Portaos como hijos de la luz. (Efesios 5:8)

¿Cómo vivir como discípulos de Jesús en este complejo Siglo XXI? Lo cierto es que estamos afrontando retos del presente con planteamientos del pasado. Recetas que no nos sirven para un mundo que ya no es aquel para el que fueron diseñadas. Y muchos de nuestros líderes ante una realidad que les supera recurren, no a una búsqueda de nuevas perspectivas en la Palabra del Señor que es viva y eficaz y, que alimentada por el Espíritu, puede darnos una nueva mirada a una nueva realidad, sino al más de lo mismo y a los típicos clichés evangélicos fruto de confundir la Revelación con el sistema teológico en el que fueron formados. 

El resultado está a la vista de todos: no ganamos a las nuevas generaciones y perdemos a muchos de los miembros de nuestras iglesias; existe una sensación de que hay una brecha que no para de ensancharse entre lo que se enseña en nuestras comunidades y la realidad que los seguidores de Jesús viven en su vida cotidiana; se desarrolla más y más una espiritualidad emocional, superficial, más enfocada a que los que quedan se sientan bien, y no tanto a motivarlos para la misión de transformar el Reino.  ¿Nos extraña que las personas no deseen a un Dios como el nuestro? 

Por eso quiero comenzar a reflexionar acerca de cómo vivir de forma práctica mi fe en las complejidades del mundo que me ha tocado vivir. Quiero verlo con la mirada de Jesús y deseo aprender de Él y otros escritores bíblicos cómo poder vivir mi fe en el mismo y, no solo sobrevivir, sino impactarlo y hacer que el Reino se haga presente.

¿Me querrás acompañar?
 



Portaos como hijos de la luz. (Efesios 5:8)

¿Cómo vivir como discípulos de Jesús en este complejo Siglo XXI? Lo cierto es que estamos afrontando retos del presente con planteamientos del pasado. Recetas que no nos sirven para un mundo que ya no es aquel para el que fueron diseñadas. Y muchos de nuestros líderes ante una realidad que les supera recurren, no a una búsqueda de nuevas perspectivas en la Palabra del Señor que es viva y eficaz y, que alimentada por el Espíritu, puede darnos una nueva mirada a una nueva realidad, sino al más de lo mismo y a los típicos clichés evangélicos fruto de confundir la Revelación con el sistema teológico en el que fueron formados. 

El resultado está a la vista de todos: no ganamos a las nuevas generaciones y perdemos a muchos de los miembros de nuestras iglesias; existe una sensación de que hay una brecha que no para de ensancharse entre lo que se enseña en nuestras comunidades y la realidad que los seguidores de Jesús viven en su vida cotidiana; se desarrolla más y más una espiritualidad emocional, superficial, más enfocada a que los que quedan se sientan bien, y no tanto a motivarlos para la misión de transformar el Reino.  ¿Nos extraña que las personas no deseen a un Dios como el nuestro? 

Por eso quiero comenzar a reflexionar acerca de cómo vivir de forma práctica mi fe en las complejidades del mundo que me ha tocado vivir. Quiero verlo con la mirada de Jesús y deseo aprender de Él y otros escritores bíblicos cómo poder vivir mi fe en el mismo y, no solo sobrevivir, sino impactarlo y hacer que el Reino se haga presente.

¿Me querrás acompañar?
 



Portaos como hijos de la luz. (Efesios 5:8)

¿Cómo vivir como discípulos de Jesús en este complejo Siglo XXI? Lo cierto es que estamos afrontando retos del presente con planteamientos del pasado. Recetas que no nos sirven para un mundo que ya no es aquel para el que fueron diseñadas. Y muchos de nuestros líderes ante una realidad que les supera recurren, no a una búsqueda de nuevas perspectivas en la Palabra del Señor que es viva y eficaz y, que alimentada por el Espíritu, puede darnos una nueva mirada a una nueva realidad, sino al más de lo mismo y a los típicos clichés evangélicos fruto de confundir la Revelación con el sistema teológico en el que fueron formados. 

El resultado está a la vista de todos: no ganamos a las nuevas generaciones y perdemos a muchos de los miembros de nuestras iglesias; existe una sensación de que hay una brecha que no para de ensancharse entre lo que se enseña en nuestras comunidades y la realidad que los seguidores de Jesús viven en su vida cotidiana; se desarrolla más y más una espiritualidad emocional, superficial, más enfocada a que los que quedan se sientan bien, y no tanto a motivarlos para la misión de transformar el Reino.  ¿Nos extraña que las personas no deseen a un Dios como el nuestro? 

Por eso quiero comenzar a reflexionar acerca de cómo vivir de forma práctica mi fe en las complejidades del mundo que me ha tocado vivir. Quiero verlo con la mirada de Jesús y deseo aprender de Él y otros escritores bíblicos cómo poder vivir mi fe en el mismo y, no solo sobrevivir, sino impactarlo y hacer que el Reino se haga presente.

¿Me querrás acompañar?