Y él comenzó también a padecer necesidad. (Lucas 15:14)


El pecado es como las tarjetas de crédito, más tarde o más temprano te pasa factura. El pecado produce cuatro grandes efectos en la experiencia humana, fractura con Dios, con nosotros mismos, con otros y con la creación. No puedo pensar de ninguna situación de pecado que no desemboque en una de esas rupturas, una combinación de varias de ellas o las cuatro de forma conjunta. Esta es la manera en que el pecado se cobra nuestras elecciones y, muchas veces, con intereses de demora. 

La idea central que percibo aquí es que al margen del Señor hay necesidades que se ponen en evidencia y que necesitamos satisfacer. El problema, como le pasó al hijo de la historia contada por Jesús, es que nada ni nadie tienen ya la capacidad de satisfacerlas. Hemos probado demasiadas cosas que no nos han acabado de llenar. Aquellas que aún tenemos cierta esperanza de que pudieran ser la solución, aunque fuera temporal, no están a nuestro alcance. Es bueno. Es necesario. Hay que experimentar el vacío para sentir la necesidad de llenarlo. Jesús afirmó que nadie que esté sano va a buscar la ayuda médica. Afirmó que había venido a buscar a aquellos que ya habían tomado contacto y conciencia con su necesidad y, por tanto, estaban listo para dar el paso.

Una palabra de aviso. No son únicamente los que están fuera de la iglesia los que padecen necesidad. Necesidad física, emocional, intelectual, espiritual, social. Hay muchos seguidores de Jesús que, tristemente, no permiten que el Señor les sacie esa necesidad y continúan dando vueltas mendigando esas algarrobas que nadie les va a dar.


¿Qué necesidades precisas que Jesús llene?



Y él comenzó también a padecer necesidad. (Lucas 15:14)


El pecado es como las tarjetas de crédito, más tarde o más temprano te pasa factura. El pecado produce cuatro grandes efectos en la experiencia humana, fractura con Dios, con nosotros mismos, con otros y con la creación. No puedo pensar de ninguna situación de pecado que no desemboque en una de esas rupturas, una combinación de varias de ellas o las cuatro de forma conjunta. Esta es la manera en que el pecado se cobra nuestras elecciones y, muchas veces, con intereses de demora. 

La idea central que percibo aquí es que al margen del Señor hay necesidades que se ponen en evidencia y que necesitamos satisfacer. El problema, como le pasó al hijo de la historia contada por Jesús, es que nada ni nadie tienen ya la capacidad de satisfacerlas. Hemos probado demasiadas cosas que no nos han acabado de llenar. Aquellas que aún tenemos cierta esperanza de que pudieran ser la solución, aunque fuera temporal, no están a nuestro alcance. Es bueno. Es necesario. Hay que experimentar el vacío para sentir la necesidad de llenarlo. Jesús afirmó que nadie que esté sano va a buscar la ayuda médica. Afirmó que había venido a buscar a aquellos que ya habían tomado contacto y conciencia con su necesidad y, por tanto, estaban listo para dar el paso.

Una palabra de aviso. No son únicamente los que están fuera de la iglesia los que padecen necesidad. Necesidad física, emocional, intelectual, espiritual, social. Hay muchos seguidores de Jesús que, tristemente, no permiten que el Señor les sacie esa necesidad y continúan dando vueltas mendigando esas algarrobas que nadie les va a dar.


¿Qué necesidades precisas que Jesús llene?



Y él comenzó también a padecer necesidad. (Lucas 15:14)


El pecado es como las tarjetas de crédito, más tarde o más temprano te pasa factura. El pecado produce cuatro grandes efectos en la experiencia humana, fractura con Dios, con nosotros mismos, con otros y con la creación. No puedo pensar de ninguna situación de pecado que no desemboque en una de esas rupturas, una combinación de varias de ellas o las cuatro de forma conjunta. Esta es la manera en que el pecado se cobra nuestras elecciones y, muchas veces, con intereses de demora. 

La idea central que percibo aquí es que al margen del Señor hay necesidades que se ponen en evidencia y que necesitamos satisfacer. El problema, como le pasó al hijo de la historia contada por Jesús, es que nada ni nadie tienen ya la capacidad de satisfacerlas. Hemos probado demasiadas cosas que no nos han acabado de llenar. Aquellas que aún tenemos cierta esperanza de que pudieran ser la solución, aunque fuera temporal, no están a nuestro alcance. Es bueno. Es necesario. Hay que experimentar el vacío para sentir la necesidad de llenarlo. Jesús afirmó que nadie que esté sano va a buscar la ayuda médica. Afirmó que había venido a buscar a aquellos que ya habían tomado contacto y conciencia con su necesidad y, por tanto, estaban listo para dar el paso.

Una palabra de aviso. No son únicamente los que están fuera de la iglesia los que padecen necesidad. Necesidad física, emocional, intelectual, espiritual, social. Hay muchos seguidores de Jesús que, tristemente, no permiten que el Señor les sacie esa necesidad y continúan dando vueltas mendigando esas algarrobas que nadie les va a dar.


¿Qué necesidades precisas que Jesús llene?