En cuanto ala mujer de Lot, quedó convertida en estatua de sal por haber mirado hacia atrás. (Génesis 19:26)


Nostalgia. La nostalgia ​ es descrita como un sentimiento de anhelo por un momento, situación o acontecimiento pasado. Es "el cualquier tiempo pasado fue mejor". Es centrarse en el pasado en vez de disfrutar el presente y enfocarse hacia el futuro. Es poner los ojos en aquello que hemos perdido y, consecuentemente, perder la capacidad de ver y recibir lo nuevo que Dios nos puede dar. El problema no es mirar hacia atrás; es quedarnos paralizados por ese anhelo hacia cosas que nunca más, por más que nos empeñemos, volverán a ser igual. Creo que eso es lo que refleja la experiencia de la mujer de Lot. Su corazón se había quedado en Sodoma y en las cosas que allí vivió y experimentó. La pérdida la paralizó -la convirtió en estatua de sal- y la incapacitó para poder afrontar una vida nueva y diferente.

Los cristianos no podemos ser gente nostálgica. Hemos de mirar hacia el pasado para celebrarlo, para dar gracias a Dios porque lo permitió, para honrarlo, pero nunca para vivir en él. Cuando se afronta así el pasado mata, paraliza, drena nuestras fuerzas y nos incapacita para movernos hacia adelante con el Señor y unirnos a sus nuevos planes y propósitos. Cuando nos enfocamos en el pasado perdemos la capacidad de ver a Dios en el presente y reflexionar sobre las cosas que quiere enseñarnos. Tal y como dice el anónimo autor de Hebreos: "nosotros no somos de los que vuelven atrás".


¿Nostálgico? ¿De qué?


Nadie que ponga su mano en el arado y mire atrás es apto para el reino de Dios. (Lucas 9:62)


Al leer este pasaje la palabra que ha venido a mi mente ha sido, nostalgia. El diccionario la define como, tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida. Uno mira hacia atrás porque hay un sentimiento de pérdida, de tristeza, de vacío por aquello que se ha perdido o dejado. Uno no mira atrás para alegrarse de lo que se aleja, de donde ha huido  de lo que se ha liberado. La mujer de Lot, si recordamos su historia, miró hacia atrás y quedó convertida en estatua de sal. Siento nostalgia, aún no había perdido de vista la ciudad y ya la echaba de menos. 

La invitación de Jesús es a seguirle; lo cual, claramente tiene la implicación de ir hacia adelante en pos suyo. El autor de Hebreos nos invita a poner los ojos en Jesús, no en volver la vista atrás. Lo hace en el contexto de ver la vida cristiana con un peregrinaje de fe e indicando que nuestro viaje está contemplado por aquellos grandes héroes de la fe que lo hicieron antes que nosotros. Gente como Abraham, que dejó su tierra y no miró atrás. 

Las palabras de Jesús nos llevan a evaluar la calidad de nuestro seguimiento del Maestro. ¿Hay un sentido de progresión, crecimiento, madurez, avance, desarrollo? ¿Vivimos el seguimiento como una carga pesada que nos priva de gozar de la vida? ¿Vamos hacia delante con la vista puesta atrás y atrapados por la nostalgia? ¿Podemos afirmar como Pablo que, olvidando lo que queda atrás proseguimos hacia delante?

El ya mencionado autor de Hebreos, al referirse a Abraham, indica que si no hubiera deseado una patria mejor, una dimensión diferente de la vida, siempre estaba a tiempo de regresar a Ur de donde había salido. Tal vez para nosotros es igual, si tan pesado, tan poco gozo, tan poco sentido de plenitud, realización, propósito y misión nos produce seguir a Jesús, siempre podemos regresar al punto de partida, nadie nos obliga a seguirlo.



Nadie que ponga su mano en el arado y mire atrás es apto para el reino de Dios. (Lucas 9:62)


Al leer este pasaje la palabra que ha venido a mi mente ha sido, nostalgia. El diccionario la define como, tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida. Uno mira hacia atrás porque hay un sentimiento de pérdida, de tristeza, de vacío por aquello que se ha perdido o dejado. Uno no mira atrás para alegrarse de lo que se aleja, de donde ha huido  de lo que se ha liberado. La mujer de Lot, si recordamos su historia, miró hacia atrás y quedó convertida en estatua de sal. Siento nostalgia, aún no había perdido de vista la ciudad y ya la echaba de menos. 

La invitación de Jesús es a seguirle; lo cual, claramente tiene la implicación de ir hacia adelante en pos suyo. El autor de Hebreos nos invita a poner los ojos en Jesús, no en volver la vista atrás. Lo hace en el contexto de ver la vida cristiana con un peregrinaje de fe e indicando que nuestro viaje está contemplado por aquellos grandes héroes de la fe que lo hicieron antes que nosotros. Gente como Abraham, que dejó su tierra y no miró atrás. 

Las palabras de Jesús nos llevan a evaluar la calidad de nuestro seguimiento del Maestro. ¿Hay un sentido de progresión, crecimiento, madurez, avance, desarrollo? ¿Vivimos el seguimiento como una carga pesada que nos priva de gozar de la vida? ¿Vamos hacia delante con la vista puesta atrás y atrapados por la nostalgia? ¿Podemos afirmar como Pablo que, olvidando lo que queda atrás proseguimos hacia delante?

El ya mencionado autor de Hebreos, al referirse a Abraham, indica que si no hubiera deseado una patria mejor, una dimensión diferente de la vida, siempre estaba a tiempo de regresar a Ur de donde había salido. Tal vez para nosotros es igual, si tan pesado, tan poco gozo, tan poco sentido de plenitud, realización, propósito y misión nos produce seguir a Jesús, siempre podemos regresar al punto de partida, nadie nos obliga a seguirlo.