Así que desembaracémonos de todo impedimento, (Hebreos 12:1)


El escritor afirma que para correr esa carrera de fondo que es el seguimiento de Jesús hay que eliminar todo aquello que pueda resultar un impedimento. Ya hablé del pecado y cómo éste nos puede ser un serio obstáculo en nuestro seguimiento del Maestro; pero puede haber otras muchas cosas que sin serlo también supongan un lastre que aminore o incluso detenga nuestro proceso. 

Por lo menos una vez al año hago rutas por caminos y montañas para poder hacer coaching -en el caso de los no cristianos- o acompañamiento espiritual -en el caso de aquellos que si lo son- Mi recomendación, una y otra vez, es que su mochila sea lo más ligera posible. Les preparo una lista con todo lo que pueden necesitar para la travesía pero, inevitablemente, año tras año, las personas siempre cargan muchas más cosas de las que les indiqué que necesitarían. No se fían; son muy creativos al pensar en tal o cual posible emergencia o imprevisto y cargan aquello que creen o piensan que necesitarán. 
Cuando comienza el camino se sienten seguros y confiados, pero conforme avanzan los kilómetros cada gramo extra de peso comienza a cobrar su peaje en las piernas y en la espalda. He visto muchas personas abandonar por el camino aquello que pensaban que precisarían y que, con el paso del tiempo y los kilómetros se ha mostrado, no sólo inútil sino un impedimento para un buen caminar. 

Creo que pasa lo mismo con los seguidores del Camino. Nos cargamos con compromisos, relaciones, valores, prioridades, metas y otras muchas cosas que, por supuesto, no son malas en sí mismas, pero que lamentablemente relantizan nuestra marcha e incluso nos paralizan. Creo que es a esto a lo que se refiere el anónimo escritor de la carta. Toda carga que frena nuestro avance en ser como Jesús y construir el Reino.

Todo creyente hará bien en evaluar qué lleva en su mochila y cómo le afecta ¿Cómo está la tuya?









Así que desembaracémonos de todo impedimento, (Hebreos 12:1)


El escritor afirma que para correr esa carrera de fondo que es el seguimiento de Jesús hay que eliminar todo aquello que pueda resultar un impedimento. Ya hablé del pecado y cómo éste nos puede ser un serio obstáculo en nuestro seguimiento del Maestro; pero puede haber otras muchas cosas que sin serlo también supongan un lastre que aminore o incluso detenga nuestro proceso. 

Por lo menos una vez al año hago rutas por caminos y montañas para poder hacer coaching -en el caso de los no cristianos- o acompañamiento espiritual -en el caso de aquellos que si lo son- Mi recomendación, una y otra vez, es que su mochila sea lo más ligera posible. Les preparo una lista con todo lo que pueden necesitar para la travesía pero, inevitablemente, año tras año, las personas siempre cargan muchas más cosas de las que les indiqué que necesitarían. No se fían; son muy creativos al pensar en tal o cual posible emergencia o imprevisto y cargan aquello que creen o piensan que necesitarán. 
Cuando comienza el camino se sienten seguros y confiados, pero conforme avanzan los kilómetros cada gramo extra de peso comienza a cobrar su peaje en las piernas y en la espalda. He visto muchas personas abandonar por el camino aquello que pensaban que precisarían y que, con el paso del tiempo y los kilómetros se ha mostrado, no sólo inútil sino un impedimento para un buen caminar. 

Creo que pasa lo mismo con los seguidores del Camino. Nos cargamos con compromisos, relaciones, valores, prioridades, metas y otras muchas cosas que, por supuesto, no son malas en sí mismas, pero que lamentablemente relantizan nuestra marcha e incluso nos paralizan. Creo que es a esto a lo que se refiere el anónimo escritor de la carta. Toda carga que frena nuestro avance en ser como Jesús y construir el Reino.

Todo creyente hará bien en evaluar qué lleva en su mochila y cómo le afecta ¿Cómo está la tuya?









Así que desembaracémonos de todo impedimento, (Hebreos 12:1)


El escritor afirma que para correr esa carrera de fondo que es el seguimiento de Jesús hay que eliminar todo aquello que pueda resultar un impedimento. Ya hablé del pecado y cómo éste nos puede ser un serio obstáculo en nuestro seguimiento del Maestro; pero puede haber otras muchas cosas que sin serlo también supongan un lastre que aminore o incluso detenga nuestro proceso. 

Por lo menos una vez al año hago rutas por caminos y montañas para poder hacer coaching -en el caso de los no cristianos- o acompañamiento espiritual -en el caso de aquellos que si lo son- Mi recomendación, una y otra vez, es que su mochila sea lo más ligera posible. Les preparo una lista con todo lo que pueden necesitar para la travesía pero, inevitablemente, año tras año, las personas siempre cargan muchas más cosas de las que les indiqué que necesitarían. No se fían; son muy creativos al pensar en tal o cual posible emergencia o imprevisto y cargan aquello que creen o piensan que necesitarán. 
Cuando comienza el camino se sienten seguros y confiados, pero conforme avanzan los kilómetros cada gramo extra de peso comienza a cobrar su peaje en las piernas y en la espalda. He visto muchas personas abandonar por el camino aquello que pensaban que precisarían y que, con el paso del tiempo y los kilómetros se ha mostrado, no sólo inútil sino un impedimento para un buen caminar. 

Creo que pasa lo mismo con los seguidores del Camino. Nos cargamos con compromisos, relaciones, valores, prioridades, metas y otras muchas cosas que, por supuesto, no son malas en sí mismas, pero que lamentablemente relantizan nuestra marcha e incluso nos paralizan. Creo que es a esto a lo que se refiere el anónimo escritor de la carta. Toda carga que frena nuestro avance en ser como Jesús y construir el Reino.

Todo creyente hará bien en evaluar qué lleva en su mochila y cómo le afecta ¿Cómo está la tuya?









Así que desembaracémonos de todo impedimento, (Hebreos 12:1)


El escritor afirma que para correr esa carrera de fondo que es el seguimiento de Jesús hay que eliminar todo aquello que pueda resultar un impedimento. Ya hablé del pecado y cómo éste nos puede ser un serio obstáculo en nuestro seguimiento del Maestro; pero puede haber otras muchas cosas que sin serlo también supongan un lastre que aminore o incluso detenga nuestro proceso. 

Por lo menos una vez al año hago rutas por caminos y montañas para poder hacer coaching -en el caso de los no cristianos- o acompañamiento espiritual -en el caso de aquellos que si lo son- Mi recomendación, una y otra vez, es que su mochila sea lo más ligera posible. Les preparo una lista con todo lo que pueden necesitar para la travesía pero, inevitablemente, año tras año, las personas siempre cargan muchas más cosas de las que les indiqué que necesitarían. No se fían; son muy creativos al pensar en tal o cual posible emergencia o imprevisto y cargan aquello que creen o piensan que necesitarán. 
Cuando comienza el camino se sienten seguros y confiados, pero conforme avanzan los kilómetros cada gramo extra de peso comienza a cobrar su peaje en las piernas y en la espalda. He visto muchas personas abandonar por el camino aquello que pensaban que precisarían y que, con el paso del tiempo y los kilómetros se ha mostrado, no sólo inútil sino un impedimento para un buen caminar. 

Creo que pasa lo mismo con los seguidores del Camino. Nos cargamos con compromisos, relaciones, valores, prioridades, metas y otras muchas cosas que, por supuesto, no son malas en sí mismas, pero que lamentablemente relantizan nuestra marcha e incluso nos paralizan. Creo que es a esto a lo que se refiere el anónimo escritor de la carta. Toda carga que frena nuestro avance en ser como Jesús y construir el Reino.

Todo creyente hará bien en evaluar qué lleva en su mochila y cómo le afecta ¿Cómo está la tuya?