¿Por qué estoy tan abatido? ¿Por qué estoy tan turbado? En Dios pondré mi esperanza, no cesaré de alabarlo. (Salmo 42: 5)

La esperanza, afirma el dicho, es lo último que se pierde. En nuestra sociedad la esperanza es un anhelo, un deseo, una necesidad de que algo suceda, se pueda consumar, se pueda llevar a cabo. La esperanza es, por tanto, muy frágil, quebradiza. Se vive con el miedo de que nunca se alcance porque de ser así, ya no nos queda nada, y no se puede vivir cuando se carece de esperanza, es decir, de que un futuro diferente es posible.

La esperanza cristiana es muy diferente. Es la certeza de una realidad diferente que, en su momento, se cumplirá. Dios la cumplirá. Se basa en la seguridad que otorga el carácter del Dios que está detrás de aquello que es objeto de nuestra esperanza; bien sea la vida eterna -su expresión máxima- o la intervención del Padre en situaciones cotidianas que parecen o realmente nos sobrepasan -la expresión mínima-. 

El salmista hace un acto de reflexión que todos necesitamos hacer en estos días de incerteza, inseguridad y volatilidad. David también toma un compromiso intencional, poner su esperanza en el Señor y adorarlo.

¿Qué tipo de esperanza es la tuya?

 



¿Por qué estoy tan abatido? ¿Por qué estoy tan turbado? En Dios pondré mi esperanza, no cesaré de alabarlo. (Salmo 42: 5)

La esperanza, afirma el dicho, es lo último que se pierde. En nuestra sociedad la esperanza es un anhelo, un deseo, una necesidad de que algo suceda, se pueda consumar, se pueda llevar a cabo. La esperanza es, por tanto, muy frágil, quebradiza. Se vive con el miedo de que nunca se alcance porque de ser así, ya no nos queda nada, y no se puede vivir cuando se carece de esperanza, es decir, de que un futuro diferente es posible.

La esperanza cristiana es muy diferente. Es la certeza de una realidad diferente que, en su momento, se cumplirá. Dios la cumplirá. Se basa en la seguridad que otorga el carácter del Dios que está detrás de aquello que es objeto de nuestra esperanza; bien sea la vida eterna -su expresión máxima- o la intervención del Padre en situaciones cotidianas que parecen o realmente nos sobrepasan -la expresión mínima-. 

El salmista hace un acto de reflexión que todos necesitamos hacer en estos días de incerteza, inseguridad y volatilidad. David también toma un compromiso intencional, poner su esperanza en el Señor y adorarlo.

¿Qué tipo de esperanza es la tuya?

 



¿Por qué estoy tan abatido? ¿Por qué estoy tan turbado? En Dios pondré mi esperanza, no cesaré de alabarlo. (Salmo 42: 5)

La esperanza, afirma el dicho, es lo último que se pierde. En nuestra sociedad la esperanza es un anhelo, un deseo, una necesidad de que algo suceda, se pueda consumar, se pueda llevar a cabo. La esperanza es, por tanto, muy frágil, quebradiza. Se vive con el miedo de que nunca se alcance porque de ser así, ya no nos queda nada, y no se puede vivir cuando se carece de esperanza, es decir, de que un futuro diferente es posible.

La esperanza cristiana es muy diferente. Es la certeza de una realidad diferente que, en su momento, se cumplirá. Dios la cumplirá. Se basa en la seguridad que otorga el carácter del Dios que está detrás de aquello que es objeto de nuestra esperanza; bien sea la vida eterna -su expresión máxima- o la intervención del Padre en situaciones cotidianas que parecen o realmente nos sobrepasan -la expresión mínima-. 

El salmista hace un acto de reflexión que todos necesitamos hacer en estos días de incerteza, inseguridad y volatilidad. David también toma un compromiso intencional, poner su esperanza en el Señor y adorarlo.

¿Qué tipo de esperanza es la tuya?