El insensato piensa: "No hay Dios". (Salmo 53:1)


Hace ya varios años me encontré con uno de esos raros libros que cambian tu manera de pensar: "Los científicos y Dios" de Antonio Fernández Rañada y publicado por editorial Trotta. El autor, científico el mismo, dedica la primera parte de su obra a echar por tierra todas las típicas teorías acerca de la existencia de Dios. Realmente, después de leer esas páginas te quedas un poco trastornado. En la segunda parte, desmonta magistralmente la pretensión de la ciencia y, como consecuencia la razón, de ser la medida última de la realidad. Cuando la ciencia, afirma Fernández Rañada, declara que sólo lo material y científicamente "probado" existe, no está precisamente hablando de ciencia sino de filosofía. Vamos, que después de haber leído la primera y segunda parte de su obra te quedas sin religión y sin ciencia.

Entonces llega la tercera y, en mi opinión, maravillosa parte. Fernández Rañada afirma que a Dios no hay que buscarlo en la ciencia sino en el misterio. En su libro el misterio es definido como una dosis tan excesiva de realidad que el cerebro no puede procesarla. Sería como intentar hacer funcionar una vieja computadora Pentium 386 con la última versión del Windows; imposible, el procesador no puede manejar tanta información. Dios no es racional ni irracional, es suprarracional, va más allá de lo que la mente humana puede entender. 

Hace ya tiempo que la razón ha sido destronada como la reina del conocimiento. La sociedad postmoderna valora y se siente a gusto con el misterio y está abierta a formas de conocimiento que no son necesariamente "racionales". La necesidad de la razón de entender y categorizar todo y de negar aquello que se niega a ser categorizado nos abre la puerta a sentirnos a gusto con el misterio, la ambigüedad, lo incontrolable e inexplicable; en definitiva, con Dios. 

¿Necesitas poner a Dios en una caja?

 



El insensato piensa: "No hay Dios". (Salmo 53:1)


Hace ya varios años me encontré con uno de esos raros libros que cambian tu manera de pensar: "Los científicos y Dios" de Antonio Fernández Rañada y publicado por editorial Trotta. El autor, científico el mismo, dedica la primera parte de su obra a echar por tierra todas las típicas teorías acerca de la existencia de Dios. Realmente, después de leer esas páginas te quedas un poco trastornado. En la segunda parte, desmonta magistralmente la pretensión de la ciencia y, como consecuencia la razón, de ser la medida última de la realidad. Cuando la ciencia, afirma Fernández Rañada, declara que sólo lo material y científicamente "probado" existe, no está precisamente hablando de ciencia sino de filosofía. Vamos, que después de haber leído la primera y segunda parte de su obra te quedas sin religión y sin ciencia.

Entonces llega la tercera y, en mi opinión, maravillosa parte. Fernández Rañada afirma que a Dios no hay que buscarlo en la ciencia sino en el misterio. En su libro el misterio es definido como una dosis tan excesiva de realidad que el cerebro no puede procesarla. Sería como intentar hacer funcionar una vieja computadora Pentium 386 con la última versión del Windows; imposible, el procesador no puede manejar tanta información. Dios no es racional ni irracional, es suprarracional, va más allá de lo que la mente humana puede entender. 

Hace ya tiempo que la razón ha sido destronada como la reina del conocimiento. La sociedad postmoderna valora y se siente a gusto con el misterio y está abierta a formas de conocimiento que no son necesariamente "racionales". La necesidad de la razón de entender y categorizar todo y de negar aquello que se niega a ser categorizado nos abre la puerta a sentirnos a gusto con el misterio, la ambigüedad, lo incontrolable e inexplicable; en definitiva, con Dios. 

¿Necesitas poner a Dios en una caja?

 



El insensato piensa: "No hay Dios". (Salmo 53:1)


Hace ya varios años me encontré con uno de esos raros libros que cambian tu manera de pensar: "Los científicos y Dios" de Antonio Fernández Rañada y publicado por editorial Trotta. El autor, científico el mismo, dedica la primera parte de su obra a echar por tierra todas las típicas teorías acerca de la existencia de Dios. Realmente, después de leer esas páginas te quedas un poco trastornado. En la segunda parte, desmonta magistralmente la pretensión de la ciencia y, como consecuencia la razón, de ser la medida última de la realidad. Cuando la ciencia, afirma Fernández Rañada, declara que sólo lo material y científicamente "probado" existe, no está precisamente hablando de ciencia sino de filosofía. Vamos, que después de haber leído la primera y segunda parte de su obra te quedas sin religión y sin ciencia.

Entonces llega la tercera y, en mi opinión, maravillosa parte. Fernández Rañada afirma que a Dios no hay que buscarlo en la ciencia sino en el misterio. En su libro el misterio es definido como una dosis tan excesiva de realidad que el cerebro no puede procesarla. Sería como intentar hacer funcionar una vieja computadora Pentium 386 con la última versión del Windows; imposible, el procesador no puede manejar tanta información. Dios no es racional ni irracional, es suprarracional, va más allá de lo que la mente humana puede entender. 

Hace ya tiempo que la razón ha sido destronada como la reina del conocimiento. La sociedad postmoderna valora y se siente a gusto con el misterio y está abierta a formas de conocimiento que no son necesariamente "racionales". La necesidad de la razón de entender y categorizar todo y de negar aquello que se niega a ser categorizado nos abre la puerta a sentirnos a gusto con el misterio, la ambigüedad, lo incontrolable e inexplicable; en definitiva, con Dios. 

¿Necesitas poner a Dios en una caja?