Y Dios ha demostrado que nos ama enviando a su Hijo único al mundo para que tengamos vida por medio de Él. Pues el amor radica no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados. Queridos,  si a tal extremo ha llegado el amor de Dios para con nosotros, también nosotros debemos amarnos mutuamente. (1 Juan 4:9-11)

Amar, amar, todo el mundo habla, canta, escribe y compone sobre el amor. Acabo de hacer una búsqueda en español de la palabra amor en Google y me ha devuelto la friolera de 1.110.000.000 entradas ¡Mas de un billón! Pero cuando Dios nos habla de amar y nos pide que amemos se nos ofrece Él mismo como referente, modelo y prototipo a seguir. El amor del Padre es incondicional, es decir, nos ama no debido a lo bueno que somos, sino más bien a pesar de lo malo que somos. El amor del Padre toma la iniciativa, tanto nos amó que dio. El amor del Padre es costoso, sacrificial; el Padre ama hasta que duele. El amor del Padre no son lindas palabras o pomposas declaraciones; son acciones que nacen de la voluntad de buscar el bien del otro. En definitiva, el amor del Padre se muestra en su entrega de Jesús y, tal y como afirma Juan, así debemos amarnos nosotros. El resto, pura tontera.


¿Hasta qué punto tu amor es un reflejo del amor del Padre?



Y Dios ha demostrado que nos ama enviando a su Hijo único al mundo para que tengamos vida por medio de Él. Pues el amor radica no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados. Queridos,  si a tal extremo ha llegado el amor de Dios para con nosotros, también nosotros debemos amarnos mutuamente. (1 Juan 4:9-11)

Amar, amar, todo el mundo habla, canta, escribe y compone sobre el amor. Acabo de hacer una búsqueda en español de la palabra amor en Google y me ha devuelto la friolera de 1.110.000.000 entradas ¡Mas de un billón! Pero cuando Dios nos habla de amar y nos pide que amemos se nos ofrece Él mismo como referente, modelo y prototipo a seguir. El amor del Padre es incondicional, es decir, nos ama no debido a lo bueno que somos, sino más bien a pesar de lo malo que somos. El amor del Padre toma la iniciativa, tanto nos amó que dio. El amor del Padre es costoso, sacrificial; el Padre ama hasta que duele. El amor del Padre no son lindas palabras o pomposas declaraciones; son acciones que nacen de la voluntad de buscar el bien del otro. En definitiva, el amor del Padre se muestra en su entrega de Jesús y, tal y como afirma Juan, así debemos amarnos nosotros. El resto, pura tontera.


¿Hasta qué punto tu amor es un reflejo del amor del Padre?



Y Dios ha demostrado que nos ama enviando a su Hijo único al mundo para que tengamos vida por medio de Él. Pues el amor radica no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados. Queridos,  si a tal extremo ha llegado el amor de Dios para con nosotros, también nosotros debemos amarnos mutuamente. (1 Juan 4:9-11)

Amar, amar, todo el mundo habla, canta, escribe y compone sobre el amor. Acabo de hacer una búsqueda en español de la palabra amor en Google y me ha devuelto la friolera de 1.110.000.000 entradas ¡Mas de un billón! Pero cuando Dios nos habla de amar y nos pide que amemos se nos ofrece Él mismo como referente, modelo y prototipo a seguir. El amor del Padre es incondicional, es decir, nos ama no debido a lo bueno que somos, sino más bien a pesar de lo malo que somos. El amor del Padre toma la iniciativa, tanto nos amó que dio. El amor del Padre es costoso, sacrificial; el Padre ama hasta que duele. El amor del Padre no son lindas palabras o pomposas declaraciones; son acciones que nacen de la voluntad de buscar el bien del otro. En definitiva, el amor del Padre se muestra en su entrega de Jesús y, tal y como afirma Juan, así debemos amarnos nosotros. El resto, pura tontera.


¿Hasta qué punto tu amor es un reflejo del amor del Padre?



Y Dios ha demostrado que nos ama enviando a su Hijo único al mundo para que tengamos vida por medio de Él. Pues el amor radica no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados. Queridos,  si a tal extremo ha llegado el amor de Dios para con nosotros, también nosotros debemos amarnos mutuamente. (1 Juan 4:9-11)

Amar, amar, todo el mundo habla, canta, escribe y compone sobre el amor. Acabo de hacer una búsqueda en español de la palabra amor en Google y me ha devuelto la friolera de 1.110.000.000 entradas ¡Mas de un billón! Pero cuando Dios nos habla de amar y nos pide que amemos se nos ofrece Él mismo como referente, modelo y prototipo a seguir. El amor del Padre es incondicional, es decir, nos ama no debido a lo bueno que somos, sino más bien a pesar de lo malo que somos. El amor del Padre toma la iniciativa, tanto nos amó que dio. El amor del Padre es costoso, sacrificial; el Padre ama hasta que duele. El amor del Padre no son lindas palabras o pomposas declaraciones; son acciones que nacen de la voluntad de buscar el bien del otro. En definitiva, el amor del Padre se muestra en su entrega de Jesús y, tal y como afirma Juan, así debemos amarnos nosotros. El resto, pura tontera.


¿Hasta qué punto tu amor es un reflejo del amor del Padre?