Porque a quienes Dios conoció de antemano, los destinó también desde el principio a reproducir la imagen de su Hijo, que había de ser el primogénito entre muchos hermanos. (Romanos 8:29)

 

Jesús es identificado en las Escrituras como el nuevo Adán. Jesús tuvo éxito donde Adán falló, en la obediencia. Fue esta la que le llevó a la cruz y, consecuentemente, la que hizo posible nuestra salvación. Cuando miro al Jesús que aparece descrito en los evangelios se producen en mí emociones ambivalentes. Por un lado, tristeza, porque Jesús representa el tipo de ser humano que yo hubiera podido ser si el pecado no me hubiera convertido en la piltrafa que soy. Por otro, esperanza, porque Él representa el ser humano que podré ser conforme permito que Dios haga su trabajo de restauración en mi vida.  Porque, de nuevo, la salvación no consiste únicamente en obtener el tiquete para acceder al cielo, sino esa restauración integral de todo lo que el pecado rompió y fracturó. Seguir al Maestro consiste en irnos volviendo cada vez más auténtica y genuinamente humanos.

 

¿Cómo sería tu vida si fueras más parecido a Jesús, qué cosas serían diferentes en tu cotidianeidad, de qué modo tu humanidad sería diferente?


 


Porque a quienes Dios conoció de antemano, los destinó también desde el principio a reproducir la imagen de su Hijo, que había de ser el primogénito entre muchos hermanos. (Romanos 8:29)

 

Jesús es identificado en las Escrituras como el nuevo Adán. Jesús tuvo éxito donde Adán falló, en la obediencia. Fue esta la que le llevó a la cruz y, consecuentemente, la que hizo posible nuestra salvación. Cuando miro al Jesús que aparece descrito en los evangelios se producen en mí emociones ambivalentes. Por un lado, tristeza, porque Jesús representa el tipo de ser humano que yo hubiera podido ser si el pecado no me hubiera convertido en la piltrafa que soy. Por otro, esperanza, porque Él representa el ser humano que podré ser conforme permito que Dios haga su trabajo de restauración en mi vida.  Porque, de nuevo, la salvación no consiste únicamente en obtener el tiquete para acceder al cielo, sino esa restauración integral de todo lo que el pecado rompió y fracturó. Seguir al Maestro consiste en irnos volviendo cada vez más auténtica y genuinamente humanos.

 

¿Cómo sería tu vida si fueras más parecido a Jesús, qué cosas serían diferentes en tu cotidianeidad, de qué modo tu humanidad sería diferente?


 


Porque a quienes Dios conoció de antemano, los destinó también desde el principio a reproducir la imagen de su Hijo, que había de ser el primogénito entre muchos hermanos. (Romanos 8:29)

 

Jesús es identificado en las Escrituras como el nuevo Adán. Jesús tuvo éxito donde Adán falló, en la obediencia. Fue esta la que le llevó a la cruz y, consecuentemente, la que hizo posible nuestra salvación. Cuando miro al Jesús que aparece descrito en los evangelios se producen en mí emociones ambivalentes. Por un lado, tristeza, porque Jesús representa el tipo de ser humano que yo hubiera podido ser si el pecado no me hubiera convertido en la piltrafa que soy. Por otro, esperanza, porque Él representa el ser humano que podré ser conforme permito que Dios haga su trabajo de restauración en mi vida.  Porque, de nuevo, la salvación no consiste únicamente en obtener el tiquete para acceder al cielo, sino esa restauración integral de todo lo que el pecado rompió y fracturó. Seguir al Maestro consiste en irnos volviendo cada vez más auténtica y genuinamente humanos.

 

¿Cómo sería tu vida si fueras más parecido a Jesús, qué cosas serían diferentes en tu cotidianeidad, de qué modo tu humanidad sería diferente?