Si entre vosotros alguno se precia de sabio o inteligente, demuestre con su buena conducta su amabilidad y su sabiduría. Pero si tenéis el corazón lleno de envidia y de ambición ¿para qué presumir de sabiduría y andar falseando la verdad? (Santiago 3:13-14)


A diferencia del conocimiento, que es algo puramente intelectual, en la Biblia la sabiduría siempre tiene que ver con la aplicación de los principios de Dios en la vida cotidiana. No es más sabio el que más sabe sino el que más aplica. Estos versículos están en línea con el pragmatismo de Santiago ya comentado en otras ocasiones. Toda su enseñanza va orientada a la práctica y, a diferencia de Pablo, no da espacio a la especulación de tipo teológico tan propia del apóstol.

La lógica de Santiago es aplastante: ¿Te consideras sabio? ¡Felicidades! que tu conducta caracterizada por la práctica del bien y la amabilidad lo demuestren, porque bíblicamente hablando no puede ser de otro modo. ¿Tienes el corazón lleno de envidia y de ambición -entre otras cosas-? ¡Lamentable! No andes presumiendo de aquello que careces. Una vez más se nota que Santiago y Jesús son de la misma familia -no olvidemos que eran hermanos de sangre- pues ambos hacen énfasis en la práctica; Jesús afirmaba que por nuestros frutos seríamos conocidos, no por nuestras declaraciones teológicas.


¿Qué pasa contigo?



Si entre vosotros alguno se precia de sabio o inteligente, demuestre con su buena conducta su amabilidad y su sabiduría. Pero si tenéis el corazón lleno de envidia y de ambición ¿para qué presumir de sabiduría y andar falseando la verdad? (Santiago 3:13-14)


A diferencia del conocimiento, que es algo puramente intelectual, en la Biblia la sabiduría siempre tiene que ver con la aplicación de los principios de Dios en la vida cotidiana. No es más sabio el que más sabe sino el que más aplica. Estos versículos están en línea con el pragmatismo de Santiago ya comentado en otras ocasiones. Toda su enseñanza va orientada a la práctica y, a diferencia de Pablo, no da espacio a la especulación de tipo teológico tan propia del apóstol.

La lógica de Santiago es aplastante: ¿Te consideras sabio? ¡Felicidades! que tu conducta caracterizada por la práctica del bien y la amabilidad lo demuestren, porque bíblicamente hablando no puede ser de otro modo. ¿Tienes el corazón lleno de envidia y de ambición -entre otras cosas-? ¡Lamentable! No andes presumiendo de aquello que careces. Una vez más se nota que Santiago y Jesús son de la misma familia -no olvidemos que eran hermanos de sangre- pues ambos hacen énfasis en la práctica; Jesús afirmaba que por nuestros frutos seríamos conocidos, no por nuestras declaraciones teológicas.


¿Qué pasa contigo?



Si entre vosotros alguno se precia de sabio o inteligente, demuestre con su buena conducta su amabilidad y su sabiduría. Pero si tenéis el corazón lleno de envidia y de ambición ¿para qué presumir de sabiduría y andar falseando la verdad? (Santiago 3:13-14)


A diferencia del conocimiento, que es algo puramente intelectual, en la Biblia la sabiduría siempre tiene que ver con la aplicación de los principios de Dios en la vida cotidiana. No es más sabio el que más sabe sino el que más aplica. Estos versículos están en línea con el pragmatismo de Santiago ya comentado en otras ocasiones. Toda su enseñanza va orientada a la práctica y, a diferencia de Pablo, no da espacio a la especulación de tipo teológico tan propia del apóstol.

La lógica de Santiago es aplastante: ¿Te consideras sabio? ¡Felicidades! que tu conducta caracterizada por la práctica del bien y la amabilidad lo demuestren, porque bíblicamente hablando no puede ser de otro modo. ¿Tienes el corazón lleno de envidia y de ambición -entre otras cosas-? ¡Lamentable! No andes presumiendo de aquello que careces. Una vez más se nota que Santiago y Jesús son de la misma familia -no olvidemos que eran hermanos de sangre- pues ambos hacen énfasis en la práctica; Jesús afirmaba que por nuestros frutos seríamos conocidos, no por nuestras declaraciones teológicas.


¿Qué pasa contigo?