Despierta, ponte en acción,
hazme justicia y defiéndeme,
tú que eres mi Señor y mi Dios. (Salmo 35:23)


Cuando se toma un versículo de la Biblia para decir o apoyar algo, siempre se ha de tener en cuenta el contexto. Hay esa famosa frase que afirma que, un texto sin un contexto es simplemente un pretexto. El salmo 35 es el escrito de un hombre abrumado por la perplejidad que le produce ser tratado de forma injusta. No entiende, no puede procesar el porqué aquellas personas en las que confiaba, a las que tenía por amigos y compañeros le están tratando de una manera que es percibida por él como injusta. Observa una carencia de reciprocidad y empatía; siente que le están pagando mal por bien.

Pienso que en algún momento de nuestras vidas todos hemos experimentado algo similar. Naturalmente, no tenemos tan en cuenta cuando nosotros hemos sido los responsables de que otros se hayan sentido así. Eso, sin embargo, es otra historia. ¿Cómo reaccionar en una situación de trato injusto? ¿Cómo lidiar con toda esa tormenta emocional que se produce en nuestro interior? El salmista nos ofrece dos pistas. La primera, reconocer y aceptar los sentimientos que experimentamos, no reprimirlos, no negarlos, no quitarlos de nuestra mente; antes al contrario, lidiar con ellos, gestionarlos dándoselos al Señor. La segunda, dejar que el Señor sea quien nos vindique. Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Al final, Él pondrá y nos pondrá a cada uno en su sitio. Creo que esta es la esencia de este salmo. Y, aunque David no nos lo enseñó en el mismo, como Jesús enseñó, perdón, ante todo perdón.

¿Cómo manejas cuando eres tratado injustamente?


 



Despierta, ponte en acción,
hazme justicia y defiéndeme,
tú que eres mi Señor y mi Dios. (Salmo 35:23)


Cuando se toma un versículo de la Biblia para decir o apoyar algo, siempre se ha de tener en cuenta el contexto. Hay esa famosa frase que afirma que, un texto sin un contexto es simplemente un pretexto. El salmo 35 es el escrito de un hombre abrumado por la perplejidad que le produce ser tratado de forma injusta. No entiende, no puede procesar el porqué aquellas personas en las que confiaba, a las que tenía por amigos y compañeros le están tratando de una manera que es percibida por él como injusta. Observa una carencia de reciprocidad y empatía; siente que le están pagando mal por bien.

Pienso que en algún momento de nuestras vidas todos hemos experimentado algo similar. Naturalmente, no tenemos tan en cuenta cuando nosotros hemos sido los responsables de que otros se hayan sentido así. Eso, sin embargo, es otra historia. ¿Cómo reaccionar en una situación de trato injusto? ¿Cómo lidiar con toda esa tormenta emocional que se produce en nuestro interior? El salmista nos ofrece dos pistas. La primera, reconocer y aceptar los sentimientos que experimentamos, no reprimirlos, no negarlos, no quitarlos de nuestra mente; antes al contrario, lidiar con ellos, gestionarlos dándoselos al Señor. La segunda, dejar que el Señor sea quien nos vindique. Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Al final, Él pondrá y nos pondrá a cada uno en su sitio. Creo que esta es la esencia de este salmo. Y, aunque David no nos lo enseñó en el mismo, como Jesús enseñó, perdón, ante todo perdón.

¿Cómo manejas cuando eres tratado injustamente?


 



Despierta, ponte en acción,
hazme justicia y defiéndeme,
tú que eres mi Señor y mi Dios. (Salmo 35:23)


Cuando se toma un versículo de la Biblia para decir o apoyar algo, siempre se ha de tener en cuenta el contexto. Hay esa famosa frase que afirma que, un texto sin un contexto es simplemente un pretexto. El salmo 35 es el escrito de un hombre abrumado por la perplejidad que le produce ser tratado de forma injusta. No entiende, no puede procesar el porqué aquellas personas en las que confiaba, a las que tenía por amigos y compañeros le están tratando de una manera que es percibida por él como injusta. Observa una carencia de reciprocidad y empatía; siente que le están pagando mal por bien.

Pienso que en algún momento de nuestras vidas todos hemos experimentado algo similar. Naturalmente, no tenemos tan en cuenta cuando nosotros hemos sido los responsables de que otros se hayan sentido así. Eso, sin embargo, es otra historia. ¿Cómo reaccionar en una situación de trato injusto? ¿Cómo lidiar con toda esa tormenta emocional que se produce en nuestro interior? El salmista nos ofrece dos pistas. La primera, reconocer y aceptar los sentimientos que experimentamos, no reprimirlos, no negarlos, no quitarlos de nuestra mente; antes al contrario, lidiar con ellos, gestionarlos dándoselos al Señor. La segunda, dejar que el Señor sea quien nos vindique. Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Al final, Él pondrá y nos pondrá a cada uno en su sitio. Creo que esta es la esencia de este salmo. Y, aunque David no nos lo enseñó en el mismo, como Jesús enseñó, perdón, ante todo perdón.

¿Cómo manejas cuando eres tratado injustamente?