Jesús le preguntó: ¿Qué quieres que haga por ti? (Marcos 10:50)


Una de las cosas que más preocupa con respecto a esta crisis es que una vez que haya pasado todo vuelva a ser igual que antes. Soy consciente de que todos deseamos que finalice, y que lo haga rápido, pero ¿Cómo queremos que sea el día después del fin del coronavirus? No soy de los que piensan que las plagas las envía Dios; mi Dios, al menos, no es de ese tipo, es más bien del amor incondicional que le lleva a enviar a su hijo a morir por nosotros. Pero si bien Él nos las envía las puede aprovechar para lo más importante de todo, trabajar en nuestras vidas y formar el carácter de Jesús en nosotros. 

Por eso cobra todo sentido la pregunta que el Maestro le hizo al ciego de Jericó ¿Qué quieres que haga por ti? ¿Qué queremos que Jesús haga por nosotros con toda esta crisis mundial? Es legítimo pedirle que nos mantenga con vida, a nosotros y a nuestras familias. Lo es y no creo que nadie deba avergonzarse de hacer esta oración, aunque también es cierto que no tenemos la garantía que Dios, en su soberanía, la honre. Pero, con toda humildad, permíteme que te diga que no es una oración lo suficientemente ambiciosa. Debemos pedir para que después de esta situación excepcional seamos diferentes y más cristocéntricos. No diré que seamos gigantes espirituales, pero si que en algún detalle, algún aspecto, algún valor nuevo, alguna prioridad alterada, se note no sólo que la crisis ha pasado por nosotros, sino que también lo ha hecho el Maestro de Nazaret.


¿Qué quieres que Jesús haga por ti?



Jesús le preguntó: ¿Qué quieres que haga por ti? (Marcos 10:50)


Una de las cosas que más preocupa con respecto a esta crisis es que una vez que haya pasado todo vuelva a ser igual que antes. Soy consciente de que todos deseamos que finalice, y que lo haga rápido, pero ¿Cómo queremos que sea el día después del fin del coronavirus? No soy de los que piensan que las plagas las envía Dios; mi Dios, al menos, no es de ese tipo, es más bien del amor incondicional que le lleva a enviar a su hijo a morir por nosotros. Pero si bien Él nos las envía las puede aprovechar para lo más importante de todo, trabajar en nuestras vidas y formar el carácter de Jesús en nosotros. 

Por eso cobra todo sentido la pregunta que el Maestro le hizo al ciego de Jericó ¿Qué quieres que haga por ti? ¿Qué queremos que Jesús haga por nosotros con toda esta crisis mundial? Es legítimo pedirle que nos mantenga con vida, a nosotros y a nuestras familias. Lo es y no creo que nadie deba avergonzarse de hacer esta oración, aunque también es cierto que no tenemos la garantía que Dios, en su soberanía, la honre. Pero, con toda humildad, permíteme que te diga que no es una oración lo suficientemente ambiciosa. Debemos pedir para que después de esta situación excepcional seamos diferentes y más cristocéntricos. No diré que seamos gigantes espirituales, pero si que en algún detalle, algún aspecto, algún valor nuevo, alguna prioridad alterada, se note no sólo que la crisis ha pasado por nosotros, sino que también lo ha hecho el Maestro de Nazaret.


¿Qué quieres que Jesús haga por ti?



Jesús le preguntó: ¿Qué quieres que haga por ti? (Marcos 10:50)


Una de las cosas que más preocupa con respecto a esta crisis es que una vez que haya pasado todo vuelva a ser igual que antes. Soy consciente de que todos deseamos que finalice, y que lo haga rápido, pero ¿Cómo queremos que sea el día después del fin del coronavirus? No soy de los que piensan que las plagas las envía Dios; mi Dios, al menos, no es de ese tipo, es más bien del amor incondicional que le lleva a enviar a su hijo a morir por nosotros. Pero si bien Él nos las envía las puede aprovechar para lo más importante de todo, trabajar en nuestras vidas y formar el carácter de Jesús en nosotros. 

Por eso cobra todo sentido la pregunta que el Maestro le hizo al ciego de Jericó ¿Qué quieres que haga por ti? ¿Qué queremos que Jesús haga por nosotros con toda esta crisis mundial? Es legítimo pedirle que nos mantenga con vida, a nosotros y a nuestras familias. Lo es y no creo que nadie deba avergonzarse de hacer esta oración, aunque también es cierto que no tenemos la garantía que Dios, en su soberanía, la honre. Pero, con toda humildad, permíteme que te diga que no es una oración lo suficientemente ambiciosa. Debemos pedir para que después de esta situación excepcional seamos diferentes y más cristocéntricos. No diré que seamos gigantes espirituales, pero si que en algún detalle, algún aspecto, algún valor nuevo, alguna prioridad alterada, se note no sólo que la crisis ha pasado por nosotros, sino que también lo ha hecho el Maestro de Nazaret.


¿Qué quieres que Jesús haga por ti?