Estoy seguro que los sufrimientos por los que ahora pasamos no son nada, si los comparamos con la gloriosa vida que Dios nos dará junto a Él (Romanos 8:18)

Tu vida es muy posible que sea dura. La vida es dura. En ella hay dolor -dimensión física- y sufrimiento -dimensión emocional y espiritual-. Sufrimos por nosotros y por aquellos que amamos. Sufrimos por el pasado, por el presente y anticipando el futuro, aunque este nunca llegue a materializarse; sufrimos por la posibilidad de que se de, de que pueda suceder.

La verdad es que no veo en las Escrituras ninguna promesa que nos indique que Dios nos librará del dolor y el sufrimiento o nos hará la vida más fácil. La vida es así porque vivimos en un mundo caído, donde hacemos y nos hacen daño y la naturaleza, que va a su aire y ritmo, nos daña en ciertas interacciones que tenemos con ella.

Por eso no hay que perder de vista y tener muy presente las palabras del apóstol. No podemos permitir que lo que tenemos ahora o nos pueda venir, enturbie la realidad de la gloria que nos espera ¡Esto si que es una certeza! Vivir sin considerar esa realidad es carecer de perspectiva, es vivir en una casa cuyas ventanas dan a un muro que mata toda visión.

¿Cómo estás de perspectiva?