Pues bien, esto os dice el Señor del Universo: ¡Reflexionad sobre vuestra situación! (Hageo 1:5)

Yo no creo que el mundo vaya a cambiar como consecuencia del covid-19. A pesar del postureo de las empresas y corporaciones que, tomando ventaja de la crisis, aprovechan para anunciarse en los medios de comunicación con empalagosos anuncios que apelan a nuestras emociones y nos pitan la situación como si fuera una Arcadia feliz.

Nada en la historia nos garantiza que el mundo post-crisis va a ser diferente. No lo fue después de las grandes epidemias que asolaron Asia y Europa durante siglos de forma intermitente y diezmaban a porcentajes altísimos de la población. Tampoco después de la gran gripe española que en alrededor de 1918 causó la muerte de más de 50 millones de personas. Tampoco las dos guerras mundiales de este siglo con decenas de millones de fallecidos nos han hecho cambiar. Recordemos las matanzas que se llevaron en los Balcanes en los años 90 y el genocidio de Ruanda en la misma década. El más reciente de todos ellos el llevado a cabo por las autoridades de Niamar (antigua Birmania) contra la minoría rohinya. Porque el problema del ser humano, al menos desde una perspectiva bíblica no son las estructuras sociales o económicas; están son el resultado del corazón del ser humano. Mientras el corazón no cambie, pues ahí desde la enseñanza de la Palabra radica el problema central del ser humano, sólo tendremos cambios cosméticos pero no de calado.

La pregunta es si nosotros, los seguidores de Jesús, vamos a cambiar. ¿Cómo vamos a salir de esta crisis? ¿Qué cambios se van a producir en nosotros? ¿Qué vamos a dejar a atrás, qué vamos a seguir cultivando y qué de nuevo debemos incorporar? ¿Cómo seremos nosotros después de haber pasado por el valle de sombra de muerte de la pandemia acompañados por Jesús? Para poder responder a esas preguntas debemos seguir el consejo del Señor por medio del profeta: reflexionado sobre vuestra situación. Sin esta reflexión, lamentablemente, la crisis será un paréntesis pero no un punto y aparte en nuestras vidas.

¿Qué te muestra esta reflexión?



Pues bien, esto os dice el Señor del Universo: ¡Reflexionad sobre vuestra situación! (Hageo 1:5)

Yo no creo que el mundo vaya a cambiar como consecuencia del covid-19. A pesar del postureo de las empresas y corporaciones que, tomando ventaja de la crisis, aprovechan para anunciarse en los medios de comunicación con empalagosos anuncios que apelan a nuestras emociones y nos pitan la situación como si fuera una Arcadia feliz.

Nada en la historia nos garantiza que el mundo post-crisis va a ser diferente. No lo fue después de las grandes epidemias que asolaron Asia y Europa durante siglos de forma intermitente y diezmaban a porcentajes altísimos de la población. Tampoco después de la gran gripe española que en alrededor de 1918 causó la muerte de más de 50 millones de personas. Tampoco las dos guerras mundiales de este siglo con decenas de millones de fallecidos nos han hecho cambiar. Recordemos las matanzas que se llevaron en los Balcanes en los años 90 y el genocidio de Ruanda en la misma década. El más reciente de todos ellos el llevado a cabo por las autoridades de Niamar (antigua Birmania) contra la minoría rohinya. Porque el problema del ser humano, al menos desde una perspectiva bíblica no son las estructuras sociales o económicas; están son el resultado del corazón del ser humano. Mientras el corazón no cambie, pues ahí desde la enseñanza de la Palabra radica el problema central del ser humano, sólo tendremos cambios cosméticos pero no de calado.

La pregunta es si nosotros, los seguidores de Jesús, vamos a cambiar. ¿Cómo vamos a salir de esta crisis? ¿Qué cambios se van a producir en nosotros? ¿Qué vamos a dejar a atrás, qué vamos a seguir cultivando y qué de nuevo debemos incorporar? ¿Cómo seremos nosotros después de haber pasado por el valle de sombra de muerte de la pandemia acompañados por Jesús? Para poder responder a esas preguntas debemos seguir el consejo del Señor por medio del profeta: reflexionado sobre vuestra situación. Sin esta reflexión, lamentablemente, la crisis será un paréntesis pero no un punto y aparte en nuestras vidas.

¿Qué te muestra esta reflexión?



Pues bien, esto os dice el Señor del Universo: ¡Reflexionad sobre vuestra situación! (Hageo 1:5)

Yo no creo que el mundo vaya a cambiar como consecuencia del covid-19. A pesar del postureo de las empresas y corporaciones que, tomando ventaja de la crisis, aprovechan para anunciarse en los medios de comunicación con empalagosos anuncios que apelan a nuestras emociones y nos pitan la situación como si fuera una Arcadia feliz.

Nada en la historia nos garantiza que el mundo post-crisis va a ser diferente. No lo fue después de las grandes epidemias que asolaron Asia y Europa durante siglos de forma intermitente y diezmaban a porcentajes altísimos de la población. Tampoco después de la gran gripe española que en alrededor de 1918 causó la muerte de más de 50 millones de personas. Tampoco las dos guerras mundiales de este siglo con decenas de millones de fallecidos nos han hecho cambiar. Recordemos las matanzas que se llevaron en los Balcanes en los años 90 y el genocidio de Ruanda en la misma década. El más reciente de todos ellos el llevado a cabo por las autoridades de Niamar (antigua Birmania) contra la minoría rohinya. Porque el problema del ser humano, al menos desde una perspectiva bíblica no son las estructuras sociales o económicas; están son el resultado del corazón del ser humano. Mientras el corazón no cambie, pues ahí desde la enseñanza de la Palabra radica el problema central del ser humano, sólo tendremos cambios cosméticos pero no de calado.

La pregunta es si nosotros, los seguidores de Jesús, vamos a cambiar. ¿Cómo vamos a salir de esta crisis? ¿Qué cambios se van a producir en nosotros? ¿Qué vamos a dejar a atrás, qué vamos a seguir cultivando y qué de nuevo debemos incorporar? ¿Cómo seremos nosotros después de haber pasado por el valle de sombra de muerte de la pandemia acompañados por Jesús? Para poder responder a esas preguntas debemos seguir el consejo del Señor por medio del profeta: reflexionado sobre vuestra situación. Sin esta reflexión, lamentablemente, la crisis será un paréntesis pero no un punto y aparte en nuestras vidas.

¿Qué te muestra esta reflexión?