo y/o estudios, televisión, estudio, etc., etc. Después, en otra columna paralela, escribir la cantidad de tiempo que se nos va en dichas actividades. Una vez realizado esto vale la pena observar los resultados y reflexionar acerca de los mismos.

Una primera pregunta sería: ¿Cuánto tiempo hemos dedicado a cultivar y desarrollar nuestro seguimiento de Jesús? Para muchos una excusa socorrida es afirmar que no tienen tiempo. Sin embargo, estoy seguro que una superficial ojeada a los resultados del ejercicio nos mostrará que ¡Sí que tenemos tiempo! pero este es invertido en otras cosas que nos resultan -consciente o inconscientemente- mucho más gratificantes. Incluso el tiempo podemos estar usándolo para actividades religiosas; precisamente una de las confusiones más habituales es pensar que tiempo de religión y tiempo de relación con el Señor son equivalentes. Otra pregunta importante sería: ¿Qué tiempo estoy dedicando a la reflexión personal, a evaluar la forma en que estoy viviendo y actuar en base a esa reflexión? Considero que es una locura e insensatez no tomar un tiempo para pararse de vez en cuando y examinar nuestro estilo de vida. El Señor por medio de profeta Hageo nos invita a reflexionar sobre nuestra forma de vivir (1:7). Aún podríamos hacernos una tercera pregunta: ¿Cuánto tiempo estoy dedicando a mi formación espiritual, intelectual, ministerial? Un líder no puede ni debe permitirse el lujo de no estar en formación y desarrollo constante. Ninguna cantidad de actividades debe apartarle de invertir en su propio desarrollo como persona y líder.

No importa si eres o no líder, este ejercicio puede serte de gran utilidad en tu vida. Aunque no líderes a nadie igualmente posees 164 horas que debes invertir semana a semana. El ejercicio descrito te dará un panorama del modo en que estás gastando tu vida, qué sucede con tu tiempo con Dios, con la familia, con tu propio desarrollo y formación, con el descanso, con tu trabajo como agente de restauración en un mundo roto y necesitado. Puedes pensar que de todas esas horas que teóricamente posees más de 40 están dedicadas a tu trabajo. Lo entiendo, es cierto, pero eso mismo tiene que generarte una reflexión porque desde el punto de vista bíblico tu trabajo es tu ministerio y una acción de alabanza y adoración al Señor. El reto para ti, si estás en esta circunstancia, no es dejar tu trabajo para dedicarle más tiempo a Dios y al ministerio, antes al contrario, aprender a ver la dimensión de alabanza y ministerio del mismo.


¿Estás dispuesto a hacer el ejercicio pedido? En caso contrario ¿Qué te hace pensar el hecho de que no desees hacerlo? ¿Cuál o cuáles pueden ser las razones subyacentes?












Todas las cosas bajo el sol tienen un tiempo y un momento. (Eclesiastés 3:1)


164 es el número de horas que tiene una semana. A todos los seres humanos se nos concede la misma cantidad de horas; es una decisión de cada persona cómo va a invertir ese recurso tan preciado. Un buen ejercicio consiste en escribir en una columna todo lo que llegamos a hacer durante una semana tipo; cuanto más exhaustivos podamos ser ¡Mucho mejor! Cuando hablo de todo, quiero realmente decir todo lo que seas capaz de recordar, incluidas cosas como: mirar Facebook, transporte desde o hacia el trabajo y/o estudios, televisión, estudio, etc., etc. Después, en otra columna paralela, escribir la cantidad de tiempo que se nos va en dichas actividades. Una vez realizado esto vale la pena observar los resultados y reflexionar acerca de los mismos.

Una primera pregunta sería: ¿Cuánto tiempo hemos dedicado a cultivar y desarrollar nuestro seguimiento de Jesús? Para muchos una excusa socorrida es afirmar que no tienen tiempo. Sin embargo, estoy seguro que una superficial ojeada a los resultados del ejercicio nos mostrará que ¡Sí que tenemos tiempo! pero este es invertido en otras cosas que nos resultan -consciente o inconscientemente- mucho más gratificantes. Incluso el tiempo podemos estar usándolo para actividades religiosas; precisamente una de las confusiones más habituales es pensar que tiempo de religión y tiempo de relación con el Señor son equivalentes. Otra pregunta importante sería: ¿Qué tiempo estoy dedicando a la reflexión personal, a evaluar la forma en que estoy viviendo y actuar en base a esa reflexión? Considero que es una locura e insensatez no tomar un tiempo para pararse de vez en cuando y examinar nuestro estilo de vida. El Señor por medio de profeta Hageo nos invita a reflexionar sobre nuestra forma de vivir (1:7). Aún podríamos hacernos una tercera pregunta: ¿Cuánto tiempo estoy dedicando a mi formación espiritual, intelectual, ministerial? Un líder no puede ni debe permitirse el lujo de no estar en formación y desarrollo constante. Ninguna cantidad de actividades debe apartarle de invertir en su propio desarrollo como persona y líder.

No importa si eres o no líder, este ejercicio puede serte de gran utilidad en tu vida. Aunque no líderes a nadie igualmente posees 164 horas que debes invertir semana a semana. El ejercicio descrito te dará un panorama del modo en que estás gastando tu vida, qué sucede con tu tiempo con Dios, con la familia, con tu propio desarrollo y formación, con el descanso, con tu trabajo como agente de restauración en un mundo roto y necesitado. Puedes pensar que de todas esas horas que teóricamente posees más de 40 están dedicadas a tu trabajo. Lo entiendo, es cierto, pero eso mismo tiene que generarte una reflexión porque desde el punto de vista bíblico tu trabajo es tu ministerio y una acción de alabanza y adoración al Señor. El reto para ti, si estás en esta circunstancia, no es dejar tu trabajo para dedicarle más tiempo a Dios y al ministerio, antes al contrario, aprender a ver la dimensión de alabanza y ministerio del mismo.


¿Estás dispuesto a hacer el ejercicio pedido? En caso contrario ¿Qué te hace pensar el hecho de que no desees hacerlo? ¿Cuál o cuáles pueden ser las razones subyacentes?