Acuérdate del sábado, para consagrarlo al Señor. Durante seis días trabajarás y harás en ellos todas tus tareas; pero el séptimo es día de descanso consagrado al Señor, tu Dios. En ese día no realizarás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el inmigrante que viva en tus ciudades. Porque el Señor hizo en seis días el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y el séptimo día descansó. Por eso mismo bendijo el Señor el sábado y lo declaró día sagrado. (Éxodo 20:8-11)

Mucho se habla en estos días acerca de la importancia de la sostenibilidad de la economía y la conciliación de la vida laboral y familiar. Es interesante que el mandamiento dado por el Señor es a descansar en imitación de su descanso después de haber llevado a cabo todo el proceso creativo. Sin duda, el mandamiento nos ordena descansar porque era bien consciente de que nuestra tendencia, como consecuencia del pecado, iría en sentido contrario, al trabajo sin límites, a la explotación despiadada de la tierra y los recursos.

La economía actual que está 24/7 produciendo y explotando no está alineada con la voluntad del Señor. Él mismo ordenó que incluso los esclavos y los animales -dos medios de producción en aquel tiempo- debían de descansar del mismo modo que lo habían de hacer los propietarios. La conciliación familiar era posible porque había que parar el enloquecido proceso productivo. En este sentido para nosotros los seguidores de Jesús, la observancia del descanso semanal se convierte en un acto de resistencia y una declaración contracultura. Decimos no a una sociedad basada en la explotación de las personas y los recursos, nos negamos a seguir la corriente y participar de algo que abiertamente está en contra de Dios y su voluntad.

¿Por qué es importante la observancia del día de reposo más allá de asistir al culto dominical?