Seré padre para vosotros y vosotros seréis mis hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso. (2 Corintios 6:18)

Justamente hoy que leo estas palabras dichas por Dios a través del apóstol Pablo es el día del padre en muchos lugares del mundo. Me encantaría hablar del Señor como madre pero, lamentablemente hoy no toca. Otro día prometo hacerlo.

Los que estáis leyendo esta afirmación podéis estar experimentando sentimientos muy diferentes. Algunos habéis tenido o tenéis buenos padres; sin duda, no perfectos, pero buenos, y podéis dar gracias al Señor por ellos. Para otros la experiencia puede ser muy diferente, con padres que han sido o son indiferentes, ausentes, desconocidos o abusivos. Es comprensible que, si este es el caso, sea difícil entender y valorar a Dios como padre ¿Quién quiere un padre así en los cielos? Nuestro dolor y sufrimiento se proyecta hacia Él e incluso se amplifica.

Dios nos enseña cómo un autentico padre -no afectado por el pecado- es. Nos lo enseña por medio de la parábola del hijo pródigo que, debería ser llamada con más propiedad del padre que ama, perdona y acepta. Nos lo enseña tomando la forma humana y viviendo con y entre nosotros para demostrarnos que no está desinteresado de nuestra realidad como seres humanos. Nos lo enseña estando dispuesto a transmitirnos el amor, respeto, aceptación y dignidad que tal vez nuestros padres porque no quisieron, supieron o pudieron no llevaron a cabo.

Celebremos hoy a nuestro Padre que está en los cielos y nos ha elevado a la categoría de sus hijos y herederos.

 



Seré padre para vosotros y vosotros seréis mis hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso. (2 Corintios 6:18)

Justamente hoy que leo estas palabras dichas por Dios a través del apóstol Pablo es el día del padre en muchos lugares del mundo. Me encantaría hablar del Señor como madre pero, lamentablemente hoy no toca. Otro día prometo hacerlo.

Los que estáis leyendo esta afirmación podéis estar experimentando sentimientos muy diferentes. Algunos habéis tenido o tenéis buenos padres; sin duda, no perfectos, pero buenos, y podéis dar gracias al Señor por ellos. Para otros la experiencia puede ser muy diferente, con padres que han sido o son indiferentes, ausentes, desconocidos o abusivos. Es comprensible que, si este es el caso, sea difícil entender y valorar a Dios como padre ¿Quién quiere un padre así en los cielos? Nuestro dolor y sufrimiento se proyecta hacia Él e incluso se amplifica.

Dios nos enseña cómo un autentico padre -no afectado por el pecado- es. Nos lo enseña por medio de la parábola del hijo pródigo que, debería ser llamada con más propiedad del padre que ama, perdona y acepta. Nos lo enseña tomando la forma humana y viviendo con y entre nosotros para demostrarnos que no está desinteresado de nuestra realidad como seres humanos. Nos lo enseña estando dispuesto a transmitirnos el amor, respeto, aceptación y dignidad que tal vez nuestros padres porque no quisieron, supieron o pudieron no llevaron a cabo.

Celebremos hoy a nuestro Padre que está en los cielos y nos ha elevado a la categoría de sus hijos y herederos.

 



Seré padre para vosotros y vosotros seréis mis hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso. (2 Corintios 6:18)

Justamente hoy que leo estas palabras dichas por Dios a través del apóstol Pablo es el día del padre en muchos lugares del mundo. Me encantaría hablar del Señor como madre pero, lamentablemente hoy no toca. Otro día prometo hacerlo.

Los que estáis leyendo esta afirmación podéis estar experimentando sentimientos muy diferentes. Algunos habéis tenido o tenéis buenos padres; sin duda, no perfectos, pero buenos, y podéis dar gracias al Señor por ellos. Para otros la experiencia puede ser muy diferente, con padres que han sido o son indiferentes, ausentes, desconocidos o abusivos. Es comprensible que, si este es el caso, sea difícil entender y valorar a Dios como padre ¿Quién quiere un padre así en los cielos? Nuestro dolor y sufrimiento se proyecta hacia Él e incluso se amplifica.

Dios nos enseña cómo un autentico padre -no afectado por el pecado- es. Nos lo enseña por medio de la parábola del hijo pródigo que, debería ser llamada con más propiedad del padre que ama, perdona y acepta. Nos lo enseña tomando la forma humana y viviendo con y entre nosotros para demostrarnos que no está desinteresado de nuestra realidad como seres humanos. Nos lo enseña estando dispuesto a transmitirnos el amor, respeto, aceptación y dignidad que tal vez nuestros padres porque no quisieron, supieron o pudieron no llevaron a cabo.

Celebremos hoy a nuestro Padre que está en los cielos y nos ha elevado a la categoría de sus hijos y herederos.