El Señor se dirigió a Moisés en el monte Sinaí y le dijo: — Habla a los israelitas y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os entrego, la tierra deberá disfrutar de un tiempo de descanso en honor del Señor.  Seis años sembrarás tu campo, y seis años podarás tu viña y recogerás su producto. Pero el séptimo año la tierra disfrutará de descanso completo en honor del Señor: no sembrarás tu campo, ni podarás tu viña. No cosecharás los rebrotes de la última siega, ni vendimiarás las uvas que pueda producir tu viñedo; será un año de descanso para la tierra. Lo que produzca espontáneamente la tierra en este año de descanso os servirá de alimento a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu criado y al extranjero que viva contigo; también a tu ganado y a los animales que haya en tu tierra, les servirá de alimento todo lo que ella produzca. (Levítico 25:1-7)

"El capital ecológico del planeta se agota cada vez más rápido. Este año el 28 de julio la humanidad habrá utilizado ya todos los recursos naturales disponibles para todo el 2023. Esto significa que usamos el equivalente a casi 1,8 veces el planeta Tierra, que estamos agotando su potencial y no tenemos otro. Con ello destruimos directamente las bases de nuestras economías y del bienestar de nuestras sociedades." Este párrafo corresponde a una noticia publicada por el diario español, La Vanguardia. Habla por sí sola acerca de la destrucción de la creación de Dios por parte de los seres humanos; una consecuencia, no lo olvidemos, del pecado. 

Esto contrasta con el mandamiento de Dios de dar descanso a la tierra para que pudiera recuperar toda su productividad. El mandamiento del Señor apuesta y apunta hacia la sostenibilidad de su creación y de los recursos; nuestra sociedad, como podemos observar, apunta en la dirección contraria y cuando nos desviamos de los propósitos de Dios siempre se genera destrucción. Una vez más la redención implica la restauración de nuestra relación con la creación y la adecuación de nuestros estilos de vida al respeto y cuidado de la misma. Nuestros hábitos de consumo en este sentido son fundamentales.

¿Hacia dónde apuntan los tuyos?

 



El Señor se dirigió a Moisés en el monte Sinaí y le dijo: — Habla a los israelitas y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os entrego, la tierra deberá disfrutar de un tiempo de descanso en honor del Señor.  Seis años sembrarás tu campo, y seis años podarás tu viña y recogerás su producto. Pero el séptimo año la tierra disfrutará de descanso completo en honor del Señor: no sembrarás tu campo, ni podarás tu viña. No cosecharás los rebrotes de la última siega, ni vendimiarás las uvas que pueda producir tu viñedo; será un año de descanso para la tierra. Lo que produzca espontáneamente la tierra en este año de descanso os servirá de alimento a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu criado y al extranjero que viva contigo; también a tu ganado y a los animales que haya en tu tierra, les servirá de alimento todo lo que ella produzca. (Levítico 25:1-7)

"El capital ecológico del planeta se agota cada vez más rápido. Este año el 28 de julio la humanidad habrá utilizado ya todos los recursos naturales disponibles para todo el 2023. Esto significa que usamos el equivalente a casi 1,8 veces el planeta Tierra, que estamos agotando su potencial y no tenemos otro. Con ello destruimos directamente las bases de nuestras economías y del bienestar de nuestras sociedades." Este párrafo corresponde a una noticia publicada por el diario español, La Vanguardia. Habla por sí sola acerca de la destrucción de la creación de Dios por parte de los seres humanos; una consecuencia, no lo olvidemos, del pecado. 

Esto contrasta con el mandamiento de Dios de dar descanso a la tierra para que pudiera recuperar toda su productividad. El mandamiento del Señor apuesta y apunta hacia la sostenibilidad de su creación y de los recursos; nuestra sociedad, como podemos observar, apunta en la dirección contraria y cuando nos desviamos de los propósitos de Dios siempre se genera destrucción. Una vez más la redención implica la restauración de nuestra relación con la creación y la adecuación de nuestros estilos de vida al respeto y cuidado de la misma. Nuestros hábitos de consumo en este sentido son fundamentales.

¿Hacia dónde apuntan los tuyos?

 



El Señor se dirigió a Moisés en el monte Sinaí y le dijo: — Habla a los israelitas y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os entrego, la tierra deberá disfrutar de un tiempo de descanso en honor del Señor.  Seis años sembrarás tu campo, y seis años podarás tu viña y recogerás su producto. Pero el séptimo año la tierra disfrutará de descanso completo en honor del Señor: no sembrarás tu campo, ni podarás tu viña. No cosecharás los rebrotes de la última siega, ni vendimiarás las uvas que pueda producir tu viñedo; será un año de descanso para la tierra. Lo que produzca espontáneamente la tierra en este año de descanso os servirá de alimento a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu criado y al extranjero que viva contigo; también a tu ganado y a los animales que haya en tu tierra, les servirá de alimento todo lo que ella produzca. (Levítico 25:1-7)

"El capital ecológico del planeta se agota cada vez más rápido. Este año el 28 de julio la humanidad habrá utilizado ya todos los recursos naturales disponibles para todo el 2023. Esto significa que usamos el equivalente a casi 1,8 veces el planeta Tierra, que estamos agotando su potencial y no tenemos otro. Con ello destruimos directamente las bases de nuestras economías y del bienestar de nuestras sociedades." Este párrafo corresponde a una noticia publicada por el diario español, La Vanguardia. Habla por sí sola acerca de la destrucción de la creación de Dios por parte de los seres humanos; una consecuencia, no lo olvidemos, del pecado. 

Esto contrasta con el mandamiento de Dios de dar descanso a la tierra para que pudiera recuperar toda su productividad. El mandamiento del Señor apuesta y apunta hacia la sostenibilidad de su creación y de los recursos; nuestra sociedad, como podemos observar, apunta en la dirección contraria y cuando nos desviamos de los propósitos de Dios siempre se genera destrucción. Una vez más la redención implica la restauración de nuestra relación con la creación y la adecuación de nuestros estilos de vida al respeto y cuidado de la misma. Nuestros hábitos de consumo en este sentido son fundamentales.

¿Hacia dónde apuntan los tuyos?