Recuerda los días de antaño, piensa en los tiempos pasados; pídele a tu padre que te lo cuente, a tus ancianos que te lo expliquen. (Deuteronomio 32:7)

Hay dos maneras de mirar hacia atrás. La primera es con nostalgia; un sentimiento de tristeza y pérdida porque el pasado es asociado con un cierto grado de felicidad. No es buena y si se persiste en ella puede producirnos un alto grado de frustración y una creciente tristeza. La nostalgia nos puede llevar a la parálisis y en un vano intento de recobrar el pasado hacernos incapaces de afrontar el presente y orientarnos hacia el futuro. El pasado es lindo para visitar pero nunca para vivir en él.

Pero hay otra manera de mirar hacia el pasado, para observar la fidelidad de Dios. Esta mirada es positiva, muy especialmente en los tiempos de crisis como el actual. Lo es porque nos ayuda a mirar y reconocer los trazos, las huellas, las evidencias de la intervención del Señor en nuestras vidas y en las de nuestras familias. Es un mirar hacia atrás que nos energiza, nos da las fuerzas y la capacidad para ver cómo Dios estuvo presente en el pasado y, por tanto, nos da la esperanza, que no el optimismo, para afrontar el presente y podernos proyectar hacia el futuro.

En este tiempo de pandemia es fácil mirar hacia atrás con nostalgia. Nuestro cerebro anhela esos viejos buenos días. Hay que obligarlo a mirar hacia atrás para buscar de forma intencional la fidelidad de Dios. 

¿Cómo miras al pasado?






Recuerda los días de antaño, piensa en los tiempos pasados; pídele a tu padre que te lo cuente, a tus ancianos que te lo expliquen. (Deuteronomio 32:7)

Hay dos maneras de mirar hacia atrás. La primera es con nostalgia; un sentimiento de tristeza y pérdida porque el pasado es asociado con un cierto grado de felicidad. No es buena y si se persiste en ella puede producirnos un alto grado de frustración y una creciente tristeza. La nostalgia nos puede llevar a la parálisis y en un vano intento de recobrar el pasado hacernos incapaces de afrontar el presente y orientarnos hacia el futuro. El pasado es lindo para visitar pero nunca para vivir en él.

Pero hay otra manera de mirar hacia el pasado, para observar la fidelidad de Dios. Esta mirada es positiva, muy especialmente en los tiempos de crisis como el actual. Lo es porque nos ayuda a mirar y reconocer los trazos, las huellas, las evidencias de la intervención del Señor en nuestras vidas y en las de nuestras familias. Es un mirar hacia atrás que nos energiza, nos da las fuerzas y la capacidad para ver cómo Dios estuvo presente en el pasado y, por tanto, nos da la esperanza, que no el optimismo, para afrontar el presente y podernos proyectar hacia el futuro.

En este tiempo de pandemia es fácil mirar hacia atrás con nostalgia. Nuestro cerebro anhela esos viejos buenos días. Hay que obligarlo a mirar hacia atrás para buscar de forma intencional la fidelidad de Dios. 

¿Cómo miras al pasado?






Recuerda los días de antaño, piensa en los tiempos pasados; pídele a tu padre que te lo cuente, a tus ancianos que te lo expliquen. (Deuteronomio 32:7)

Hay dos maneras de mirar hacia atrás. La primera es con nostalgia; un sentimiento de tristeza y pérdida porque el pasado es asociado con un cierto grado de felicidad. No es buena y si se persiste en ella puede producirnos un alto grado de frustración y una creciente tristeza. La nostalgia nos puede llevar a la parálisis y en un vano intento de recobrar el pasado hacernos incapaces de afrontar el presente y orientarnos hacia el futuro. El pasado es lindo para visitar pero nunca para vivir en él.

Pero hay otra manera de mirar hacia el pasado, para observar la fidelidad de Dios. Esta mirada es positiva, muy especialmente en los tiempos de crisis como el actual. Lo es porque nos ayuda a mirar y reconocer los trazos, las huellas, las evidencias de la intervención del Señor en nuestras vidas y en las de nuestras familias. Es un mirar hacia atrás que nos energiza, nos da las fuerzas y la capacidad para ver cómo Dios estuvo presente en el pasado y, por tanto, nos da la esperanza, que no el optimismo, para afrontar el presente y podernos proyectar hacia el futuro.

En este tiempo de pandemia es fácil mirar hacia atrás con nostalgia. Nuestro cerebro anhela esos viejos buenos días. Hay que obligarlo a mirar hacia atrás para buscar de forma intencional la fidelidad de Dios. 

¿Cómo miras al pasado?