Además, Moisés les advirtió: Que nadie guarde nada para el día siguiente. Sin embargo, algunos no le obedecieron y guardaron algo para el día siguiente; pero se llenó de gusanos y se echó a perder. Y Moisés se enojó con ellos. (Éxodo 16:19-20)


Una vez más el pueblo murmuró contra Moisés y Aarón y, como el Señor mismo afirmó, por asociación estaban murmurando contra Él. Una vez más Egipto aparece idealizado y más que un lugar de esclavitud parece la Arcadia feliz. El pueblo se queja porque carece de alimento y Dios provee el maná. Sin embargo, da instrucciones muy claras y específicas respecto a su recogida. Cada día debe tomarse la cantidad necesaria para la familia; nada debe ser guardado, el Señor proveerá cada día aquello que se precisa. El texto indica que algunos no hicieron caso -muy humano- de las instrucciones que se dieron y acumularon para el día siguiente -por si acaso-. El resultado, se llenó de gusanos y se echó a perder. 

Me parece ver muy clara la intención del Señor detrás de todo esto. Dios mismo afirma en el versículo 4 que quiere ver la capacidad del pueblo de confiar en Él. Cada día debían expresar su confianza en que el Señor proveería; debían hacerlo levantándose en la mañana para recoger el maná. Cada día Dios renovaba su fidelidad mandando la provisión necesaria para esa jornada. El día, la jornada, aparece establecida como la unidad de tiempo que el Señor nos da para afrontar la vida. Cada día necesitamos su fidelidad; cada día necesitamos renovar nuestra confianza en Él. 

La aplicación es clara para la vida de cualquier seguidor de Jesús. Él enseñó que bastaba a cada día sus propios dolores de cabeza, su propio afán. Nuestra capacidad de proyectarnos en el futuro nos hace vivir anticipadamente situaciones que tal vez nunca se darán; o que si se dan, ya llegará el momento de afrontarlas. El Señor nos invita a experimentarlo hoy y aquí; nos invita a confiar y descansar hoy y aquí; nos invita a creer que mañana, cuando salgamos a buscarlo, volverá a renovar su fidelidad hacia nosotros con la provisión necesaria para afrontar el nuevo día. Y así, sucesivamente. Sin duda eso pone a prueba nuestra capacidad de confianza en Él. Sin embargo, la provisión del Señor ayer, aunque no nos sirva para el día de hoy, provee el entorno de confianza para confiar en que hoy también lo hará; nos da un registro histórico de su fidelidad hacia nosotros. 

El pueblo de Israel, con su forma de proceder, me reta a vivir el día a día renovando mi confianza en el Señor y experimentando su renovada fidelidad.


¿Cómo se aplica esto a tu realidad personal? 


Además, Moisés les advirtió: Que nadie guarde nada para el día siguiente. Sin embargo, algunos no le obedecieron y guardaron algo para el día siguiente; pero se llenó de gusanos y se echó a perder. Y Moisés se enojó con ellos. (Éxodo 16:19-20)


Una vez más el pueblo murmuró contra Moisés y Aarón y, como el Señor mismo afirmó, por asociación estaban murmurando contra Él. Una vez más Egipto aparece idealizado y más que un lugar de esclavitud parece la Arcadia feliz. El pueblo se queja porque carece de alimento y Dios provee el maná. Sin embargo, da instrucciones muy claras y específicas respecto a su recogida. Cada día debe tomarse la cantidad necesaria para la familia; nada debe ser guardado, el Señor proveerá cada día aquello que se precisa. El texto indica que algunos no hicieron caso -muy humano- de las instrucciones que se dieron y acumularon para el día siguiente -por si acaso-. El resultado, se llenó de gusanos y se echó a perder. 

Me parece ver muy clara la intención del Señor detrás de todo esto. Dios mismo afirma en el versículo 4 que quiere ver la capacidad del pueblo de confiar en Él. Cada día debían expresar su confianza en que el Señor proveería; debían hacerlo levantándose en la mañana para recoger el maná. Cada día Dios renovaba su fidelidad mandando la provisión necesaria para esa jornada. El día, la jornada, aparece establecida como la unidad de tiempo que el Señor nos da para afrontar la vida. Cada día necesitamos su fidelidad; cada día necesitamos renovar nuestra confianza en Él. 

La aplicación es clara para la vida de cualquier seguidor de Jesús. Él enseñó que bastaba a cada día sus propios dolores de cabeza, su propio afán. Nuestra capacidad de proyectarnos en el futuro nos hace vivir anticipadamente situaciones que tal vez nunca se darán; o que si se dan, ya llegará el momento de afrontarlas. El Señor nos invita a experimentarlo hoy y aquí; nos invita a confiar y descansar hoy y aquí; nos invita a creer que mañana, cuando salgamos a buscarlo, volverá a renovar su fidelidad hacia nosotros con la provisión necesaria para afrontar el nuevo día. Y así, sucesivamente. Sin duda eso pone a prueba nuestra capacidad de confianza en Él. Sin embargo, la provisión del Señor ayer, aunque no nos sirva para el día de hoy, provee el entorno de confianza para confiar en que hoy también lo hará; nos da un registro histórico de su fidelidad hacia nosotros. 

El pueblo de Israel, con su forma de proceder, me reta a vivir el día a día renovando mi confianza en el Señor y experimentando su renovada fidelidad.


¿Cómo se aplica esto a tu realidad personal? 


Además, Moisés les advirtió: Que nadie guarde nada para el día siguiente. Sin embargo, algunos no le obedecieron y guardaron algo para el día siguiente; pero se llenó de gusanos y se echó a perder. Y Moisés se enojó con ellos. (Éxodo 16:19-20)


Una vez más el pueblo murmuró contra Moisés y Aarón y, como el Señor mismo afirmó, por asociación estaban murmurando contra Él. Una vez más Egipto aparece idealizado y más que un lugar de esclavitud parece la Arcadia feliz. El pueblo se queja porque carece de alimento y Dios provee el maná. Sin embargo, da instrucciones muy claras y específicas respecto a su recogida. Cada día debe tomarse la cantidad necesaria para la familia; nada debe ser guardado, el Señor proveerá cada día aquello que se precisa. El texto indica que algunos no hicieron caso -muy humano- de las instrucciones que se dieron y acumularon para el día siguiente -por si acaso-. El resultado, se llenó de gusanos y se echó a perder. 

Me parece ver muy clara la intención del Señor detrás de todo esto. Dios mismo afirma en el versículo 4 que quiere ver la capacidad del pueblo de confiar en Él. Cada día debían expresar su confianza en que el Señor proveería; debían hacerlo levantándose en la mañana para recoger el maná. Cada día Dios renovaba su fidelidad mandando la provisión necesaria para esa jornada. El día, la jornada, aparece establecida como la unidad de tiempo que el Señor nos da para afrontar la vida. Cada día necesitamos su fidelidad; cada día necesitamos renovar nuestra confianza en Él. 

La aplicación es clara para la vida de cualquier seguidor de Jesús. Él enseñó que bastaba a cada día sus propios dolores de cabeza, su propio afán. Nuestra capacidad de proyectarnos en el futuro nos hace vivir anticipadamente situaciones que tal vez nunca se darán; o que si se dan, ya llegará el momento de afrontarlas. El Señor nos invita a experimentarlo hoy y aquí; nos invita a confiar y descansar hoy y aquí; nos invita a creer que mañana, cuando salgamos a buscarlo, volverá a renovar su fidelidad hacia nosotros con la provisión necesaria para afrontar el nuevo día. Y así, sucesivamente. Sin duda eso pone a prueba nuestra capacidad de confianza en Él. Sin embargo, la provisión del Señor ayer, aunque no nos sirva para el día de hoy, provee el entorno de confianza para confiar en que hoy también lo hará; nos da un registro histórico de su fidelidad hacia nosotros. 

El pueblo de Israel, con su forma de proceder, me reta a vivir el día a día renovando mi confianza en el Señor y experimentando su renovada fidelidad.


¿Cómo se aplica esto a tu realidad personal?