El Señor llamó a Samuel. (1 Samuel 3:4)


Samuel era un adolescente cuando recibió el llamado del Señor. No pertenecía a la tribu escogida por Dios para su servicio. Ni siquiera, debido a ello, podía ejercer funciones más allá de las puramente logísticas. De hecho, todo parece indicar que era más bien un ayudante personal de Elí, el sumo sacerdote, que se estaba quedando ciego.

Pero Dios le llamo y aquí hay un principio básico e importante que todos los seguidores de Jesús debemos tener en cuenta. Un principio que hemos de ser intencionales y pro activos en no olvidarlo y, si lo hemos hecho, recuperarlo lo antes posible. El principio es que Dios habla a todos sus hijos. Es un privilegio concedido, sin excepción a cada seguidor del Maestro. No es en absoluto un don concedido a los pastores, sacerdotes, profetas, salmistas, apóstoles y todo el resto del rango evangélico y neo evangélico. ¡Es falso que alguien tenga la exclusividad!

Jesús, el Señor, lo enseñó claramente en el evangelio de Juan. En el capítulo 10 indica ¡Hasta en cuatro ocasiones! que sus ovejas oyen su voz y tienen la capacidad de reconocerla. En sus enseñanzas sobre el Espíritu Santo en el mismo evangelio no indica que Este nos enseñará todas las cosas, nos guiará a toda la verdad, nos recordará las enseñanzas de Jesús.

Nadie, bajo ningún concepto, tiene el derecho de usurpar la voz del Señor hablando a tu vida. Pero, si todo lo anterior es cierto, y lo es porque lo enseña la Palabra, ¿Por qué cuesta tanto escuchar su voz? Mañana lo veremos.



 



El Señor llamó a Samuel. (1 Samuel 3:4)


Samuel era un adolescente cuando recibió el llamado del Señor. No pertenecía a la tribu escogida por Dios para su servicio. Ni siquiera, debido a ello, podía ejercer funciones más allá de las puramente logísticas. De hecho, todo parece indicar que era más bien un ayudante personal de Elí, el sumo sacerdote, que se estaba quedando ciego.

Pero Dios le llamo y aquí hay un principio básico e importante que todos los seguidores de Jesús debemos tener en cuenta. Un principio que hemos de ser intencionales y pro activos en no olvidarlo y, si lo hemos hecho, recuperarlo lo antes posible. El principio es que Dios habla a todos sus hijos. Es un privilegio concedido, sin excepción a cada seguidor del Maestro. No es en absoluto un don concedido a los pastores, sacerdotes, profetas, salmistas, apóstoles y todo el resto del rango evangélico y neo evangélico. ¡Es falso que alguien tenga la exclusividad!

Jesús, el Señor, lo enseñó claramente en el evangelio de Juan. En el capítulo 10 indica ¡Hasta en cuatro ocasiones! que sus ovejas oyen su voz y tienen la capacidad de reconocerla. En sus enseñanzas sobre el Espíritu Santo en el mismo evangelio no indica que Este nos enseñará todas las cosas, nos guiará a toda la verdad, nos recordará las enseñanzas de Jesús.

Nadie, bajo ningún concepto, tiene el derecho de usurpar la voz del Señor hablando a tu vida. Pero, si todo lo anterior es cierto, y lo es porque lo enseña la Palabra, ¿Por qué cuesta tanto escuchar su voz? Mañana lo veremos.



 



El Señor llamó a Samuel. (1 Samuel 3:4)


Samuel era un adolescente cuando recibió el llamado del Señor. No pertenecía a la tribu escogida por Dios para su servicio. Ni siquiera, debido a ello, podía ejercer funciones más allá de las puramente logísticas. De hecho, todo parece indicar que era más bien un ayudante personal de Elí, el sumo sacerdote, que se estaba quedando ciego.

Pero Dios le llamo y aquí hay un principio básico e importante que todos los seguidores de Jesús debemos tener en cuenta. Un principio que hemos de ser intencionales y pro activos en no olvidarlo y, si lo hemos hecho, recuperarlo lo antes posible. El principio es que Dios habla a todos sus hijos. Es un privilegio concedido, sin excepción a cada seguidor del Maestro. No es en absoluto un don concedido a los pastores, sacerdotes, profetas, salmistas, apóstoles y todo el resto del rango evangélico y neo evangélico. ¡Es falso que alguien tenga la exclusividad!

Jesús, el Señor, lo enseñó claramente en el evangelio de Juan. En el capítulo 10 indica ¡Hasta en cuatro ocasiones! que sus ovejas oyen su voz y tienen la capacidad de reconocerla. En sus enseñanzas sobre el Espíritu Santo en el mismo evangelio no indica que Este nos enseñará todas las cosas, nos guiará a toda la verdad, nos recordará las enseñanzas de Jesús.

Nadie, bajo ningún concepto, tiene el derecho de usurpar la voz del Señor hablando a tu vida. Pero, si todo lo anterior es cierto, y lo es porque lo enseña la Palabra, ¿Por qué cuesta tanto escuchar su voz? Mañana lo veremos.



 



El Señor llamó a Samuel. (1 Samuel 3:4)


Samuel era un adolescente cuando recibió el llamado del Señor. No pertenecía a la tribu escogida por Dios para su servicio. Ni siquiera, debido a ello, podía ejercer funciones más allá de las puramente logísticas. De hecho, todo parece indicar que era más bien un ayudante personal de Elí, el sumo sacerdote, que se estaba quedando ciego.

Pero Dios le llamo y aquí hay un principio básico e importante que todos los seguidores de Jesús debemos tener en cuenta. Un principio que hemos de ser intencionales y pro activos en no olvidarlo y, si lo hemos hecho, recuperarlo lo antes posible. El principio es que Dios habla a todos sus hijos. Es un privilegio concedido, sin excepción a cada seguidor del Maestro. No es en absoluto un don concedido a los pastores, sacerdotes, profetas, salmistas, apóstoles y todo el resto del rango evangélico y neo evangélico. ¡Es falso que alguien tenga la exclusividad!

Jesús, el Señor, lo enseñó claramente en el evangelio de Juan. En el capítulo 10 indica ¡Hasta en cuatro ocasiones! que sus ovejas oyen su voz y tienen la capacidad de reconocerla. En sus enseñanzas sobre el Espíritu Santo en el mismo evangelio no indica que Este nos enseñará todas las cosas, nos guiará a toda la verdad, nos recordará las enseñanzas de Jesús.

Nadie, bajo ningún concepto, tiene el derecho de usurpar la voz del Señor hablando a tu vida. Pero, si todo lo anterior es cierto, y lo es porque lo enseña la Palabra, ¿Por qué cuesta tanto escuchar su voz? Mañana lo veremos.